Tal día como hoy del año 1933, hace 89 años, en Barcelona; se celebraba el funeral de Francesc Macià i Llussà, restaurador y president de la Generalitat desde el 14 de abril de 1931. El presidente Macià había muerto dos días antes, después de una larga enfermedad, en la residencia presidencial del Palau de la Generalitat. Según la investigación historiográfica, estuvo despachando asuntos de gobierno hasta, prácticamente, media hora antes de morir. También la misma investigación, revela que pocos minutos antes de morir, preguntó a las personas que lo rodeaban quién lo relevaría hasta la conclusión de la legislatura. Cuando Ventura Gassol, conseller de Cultura, le recordó que, según el reglamento estatutario, su relevo sería Lluís Companys, president del Parlament; Macià respondió lacónicamente "Pobre Catalunya".
El séquito funerario del presidente Macià se inició en el Palau de la Generalitat. Desde la plaça Sant Jaume, el coche fúnebre se dirigió a la Catedral. Durante las horas previas al funeral, se había producido un grave incidente provocado por el obispo Irurita Almandoz; que, por cuestiones puramente ideológicas, se negaba a oficiar el funeral del president. La intervención de su superior jerárquico, el cardenal Vidal i Barraquer, arzobispo de Tarragona y máxima autoridad eclesiástica de Catalunya; ordenándole oficiar el funeral, evitaría un conflicto institucional de gran envergadura. Años después (1939) Irurita protagonizaría un sórdido episodio, cuando después de que lo hubieran dado por muerto (asesinado por elementos incontrolados, 1936); fue reconocido por algunos testigos en una misa de campaña inmediatamente posterior a la ocupación franquista de la ciudad.
Después del oficio religioso, el coche fúnebre se dirigió hacia el cementerio de Montjuïc. La prensa de la época destacaría que en aquel recorrido había más de un millón de personas (el equivalente a la población de la ciudad de Barcelona) y que representaban la mitad de la población de Catalunya. Durante las primeras horas de la luctuosa jornada, habían llegado miles de personas de todo el país. Nunca el pueblo de Catalunya ha despedido a nadie de forma tan multitudinaria.