Entran un rabino, un imán y un cura en una casa. Y el hogar no es el escenario típico de un chiste, sino una nueva realidad que se está construyendo en Berlín. Una sola casa con tres religiones dentro. La House of One. Un solo edificio acogerá tres edificios religiosos: una iglesia cristiana, una mezquita musulmana y una sinagoga judía. En Berlín son creativos, y aunque los expertos en tendencias y arquitectura aconsejan mirar Varsovia como nuevo hub de todo lo que se pondrá de moda, en Berlin-Mitte ya empieza a caminar esta idea que a los más puristas de la religión les puede parecer una auténtica aberración. Un edificio singular, único. Se está construyendo en un terreno de 70 metros en una de las típicas y anchas avenidas berlinesas. En época del Muro (Berliner Mauer), aquí mismo había un aparcamiento. Antes este era también el emplazamiento de la Petrickirche, una iglesia que se destruyó durante la Segunda Guerra Mundial. En Berlín se ha destruido mucho y tiene todo el sentido del mundo que sea una ciudad que quiere construir.
Desde el 2009 oigo hablar de esta idea, que ahora toma forma. Se lanzó un concurso en que 208 proyectos de catorce países competían. Finalmente, los arquitectos Kuehn-Malvezzi son los ganadores y ya están ideando el nuevo espacio religioso en que fieles de tres religiones rogarán juntos. Parece fácil. Es casi imposible. Un espacio común central asegurará que se pueda hacer actividades y que no sea solo una zona para intercambios interreligiosos con miembros de cada una de las religiones. La Casa quiere estar abierta a gente del mundo de la empresa, la cultura, la política, seguidores de otras religiones y especialmente a gente que no se identifica con ninguna religión. Es un espacio para dialogar entre estos grupos y las tres religiones y no una casa para cristianos, musulmanes y judíos. El mundo es mucho más vasto.
Una de las primeras críticas que ha recibido el proyecto es que se promueve una sola religión estándar. Los promotores consideran lo contrario. No buscan ningún denominador común teológico o ético a la baja. La misma arquitectura de la Casa lo da a entender. Hay tres salas sagradas (una iglesia, una mezquita y una sinagoga) separadas para rogar. Pero los espacios comunes posibilitan el contacto entre las tres confesiones y sobre todo con la sociedad, y así cada religión gana con perspectivas diferentes y puede enriquecer su propia identidad. La Casa está ideada para ser al mismo tiempo un espacio de plegaria y de aprendizaje. Las religiones tendrán su propio espacio, pero el edificio se convertirá en un punto importante de referencia en el corazón de Berlín y tendrán que hacer accesible su fe a gente que se acercará por curiosidad, interés genuino o también con escepticismo. Ahora están recogiendo fondos para poder iniciar las obras en el 2019 y personas e instituciones se están implicando: entidades académicas ofrecen cursos, imanes, rabinos y pastores ya se han puesto a disposición, pero también músicos, artistas y escritores. Detrás del proyecto está una asociación, la House of Prayer and Learning Petriplatz Berlin, de la que forman parte entidades como la Comunidad Judía de Berlín, el Foro para el Diálogo Intercultural (musulmán) o varias entidades evangélicas como la Iglesia Evangélica de Berlin-Stadtmitte.
El espacio está ideado para acoger exposiciones, lecturas, seminarios, festivales, y quiere ser un laboratorio abierto de ideas. Una propuesta que podría venir hacia Barcelona, que ya se ha inspirado en Berlín para organizar la Noche de las Religiones, una iniciativa que también surgió en la capital alemana.
El rabino Andreas Nachama, del consejo de administración, ya ha advertido que la idea no es "mezclar o confundir las religiones", sino "acercarlas y hacerlas dialogar, entre sí y con los otros". La coexistencia no solo pacífica sino productiva de las religiones con gente que no cree es fundamental. Cuando recibió el Premio Nobel de la Paz, Martin Luther King escribió que hemos heredado una casa grande donde vivir todos juntos, blancos y negros, occidentales y orientales, no creyentes, judíos, católicos, protestantes, musulmanes, hindúes... una familia separada por ideas, culturas e intereses, pero una familia que tiene que aprender a vivir otra vez en paz. No hemos avanzado mucho, creen en Berlín, y es por eso que se ponen a construir. Con casa o sin ella, la urgencia de entendernos, como humanidad, es tremendamente necesaria.