"Hay dos mecanismos que mueven al mundo: el sexo y la plusvalía"
Alejo Carpentier

Todo lo que de estupefaciente sucede estos días en la política española tiene su explicación en el mecanismo o, más bien, en la ausencia de este. Ciertamente, Feijóo no termina de asumir que ahora mismo no existe un mecanismo para hacer caer al Gobierno, por muy débil o inoperante que le parezca, y todos los esfuerzos de Sánchez van encaminados, por su parte, a gripar el mecanismo para que la situación permanezca estable y poder así pervivir los mil días más en Moncloa.

Me explico.

Hasta donde se me alcanza, solo existen cuatro mecanismos democráticos para proceder a un relevo en el gobierno, a saber: una convocatoria adelantada de elecciones, una cuestión de confianza perdida, una moción de censura ganada y una dimisión por asunción de responsabilidades políticas debido a la presión exterior o interior por los escándalos. No existen otros. Todos, menos uno, dependen de la voluntad de Sánchez, y el que no, de la de sus socios y la oposición con vetos cruzados; por eso no hay mecanismo y la batalla real no es otra que una refriega, precisamente, para que el mecanismo exista o no pueda existir. Esto lo saben hasta los chinos, como se decía antaño, y eso significa que también lo saben en todos los partidos del espectro. Si Sánchez se enroca, por poca capacidad de gobernar que tenga, por muchos problemas que se le acumulen, si no existe mecanismo, la resistencia puede funcionar. El presidente del Gobierno no va a convocar elecciones —menos con sus socios por la izquierda patidifusos— ni va a presentar una cuestión de confianza, sobre su cadáver, así que la partida para los que quieren verle desaparecer se limita a la moción de censura o a la dimisión por el cerco de las evidencias judiciales en su contra, otro de los contrapesos democráticos que, como veremos, también puede dejar de funcionar.

El tema de la moción de censura está aparcado. Tras los flirteos, más o menos serios, entre los populares y los enviados de Junts antes del verano, se vio claro que incluso si estos últimos estaban dispuestos a enviar al limbo a Sánchez —que ganas no les faltan, porque les ha timado más de una vez—, la derecha sigue teniendo problemas para armar los votos necesarios. La parte del lobo del PP no le va a permitir a Feijóo que se centre y abra vías con las derechas nacionalistas, y eso es hasta más insalvable que la postura de Vox, que el otro día se descolgó ofreciendo una moción para convocar elecciones incluso si la apoyaba Junts. ¿Vieron lo que pasó el otro día con la votación de lo que en toda la UE se hace, el cómputo conjunto de penas en varios países? Pues lo mismo que le echaron a ETA a la yugular de Feijóo, le echarían sin duda a los golpistas catalanes. Ese camino está bastante cegado. El del PNV muere en la vía muerta de mantener la lehendakaritza, y Bildu y ERC se la gozan por contar con interlocución privilegiada.

La partida para los que quieren ver desaparecer a Sánchez se limita a la moción de censura o a la dimisión por el cerco de las evidencias judiciales en su contra

Así que el jefe de la oposición sabe que el único mecanismo posible sería la caída del Número 1, acorralado por la corrupción, el nepotismo, los procedimientos judiciales contra sus hombres de confianza y la familia y, en último término, contra su partido y contra él mismo. En esas andan en Génova, creen que los problemas irán subiendo para el presidente como la masa de los bizcochos. Lo malo es que tienen prisa y las prisas no son buenas consejeras y aun así las escuchan. ¿A quién se le ocurrió mandar al pobre de Borja Sémper a escenificar la presentación de una querella absurda, que además se presentó por Lexnet? Vamos a suponer que lo de Ábalos huela a esquema conocido, es decir, a banda de cutres desalmados que se quedan entre las uñas parte de la pasta que en realidad está destinada a financiar un partido. Es un esquema que el propio PP conoce bien, de eso iban Bárcenas y compañía, y que los socialistas ya experimentaron en su día con Filesa y otras hierbas. Si eso fuera así, acabará saliendo en las investigaciones o bien del caso Koldo o bien del caso Hidrocarburos. ¿A qué precipitarse con una querella basada en la inaprensible confesión de un amigo de Aldama que no dicen ni quién es? ¿En el juzgado de Pedraz, en serio? ¿No tienen criterio para saber en qué mimbres informativos ponen la fe? La desestimación era de libro y la bocanada de aire para Sánchez, previsible. Ansia de mecanismo.

El presidente del Gobierno sabe, por su parte, que el mecanismo de la responsabilidad política, de asumir la culpa in vigilando, o de abandonar cuando es obvio que no puedes sacar iniciativas adelante o presupuestos, o cuando te imputan a los más cercanos por sacarte las castañas del fuego, solo funciona si te dejas. De ahí a enrocarse solo hay un paso. De ahí viene el "con o sin apoyo de un poder legislativo que tiene que ser más constructivo y menos restrictivo" o el "más de mil días" o el "no hay nada de nada" o la estúpida querella contra el juez Peinado —otro bofetón que se podía haber ahorrado, él y la Abogacía del Estado— o la balada del "delincuente confeso" que ha hecho danzar a todo el que quiere seguir en su puesto, saltándose las directivas de la UE sobre presunción de inocencia, pero también dejando más claro que el agua cuál era "el relato" que al fiscal general le urgía desesperadamente ganar aquella noche. Gripar el mecanismo es la estrategia de su resistencia. Después vendrían el no dimitir a pesar de todo —en eso Álvaro García es una avanzadilla—, el considerar que le hace lawfare hasta la magistrada progresista a la que proponían para presidir el CGPJ y el amarrar en congreso búlgaro al partido, no sea que, según se desarrollen las cosas, alguien le vaya a pedir que no termine de enterrar a un partido con 145 años de historia.

El mecanismo es la clave para unos y para otros. El mecanismo democrático, pero también el mecanismo del poder, del dinero y de las prebendas y, por qué no, el mecanismo de la buena vida, venga con amigas y chalés o con volquetes de putas. No piensan en otra cosa, en cómo accionar o detener el mecanismo, según del lado que lo miren. Y mientras, sin pudor, se van gripando los resortes democráticos y se va sometiendo la exhausta democracia española a desgarros sin remedio.