"No deis a los perros las cosas santas ni tiréis las perlas a los cerdos porque las pisarán y después todavía se girarán para destrozaros". Es uno de los textos del Evangelio de Mateo que siempre me ha llamado más la atención por la fuerza expresiva y por el significado sapiencial que contiene. Margaritas a los cerdos, en la versión griega. Perlas a los cerdos, en la catalana (margaritis significa "perla", en griego). No malbaratéis vuestro talento con quien no lo acogerá, sería una consecuencia. No deis el alma a quien no la valora, no deis vuestra vida a personas o causas que no valgan la pena. Las perlas cuestan de cultivar y son preciosas. El texto no solo desaconseja dar perlas a los cerdos, sino que añade que, además, las pisarán y se girarán para destrozaros. Encima.
Los textos sagrados, no solo los cristianos, están repletos de amonestaciones de este tipo que ponen en guardia a las personas ante los peligros. Con analogías, porque naturalmente no se refieren a los perros y a los cerdos sino a las personas que tenemos alrededor. Las margaritas o las perlas son delicadas, símbolo de aquello preciado. Los cerdos comen indiscriminadamente lo que se les tire, bueno o de saber dudoso. Conozco a personas especialistas en dar perlas a los cerdos. Gente que no solo las ofrece, sino que se pasa la vida generando bien y repartiéndolo. Sí, a menudo los pisan y tienen el cuerpo con heridas de puñales. Con todo, son gente reincidente. No se cansan. Algunos denotan abatimiento y desencanto, pero no desfallecen. Ellos siguen con sus perlas, y los cerdos ya sabemos que tienen tendencia a reproducirse, naturalmente o con inseminaciones artificiales, como nos han puesto sobre la mesa los medios de comunicación estos días con el caso del obispo Novell, buena nueva vida tenga. También hay gente que es incapaz de dar una perlita a nadie. Que todo lo acaparan y codician, incapaces de repartir juego. Potentes, pero estériles.
Ha empezado una nueva edición de La isla de las tentaciones, un programa donde se repiten patrones de seducción y traición con toques de resistencia en lo que llaman "el amor verdadero". Un programa televisivo donde frases como "no te daré lo que no te mereces" son hijas legítimas de las margaritas y los cerdos. Escoger es un arte donde habitualmente la equivocación tiene un gran espacio.
En la vida, el juego consiste probablemente en discernir donde encaminar aquello que nos ha sido dado o bien por naturaleza como el talento, la bondad, la belleza o lo que vamos forjando a lo largo de la vida como la generosidad, la empatía o el desprendimiento.