Escuché atentamente las palabras pronunciadas por Gabriel Rufián al hilo de las informaciones publicadas sobre una serie de reuniones entre el jefe de la oficina de Carles Puigdemont, Josep Lluís Alay, y varias personalidades rusas. También el mismo Puigdemont ―que lo ha desmentido― aparece como protagonista de alguno de estos encuentros. Decía que escuché atentamente, el martes, las declaraciones hechas por Rufián. El republicano pronuncia una frase que ya se ha hecho famosa: "Son señoritos que se paseaban por Europa reuniéndose con la gente equivocada porque así durante un rato se pensaban que eran James Bond". La lleva aprendida de casa e insiste en ella tres veces. También hace notar a los periodistas que están recogiendo estas declaraciones en el Congreso: "Y me estoy conteniendo".
Se ve mucho que Rufián ha preparado la frase que quiere que se vuelva titular. La ha podido pronunciar gracias a una conveniente pregunta de un conocido periodista de extrema derecha. Hay quien ha especulado que Rufián sabía que el otro le haría la pregunta. Incluso que se habían puesto de acuerdo. Cuando pronuncia sus palabras, el portavoz de ERC en el Congreso es consciente, a la fuerza tiene que serlo, de dos cosas. La primera, que está lanzando un misil contra Junts per Catalunya. La segunda, que subrayar y avalar implícitamente las informaciones publicadas puede perjudicar a Alay y Puigdemont ante la justicia. Sea como sea, Rufián consideró que el ataque le había salido bien, porque hizo una publicación en Twitter.
Los contactos que motivaron su furia los ha reconocido Alay, quien ha indicado que lo que él hace es simplemente explicar cuál es, a su parecer, la situación de Catalunya. Cabe decir que las reuniones con personalidades rusas que se han hecho públicas fechan del 2019 y 2020, es decir, son muy posteriores al 1 de octubre del 2017. El profesor Alay se volvió responsable de la oficina de Puigdemont en julio del 2018.
Ya hace años que Rufián vive de la política y, por lo tanto, tiene suficiente experiencia para saber lo que se hace
Rufián apuntó al día siguiente, el miércoles, que le sabía mal que su vehemencia hubiera podido molestar a "según quién" (el problema no reside, sin embargo, en la contundencia, sino en el tono altivo y despreciativo, prácticamente insultante). Lejos de rectificar, intentó justificarse afirmando que había que ser enérgico con el fin de desvincular el independentismo de Putin. Eso, porque, según su curiosa concepción del mundo, una concepción, digamos, casi de párvulos: "La nuestra [del movimiento independentista] política internacional, diplomática, si se quiere llamar así, tiene que ser siempre con democracias occidentales". Como si España, por ejemplo, no tuviera relaciones con decenas y decenas de dictaduras. Como si España no tuviera embajadas por todo el planeta, Moscú incluida. O no facturara armas a todo tipo de sátrapas. O su rey emérito no viviera acogido y con toda clase de comodidades en un lugar tan democrático y liberal como los Emiratos Árabes Unidos. Esta vez el dirigente republicano no consideró oportuno hacer un tuit.
En ERC habían acordado desmarcarse del enredo ruso, ciertamente, pero no se esperaban la insensatez extemporánea que protagonizó Rufián.
Y llegamos a la pregunta. ¿Por qué Rufián hizo lo que hizo? Veamos diferentes posibilidades:
a) La explicación simple (que no quiere decir que no pueda ser perfectamente cierta) es que el dirigente republicano le tiene mucha tirria a Puigdemont y Junts per Catalunya. Tampoco le gusta nada que su partido gobierne con ellos. Eso lo hizo derrapar. Sin embargo, ya hace años que Rufián vive de la política y, por lo tanto, tiene suficiente experiencia para saber lo que se hace. Además, hay que tener en cuenta que su carrera se sustenta, en gran parte, en su habilidad para componer frases llamativas, atractivas para la prensa y las redes, y por lo tanto, conoce mejor que nadie las repercusiones que pueden tener.
b) Una segunda hipótesis es que en realidad la maniobra tuviera como destinatario a su propio partido, que lo quiere hacer candidato por Santa Coloma de Gramenet a las elecciones municipales del próximo año. Si no consiguiera, como él pretende y se ha apresurado a dejar claro, ser también candidato al Congreso, tendría que renunciar a la vida que ahora tiene montada, y de la cual tanto disfruta, para pasar a calentar una incómoda silla de concejal. A los máximos dirigentes de ERC, por su parte, no les interesa un enfrentamiento público con Rufián ―es portavoz en el Congreso y tiene que ser candidato en Santa Coloma― y, por otra parte, tampoco les va mal enseñar los dientes de vez en cuando, convencidos de que el Govern no se romperá por unas meras declaraciones.
c) La tercera opción es que tanto la primera como la segunda posibilidad sean ciertas al mismo tiempo, al menos en parte, y vayan a empujar en la misma dirección, con el lamentable resultado conocido.