No es habitual que personas sin vinculación política explícita se signifiquen de manera tan clara como ha sucedido con el vídeo propagandístico This is the real Spain. Algunos periodistas, artistas, actores, cocineros, cargos institucionales y directivos se han prestado a la operación de limpieza facial, maquillaje y embellecimiento de la democracia española a nivel planetario.
Como se sabe, el vídeo viene de la Secretaría de Estado de la España Global, del Ministerio de Exteriores que encabeza el flagelo de independentistas Josep Borrell, un socialista que coquetea con el unionismo más rancio de las derechas españolas. La secretaría en cuestión tiene por objeto mejorar la percepción del país en el extranjero y entre los propios españoles. Utiliza diferentes instrumentos, entre los cuales la comunicación, que está orientada a "divulgar los aspectos positivos de España, de forma veraz y ajustada a la realidad a través de diferentes canales, tanto nacionales como internacionales".
Como se sabe, en el vídeo se cantan las excelencias del sistema democrático español, en lo que es claramente una contraprogramación de propaganda por el impacto que pueda tener el juicio para el 1-O y la acción de exiliados y activistas en el exterior. El caso es que los participantes en el vídeo ubican la democracia española al nivel de la de los países nórdicos, cuando la realidad nos demuestra que en la persecución obsesiva del independentismo, España parece una versión de las dictaduras de Turquía o China.
En el vídeo en cuestión unos no políticos se avienen a prestar su imagen a una causa política, cosa que no acostumbra a pasar por diferentes motivos: porque no es su territorio natural, porque sólo quien hace el encargo conoce su auténtica finalidad y porque haciéndolo se exponen al riesgo de salir escaldados por las reacciones comerciales que puedan generar entre los que no comparten sus posiciones.
Choca que un activista de los derechos humanos como Richard Gere no sepa que participa en un acto de propaganda ideado para contrarrestar, precisamente, la vulneración de derechos humanos por parte de políticos y jueces españoles
Pero de vez en cuando se dan excepciones. Por ejemplo, una de ellas, que ya resulta histórica, es del expresidente de Freixenet, José Luis Bonet, actual presidente de la Cámara de Comercio de España y conocido unionista. Otra, que en su día tuvo mucho eco, vino de la mano del AEB (Asociación Española de Banca) que en el lejano 25 de septiembre del 2015, con motivo de las elecciones al Parlament de Catalunya, emitió un comunicado en que se advertía a los catalanes que, según cómo, las entidades financieras se verían obligadas a reconsiderar su estrategia de implantación, con el riesgo consiguiente de, ¡ojo!, reducción de la oferta bancaria y, en consecuencia, exclusión financiera y encarecimiento y escasez de crédito. Mientras la posición del Sr. Bonet es vocacional, parece que los firmantes del manifiesto del AEB lo hicieron por la presión de las estructuras de Estado, que vieron en la amenaza de la banca una manera convincente de dar miedo a la población y condicionaron el sentido de su voto. Si había otras contraprestaciones, cosa que es verosímil, quizás nunca se sabrán.
En el vídeo que nos ocupa, seguramente que hay quien ha prestado su imagen por motivaciones exclusivamente de orden personal, mientras que otros lo han hecho por intereses más tangibles. O por las dos cosas. En cualquier caso, se entiende que profesionales con un profundo sentimiento español se presten a ceder su imagen al lavado de cara de la democracia de su país. Incluso pasando por encima de los excesos que se están cometiendo con los líderes visibles de un procés independentista. Cuesta un poco más de entender que no españoles con cargos en instituciones internacionales presten su imagen para esta causa. De la misma manera que cuesta de entender que el conocido actor Richard Gere, una cara universal, participe. Quizás lo hace porque se lo ha pedido su mujer actual, española por cierto; o también podría ser que le hubieran hecho un encargo tipo George Clooney con una conocida marca de cafés. Quizás tampoco lo sabremos nunca. En cualquier caso, choca que un activista de los derechos humanos como él no sepa que participa en un acto de propaganda ideado para contrarrestar, precisamente, la vulneración de derechos humanos por parte de políticos y jueces españoles.
Más allá de estos personajes y de sus motivaciones, estamos ante una inversión pública, que ha hecho el Gobierno a través de España Global, destinada esconder que se ha cometido y que se está cometiendo una injusticia. Y eso se hace mientras el Estado pasa cuentas millonarias al expresident Mas y compañía por el 9-N, a la vez que acusa los presos políticos actuales y exiliados de una supuesta malversación de dinero público (negada reiteradamente por el mismo Gobierno) por organizar votaciones libres y democráticas. Me pregunto quién es quien malversa y, lo más preocupante: ¿qué calidad democrática e institucional tenemos encima?