De los creadores de la menstruación, el embarazo y el parto, llega: la menopausia, también conocida como eres una histérica. Ya sé que no todas las mujeres hemos tenido hijos, pero tranquilos, las que nos creíamos más listas que las demás por el hecho de ahorrarnos el apuro de parir un hijo, corremos un mayor riesgo de desarrollar un cáncer de mama. ¡Gracias! No vaya a ser que podamos respirar un poco… Ríete tú de la preparación que les hacen a los militares, una mujer que ha superado la regla, el embarazo, el parto y la menopausia está preparada para luchar contra el peor enemigo y para soportar la tortura más intensa que hayan aplicado nunca a un hombre; como mucho sentirá un ligero cosquilleo. Y, mientras tanto, los hombres, tranquilos, sin ningún dolor añadido a su existencia (hasta hace poco ni siquiera se depilaban) y pudiendo tener hijos hasta la edad que quieren sin sufrir ni una pizca de dolor. No es de extrañar, pues, que, en general, los hombres no den tantas vueltas a las cosas y que por cualquier resfriado se piensen que van a morir; la vida se lo ha puesto todo mucho más fácil desde el principio.
Una mujer que ha superado la regla, el embarazo, el parto y la menopausia está preparada para luchar contra el peor enemigo y para soportar la tortura más intensa que hayan aplicado nunca a un hombre
Hace unos meses empecé a tener unos síntomas que no formaban parte de mi forma habitual de ser: dejé de ser una persona (chica) divertida y me convertí en una (mujer) rompepelotas. En un primer momento, pensé que me habían quedado secuelas del último COVID que había pasado (actualmente tiene tantos síntomas que todo es posible), pero gracias al algoritmo (desde aquí quiero dar las gracias a mi algoritmo, no sé qué haría sin él), que nunca falla, supe que me equivocaba, que todo aquel descalabro emocional no tenía nada que ver con el COVID, sino con la perimenopausia. Tenía un desajuste hormonal de campeonato. Me empezó a llegar información sobre la perimenopausia en todas las redes sociales, incluso en LinkedIn; pero no fue hasta el lunes día 11 de agosto de 2024 a las dos y veinticinco de la tarde que, a lo lejos, en el horizonte, sentada en un sillón de piel rojo y con un puro en la boca, vislumbré la MENOPAUSIA (sí, con mayúsculas). Poca gente es capaz de decir la palabra menopausia sin que le tiemble la voz. La mayoría de hombres prefieren pensar que es una leyenda, una excusa que ponemos las mujeres para quejarnos de todo y para no tener relaciones sexuales. No negaré que alguna vez me he aprovechado de la menopausia para escalar en el mundo empresarial; la he utilizado de excusa para que me dieran algún trabajo (muchas empresas te preguntan si tienes pensado tener hijos cuando te entrevistan).
Para que os hagáis una pequeña idea de la tragedia que vivimos las mujeres diariamente a partir de una cierta edad, os he preparado una pequeña recopilación de los síntomas de la perimenopausia (periodo en el que el cuerpo te va avisando de que pronto desearás no haber nacido) y la menopausia. Cabe decir que cada mujer es un mundo y que, por lo tanto, no todas tenemos los mismos síntomas ni los tenemos con la misma intensidad. ¿Estáis listos? ¿Sí? Pues manos a la obra: sofocos (podemos estar a diez grados bajo cero y tener la sensación de que estamos en medio del desierto del Sáhara), sudoración nocturna (nuestra cama se convierte en pocos minutos en una piscina olímpica), sequedad (vaginal, de boca, de piel…; quedamos más secas que una mojama), bajada de la libido (ya nos pueden poner delante el hombre más atractivo del mundo que nosotras donde está el hombre vemos una fregona), período menstrual irregular (con tanta intermitencia parece que estemos haciendo señales de humo o hablando en Morse), cambios de humor (podemos estar tranquilamente sentadas en un autobús y empezar a reírnos como locas y al cabo de cinco minutos, ponernos a llorar como si se estuviera terminando el mundo), fatiga (podemos dar dos pasos y tener la sensación de que acabamos de escalar el Everest), caída del pelo (¿de verdad que es necesario que nos quedemos con tres pelos en la cabeza?), incontinencia (mientras nuestros maridos son considerados «hombres maduros atractivos», nosotras no nos aguantamos ni los pedos), hinchazón (más que mujeres parecemos globos aerostáticos llenos de ventosidades), dolor en los senos (caídos a más no poder y con dolor, what else?), dolor articular (te abres de piernas y ya no las vuelves a cerrar nunca más; de aquí que nos lo pensemos mucho antes de tener relaciones sexuales), insomnio (ni durmiendo podemos desconectar, con los ojos abiertos como naranjas todo el día), dificultad de concentración (eso es un síntoma que afecta a toda la población, así que es difícil de identificar), pérdida de memoria (esto es una defensa del cuerpo para no sufrir tanto), mareos (parece que vamos borrachas todo el día; normalmente es porque hemos bebido para olvidar), cambio de olor corporal (pensamos que son los de al lado, pero somos nosotras, que por más que nos duchemos apestamos), el cuerpo pasa de tener curvas a parecer una pera, los pechos caen (cuanto más grandes más abajo llegan), depresión (se entiende perfectamente) y ansiedad (me parece lógico). Gracias por tanto, pero no era necesario, de verdad.