Un nombre inevitable cuando te adentras en teología es el de la escritora y poeta Dorothee Sölle, la inventora de un término duro pero pertinente denominado "cristofascismo". Ella era uno de los pocos nombres de mujeres teólogas que estudiábamos al lado de los grandes monstruos de la teología universal. Dorothee Sölle (1929-2003), alemana, teóloga cristiana protestante, militante, feminista, pacifista, organizó las Politisches Nachgebet o "Noches de plegaria y política", sobre todo motivada contra la Guerra en Vietnam. Tuvieron lugar en la iglesia gótica de Antonitekirche en Colonia. Muy sugerente es su libro sobre desobediencia creativa (Creative Disobedience) de 1995, o el del paciente Suffering (1975), así como todas sus reflexiones sobre Dios. Fue profesora de teología sistemática y su formación mezclaba Filología Clásica, Filosofía y Teología. Fue profesora en el prestigioso Union Theological Seminary de Nueva York. La importancia de Sölle, aparte de su innegable brillantez intelectual, es la coherencia. Su pensamiento no se puede separar de su praxis. De hecho, el compromiso político es lo que le condiciona su manera de pensar. El también teólogo Gibellini lo define así: "Llega a la teología política desde la teología existencial".
Compromiso, lucha contra la pobreza estructural y también una mirada poética sobre el mundo caracterizan a Dorothee Sölle
Dorothee Steffensky-Sölle no concibe a un Dios sólo padre, y propone encontrar nuevas maneras de definirlo y acercarse a él, no suprimiendo esta categoría sino intentando ampliarla para que sea más inclusiva. Dios como padre y madre, Dios como realidad viva y no estática. Decirle "Él" le parece restrictivo y que no refleja la realidad divina.
Era miembro de una iglesia que había justificado el nacionalsocialismo y eso la hizo optar por una radicalidad ética y también social. Alertaba del peligro de los populismos vinculados a ideales religiosos, un aspecto muy adecuado para recordar hoy.
Sölle era de origen de familia acomodada, pero se fue acercando a la teología de la liberación gracias a sus estancias en América Latina. Era muy crítica con la forma de vivir la religión en Alemania y en Europa (muy individualista). Compromiso, lucha contra la pobreza estructural y también una mirada poética sobre el mundo caracterizan a esta pensadora, que rompe todos los estereotipos que tildan a los teólogos de pensadores abstractos sentados cómodamente en un sofá leyendo y disertando sobre el mundo mientras el mismo mundo se hunde. Sölle no era así. Ella vivía y, cuando podía, arrancaba momentos de su actividad para sentarse y plasmarlo con la escritura. Le damos gracias porque ha desempañado muchos prejuicios, y porque ha hecho avanzar inexorablemente el pensamiento. Que no sea eso, la temida teología feminista: avanzar desde la experiencia, y no desde el puro mundo de las ideas.