Tenía razón el PSOE con que pasaría la tempestad más dura de la preinvestidura. Que, una vez conformado el gobierno, los ministros y ministras empezarían su andadura hacia los presupuestos generales, la materialización de los pactos, el sistema de financiación autonómica desde el Consejo Fiscal o la CEOE negociando el pacto de un nuevo SMI sin anunciar apocalipsis empresariales y retirándose del debate de la amnistía —donde no pintan nada—. La elocuencia de Pedro Sánchez en la presentación de Tierra firme ha sido un buen retrato de cierta comodidad con la que cierra el curso. Con ironías incluidas sobre zonas rojas del Ejecutivo. Jorge Javier comentó que le vería en el programa Supervivientes por su trayectoria política y Sánchez replicó para pasmo del público: "¿Eso dónde lo grabáis? (...) En El Salvador, como tenemos un mediador".
La ruptura de Sumar-Podemos se ha adelantado, pero favorece a todas las partes. La decisión prematura ahorra tensión y los envites de Podemos en una coalición donde no pintaban nada. Ni por sintonía, ni encaje, ni por decisión de Yolanda Díaz. Podemos ya está en el Grupo Mixto, ¿y ahora qué? Tras la ruptura de Madrid, Podemos y Sumar se han intercambiado parte de los papeles. Los de Yolanda Díaz no quieren relativizar la salida de los morados y no hay puente tendido que valga. Su portavoz Ernest Urtasun insiste en el “transfuguismo” y no quieren oír hablar de pactos autonómicos de cara a las gallegas y las vascas.
Podemos, por el contrario, baja el tono. Galicia es el territorio estrella de la líder de Sumar y aseguran que las direcciones autonómicas tienen delegadas las competencias para decidir si van en coalición. El coordinador de Podemos Galicia, Borja San Román, está haciendo llamamientos para ir juntos. A Sumar puede no interesarle y, de momento, han suspendido las reuniones. Veremos si es por la reacción en caliente o por el rechazo a una candidatura conjunta.
El problema de Podemos no es Sumar, es la descapitalización del partido y la dificultad para colocarse en un tablero donde los socios responden a estrategias territoriales y electorales de cara a 2024
De cara a la cita vasca, Elkarrekin Podemos tiene más pegada que Sumar, que entraría por primera vez a competir también con Bildu, PNV, PSOE. En las generales tampoco despuntaron y consiguieron sacar el diputado por Vizcaya por los pelos. La candidata de Podemos ya está cerrada con la cabeza de lista Miren Gorrotxategi y los morados ligan el futuro de las gallegas a las vascas. Juntos o separados en ambas citas.
Sobre las europeas, Podemos no esperará mucho para desvelar su estrategia. Este sábado 16 de diciembre, en el primer acto en Madrid tras la ruptura, Ione Belarra podría lanzar algunas claves. Como tarde, esa papeleta estaría despejada antes de enero. Y al margen de anuncios, el problema de Podemos no es Sumar, es la descapitalización del partido y la dificultad para colocarse en un tablero donde los socios responden a estrategias territoriales y electorales de cara a 2024. Porque aunque relativizan las salidas del partido, la lista es cada vez más larga. Están tocados de muerte en Madrid, València, Barcelona y en los territorios, con gestoras en cinco comunidades, y un vaciamiento de cargos junto a un arrastre de Sumar cada vez más fuerte.
Y mientras la coalición se ha recolocado, la oposición sigue en el mismo sitio. Por un lado, están los odiadores. Santiago Abascal ha elegido la toma de posesión de Milei para desplegar la agenda de Vox en fondo y forma. No harán prácticamente nada en el Congreso, escasos de cuadros tras la salida de Iván Espinosa de los Monteros, ni números para presentar mociones de censura ni recurrir al Constitucional. Les quedan las embestidas ultras y arrastrar al PP. La barbaridad de “colgar” al presidente “por los pies” o “no sé si llamarles zurdos de mierda”, incide en la retórica frentista de la extrema derecha. Es la "polarización asimétrica", en palabras de Pedro Sánchez.
Más preocupante es la normalización de las reuniones estratégicas de Abascal. El autócrata húngaro Viktor Orbán se reunió con el presidente de Vox en Buenos Aires para preparar las elecciones europeas de mayo. El “muro” que pide el PP de Ursula von der Leyen frente a las derivas iliberales, son los aliados del socio de Feijóo. El PP tendría fácil escorar a Vox por sus alianzas fuera del tablero en un país profundamente europeísta como España. Pero si Feijóo tira de un sitio, se rompe por otro. El PP tiene cinco gobiernos autonómicos con Abascal y la intención de absorber a sus votantes pasa por simular a Vox.
Horas antes del primer pleno donde se debatirá la amnistía en el Congreso, el gabinete de Moncloa ha ofrecido a Feijóo tres fechas para reunirse antes de fin de año y abordar la renovación del CGPJ, la financiación autonómica y sacar de una vez el término disminuidos de la Constitución. De todas estas cuerdas, veremos de cuántas tira el PP. Si elige como única agenda la confrontación de la amnistía, a Feijóo cada vez se le oirá menos.