Es una obviedad tremenda, sin embargo, viendo cómo van las cosas, sin duda hay que repetirla una vez más: la capital de Catalunya, Barcelona, es muy importante. Lo es para el país y lo es también para el proyecto soberanista/independentista. Increíblemente, sin embargo, los diferentes actores de este bando se comportan con una irresponsabilidad y una debilidad estratégica pavorosas. Disputas, desunión, improvisación, caos. El resultado: la buena gente independentista asiste alarmada a un espectáculo deplorable. Todo ello pone más difícil al independentismo una batalla, la de Barcelona, programada para el 26 de mayo y en la que sus adversarios, en especial Ada Colau y Manuel Valls, irán, están yendo, a por todas.
En estos momentos, y si no me he perdido algo, hay un candidato claro: Ernest Maragall. ERC cambió a Alfred Bosch por el hermano del antiguo alcalde y president de la Generalitat pensando que era un candidato mejor. Esquerra confía en ganar y luego llegar a acuerdos. Mi impresión es que peca de optimismo tanto en cuanto al candidato como al resultado. Como es sabido, las elecciones municipales no funcionan como las autonómicas o las españolas. Quien gana, aunque sea con una victoria pírrica —el ejemplo más reciente y más claro es el de Ada Colau— lo tiene todo a favor para gobernar.
Mi opinión ha sido siempre que era conveniente, en Barcelona, una candidatura fuerte independentista que reuniera al menos a ERC y al mundo neoconvergente. Oriol Junqueras y los suyos no lo han querido, llevados por el enfrentamiento que mantienen unos y otros y por un optimismo que, como decía, considero algo desconcertante amén de temerario.
Pero donde hay más lío es en el bando neoconvergente —soy consciente de que esta denominación no es muy feliz, pero alguna hay que emplear—. Aquí hallamos a una candidata elegida por el PDeCAT, Neus Munté, a quien es posible que el exconsejero encarcelado Joaquim Forn acabe desplazando como cabeza de cartel.
Disputas, desunión, improvisación, caos: la buena gente independentista asiste alarmada a un espectáculo deplorable
Por su parte, Munté y su partido están a la espera de conocer cuáles son las intenciones de Carles Puigdemont y su Crida. Lo que se presentó como un paraguas que debía acoger diversas fuerzas políticas ha quedado en muy poco. Parece que hoy por hoy todo se reduce a absorber al PDeCAT. Lógicamente, hay una parte importante de los demócratas que se niega a ello en redondo. Como mucho, admiten, podría tratarse de una coalición (o una especie de coalición). El tipo de alianza que se articule, si se articula, entre Puigdemont y el PDeCAT no podrá ser normal ni ortodoxa, toda vez que no pocos de los miembros de la Crida lo son al mismo tiempo del PDeCAT, empezando por Puigdemont.
En todo caso, seguro que Puigdemont tiene su propia idea sobre quién debe ser el alcaldable, lo que, naturalmente, puede nuevamente trastocar la posición de Munté y quizás la de Forn...
Por si fuera poco, nos encontramos con que Ferran Mascarell, uno de los impulsores de la Crida de Puigdemont, ha decidido no seguir esperando a ver qué determina Waterloo y ha lanzado su propia candidatura, promocionada por una pequeña plataforma, Junts per la República. Mascarell es un buen candidato y tiene mucha experiencia. Aparentemente, está haciendo méritos para incorporarse en un buen puesto —él quisiera el primero— en la candidatura que puedan alumbrar Puigdemont y el PDeCAT.
Finalmente, quedan la CUP y Jordi Graupera. La CUP, siguiendo su tradición, concurrirá con nuevas caras, y lo hará en solitario. Graupera, tras concluir su estancia en Estados Unidos, lanzó la idea de unas primarias independentistas. Como era de prever, ninguno de los actores destacados le hizo caso, con la excepción de una ANC que, con Elisenda Paluzie al frente, oscila demasiado a menudo entre la desorientación y el disparate. Al final, la cosa ha acabado con Graupera de candidato al Ayuntamiento de Barcelona. Lo que fue presentado como un intento de lista unitaria independentista ha producido el efecto contrario, esto es, ha añadido una nueva lista independentista. Según algunos, Graupera podría conseguir representación.
Resumen: viva el lío y cada uno a su bola. Parece como si todos se hayan puesto de acuerdo en una sola cosa: dificultar que el independentismo gobierne en Barcelona.