“Si el hombre blanco no quiere que seamos antiblancos, que deje de oprimirnos, explotarnos y degradarnos”. Lo pensaba, lo defendía y murió con esta idea en la cabeza. Malcolm Little, consagrado como Malcolm X (Omaha, 19 de mayo de 1925-Nueva York, 21 de febrero de 1965), a quien muchos solo conocerán por Spike Lee o por la letra de algunas canciones, fue un defensor de los derechos humanos controvertido, un ídolo anguila, inclasificable. La historia nos lo deja como luchador panafricanista, revolucionario espiritual, cristiano de origen y musulmán por convicción. Dedicó más horas de su vida a intentar crear una neta separación del nacionalismo negro que a la integración. Ahora lo vemos en las camisetas con Martin Luther King, pero amigos no eran. Malcolm sospechaba que los blancos nunca considerarían en condiciones de igualdad a la población negra. A Malcolm X no le gustaba hablar de afroamericanos, sino de un nacionalismo negro americano. Mártir por la causa, reformista e inconformista extremo, nació el 19 de mayo 1925 y en su vida fue predicador, pastor y activista hasta llegar a ser un líder incontestable, vinculado al islam y a la lucha antirracista. Su padre era Marcus Garvey, un cristiano bautista en una sociedad racista y clasista donde su familia sufrió agresiones: les quemaron la casa y tenían que huir de ciudad en ciudad por ataques racistas constantes. El padre fue asesinado en 1931. La madre ingresó en un hospital psiquiátrico y los hermanos se dispersaron en varias familias. Malcolm sufrió la segregación entre blancos y negros ya desde que nació y vivió siempre escapando de amenazas. Después de un periodo de delincuencia y mala vida, y ya en la prisión de Charlestown, empieza a estudiar y a hacer un cambio de rumbo. Deja el cristianismo familiar, desconfía del colonialismo y se empieza a interesar por el movimiento que él mismo impulsa, la Nación del Islam. La X de su apellido es un símbolo para recordar que muchos africanos habían perdido el apellido, los orígenes y la identidad. En 1964 abandonó el grupo político y después de un viaje a la Meca se hace musulmán suní y toma el nombre de El-Hajj Malik El-Shabazz.
Dècades després, la supremacia blanca no ha desaparegut dels Estats Units (ni d'altres llocs més propers), hi ha més negres que blancs que moren assassinats a trets
Si hoy buscáis a Malcolm X, lo encontraréis en las enciclopedias del comunismo, ya que el FBI lo consideró aliado comunista y, por lo tanto, un peligro, y le abrió expediente en 1953. Su propia evolución ideológica lo llevó a romper con la Nación del Islam. Tuvo siempre enemigos, y con solo 39 años murió asesinado por los suyos en Harlem, en 1965, en un mitin con más de diez disparos.
Décadas después, la supremacía blanca no ha desaparecido de los Estados Unidos (ni de otros lugares más próximos), hay más negros que blancos que mueren asesinatos a tiros, y las tensiones continuarán mientras este absurdo elitismo racial siga imperando, legitimado y consentido. Peter Bailey, uno de los periodistas que más lo conoció, destaca su integridad y quiere que sea recordado como una persona que cambió la mentalidad de los americanos, que dio una percepción nueva de cómo es la vida, el país y el mundo y que enseñó que “antes de hablar, hace falta hacer investigación y basarse en los hechos”. Una buena lección de periodismo, la del discutido líder Malcolm X, que abría los ojos tal día como hoy hace 99 años.