Creo que si existe una película que representa el cambio de paradigma del mundo tecnológico que los boomers llamábamos informática es la mítica película Steve Jobs, con guion del Maestro Sorkin. En la última escena, Jobs le dice a su hija, poco antes de entrar en el escenario donde presentaría el revolucionario iMac, que en lugar de la piedra que llevaba en la cintura, refiriéndose al inolvidable walkman donde escuchábamos las casetes, le pondría en el bolsillo mil canciones. Aquel iMac, aparecido en 1998 para cambiar nuestra relación con la informática, es ahora un producto de museo totalmente vintage. Y el iPod que creó Jobs para poner las mil canciones en el bolsillo de su hija también. Jobs, el Galileo del siglo XX, acabó de cambiar el paradigma de nuestra forma de relacionarnos con nuestro bolsillo poniendo en él con el iPhone, en 2007, el mundo entero: canciones, imágenes, telefonía, vídeos, correos, todo internet, y mil cosas que ya no sé como explicar. Todo cambió con la idea de Jobs de transformar la "informática" en una parte más del cuerpo humano. Y ya no tenemos nombre para definir esta tecnología que se ha convertido en una parte de nosotros.

Que el Mobile World Congress, nacido con otro nombre en 1990, reúna en 2024 a más de 100.000 personas en Barcelona demuestra claramente que Jobs cambió la historia. Su obsesión por convertir esos aparatos que los ingenieros de los años ochenta teníamos el privilegio de saber hacer funcionar como herramientas de cálculo y de gestión muy potentes, son ahora artefactos que aprenden a utilizar a los niños antes de aprender a montar en bicicleta. Dejadme que os recuerde que a los ingenieros que salíamos de la universidad a mediados de los años ochenta nos habían enseñado cómo funcionaba una regla de cálculo, habíamos comprado las primeras calculadoras Texas o HP programables, y cargábamos los sistemas operativos con casetes que fueron progresivamente sustituidas por los discos floppy. Aprendimos a hacer funcionar en primicia las hojas de cálculo, y algunos incluso programábamos en lenguajes paleolíticos como el BASIC o el FORTRAN. Todo eso es ahora prehistoria en un mundo donde el conocimiento tecnológico es absolutamente irrelevante para un usuario que cada vez más se adentra en un universo virtual inimaginable para mis queridos compañeros de promoción. Inimaginable. Los más frikis recordaréis que en la película, Jobs, el visionario, no cede ante su amigo, el ingeniero Wozniack, y no le quiere agradecer el trabajo hecho por los ingenieros precursores de los primeros Macintosh. De hecho, Jobs solo nos quiere hacer ver que la tecnología no está al servicio de los ingenieros, sino de los usuarios.

El reto de verdad sigue siendo el mismo de los últimos cien mil años de evolución: cómo utilizar todo este nuevo universo de bolsillo para ser mejores y más felices

Hoy los ingenieros de todo tipo están al servicio del usuario, convertido en el centro de todo este extraño mundo que muta en permanencia. Y en el Mobile World Congress tenemos la suerte los barceloneses de averiguar algunas de las últimas tendencias. Un batiburrillo de cien mil profesionales han desembarcado para alterar el tráfico, y darnos la oportunidad de hacernos sentir privilegiados por ser durante unos días el epicentro de este nuevo mundo. Pero esta revolución no solo ha cambiado el mundo tecnológico, sino la manera de imaginar como lo hará. Al lado del Mobile World Congress aparece cada año con más fuerza otro congreso, el 4YFN, que reúne a las empresas emergentes del sector. El ecosistema es tan cambiante que el mundo financiero está pendiente de estas pequeñas empresas nacidas para intentar imaginar un futuro diferente. Muchas, nunca llegarán a existir realmente, pero algunas de ellas serán las mayores empresas de los próximos diez años. Es totalmente fascinante que eso pase tan cerca de nosotros. El futuro se ha hecho presente por unos momentos en Barcelona.

Pero volvamos a Jobs porque, en su voluntad de poner mil canciones en el bolsillo, es quien nos marca el camino. Él hizo posible el sueño de hacer que el ser humano conviviera con la tecnología, porque quería que su hija tuviera todo el mundo a su alcance. Es el sueño de todos los padres y madres: que nuestros hijos dispongan de los máximos recursos para afrontar la vida. Pero el reto de verdad sigue siendo el mismo de los últimos cien mil años de evolución: cómo utilizar todo este nuevo universo de bolsillo para ser mejores y más felices. Jobs solo nos ha puesto las mil canciones. Cada generación tiene su oportunidad de escuchar su música. Aunque tengan mil canciones, los jóvenes siempre tendrán que aprender a escoger cuál les gusta. Mientras tanto, nosotros, los ingenieros de la generación de los ochenta, podremos disfrutar como nunca de un universo tecnológico, que aunque nos supere, hemos tenido el privilegio de ver nacer.