Una serie como Oh, Europa ya no podría hacerse ahora. Todas las capitales son la misma. He pasado más días en Madrid que en Barcelona en los últimos meses por motivos laborales. Tiempo suficiente para darme cuenta de que en la capital de España está ocurriendo lo mismo que empezó en Barcelona con los Juegos Olímpicos. El mundo ha descubierto la ciudad. Y pasa lo que pasa. En los últimos meses los precios de los hoteles se han disparado y la imagen en todo momento en el centro de Madrid es gente tirando de maletas y turistas haciendo fotos ya a las 9 de la mañana a cualquier detalle que les llame la atención.

Madrid está viviendo lo que Barcelona con 30 años de retraso. Algo menos. Porque hay quien teoriza que esto empezó con la pandemia, cuando Isabel Díaz Ayuso convirtió a la comunidad y, en concreto, a la capital en el gran centro de ocio del sur de Europa. Da igual. Unos aprovechan los Juegos o el Barça para venderse. Otros, una pandemia mundial o el Real Madrid. Que no es lo mismo, aunque lo parezca.

El problema para los madrileños, como bien saben los barceloneses, es que esto es pan para hoy y hambre para mañana. Porque, a estas alturas, ya saben cómo funciona esto. Primero, los extranjeros se enamoran de una ciudad y acuden de vacaciones a los hoteles. Luego, ya no acuden a los hoteles, sino que van a pisos alquilados a los turistas. Los espabilados, para tener estos pisos a disposición y cada vez más, echan a los inquilinos. Los fondos buitre ven el negocio. Los turistas dan paso a extranjeros con pasta que compran alguna propiedad. Entre unos y otros, el precio se dispara. Y poco a poco, los que vivían se van marchando y sus hijos ya se van a media hora del centro, con suerte, a pagar un precio con el que antes quizás hubieran podido vivir donde nacieron y crecieron.

Unos aprovechan los Juegos o el Barça para venderse; otros, una pandemia mundial o el Real Madrid

Y los centros de las ciudades están ocupados por hoteles, franquicias y turistas. Los nativos viven en otro lado. Y tenemos unos escaparates más o menos magníficos donde sólo pueden vivir los ricos. Y esto no ha ocurrido sólo en Catalunya o en España. Busque algún romano que viva en Roma. Y lo que ha pasado en Barcelona, ​​pasará en Madrid, aún a mayor velocidad. ¿Y qué quieres hacer?, dirán. Claro, no tengo la solución, pero quizás y sólo quizás pasa por regular, como mínimo, el precio y el acceso a la vivienda. Y eso, y mira que hay gente que ha hecho ruido, y mira que España a punto estuvo de ir a la quiebra por la burbuja que fue hinchando, lleva décadas de retraso.