"La vida cambia en un instante. Te sientas a cenar y la vida como la conoces termina"
Joan Didion

El siglo despierta, los acontecimientos internacionales no dejan lugar a dudas. En el mundo, en Europa, todo se remueve y muta. ¿Todo? Podría pensarse que una aldea de irreductibles íberos resiste y va a su bola. Pero no, no es un guion de Goscinny, sino nuestra más cruda realidad. También aquí atravesamos momentos delicados, extremadamente delicados. Uno está a la vuelta de la esquina, este mismo jueves, día en el que los socialistas ya han avisado de que la Mesa del Congreso mandará a freír espárragos la PNL presentada por Junts para que la cámara inste a Sánchez a presentarse a una moción de confianza.

Avisé, frente a las risitas de algunos, de que no se trataba de ninguna chanza, sino de una iniciativa de alto calado político, una trampa casi sin salida, y ahora sabemos que entre susto y muerte, el Gobierno ha elegido harakiri. La anunciada negativa a tramitar siquiera la iniciativa de Junts como poco paralizará cualquier negociación, reunión aquí o allá, de forma inmediata. Como mucho, ¿qué podría pasar? Lo más probable, después del ultimátum de Puigdemont, sería una ruptura, al menos saliéndose de la llamada mayoría de Gobierno, lo que impediría a Sánchez y a los suyos aprobar nada. Nada es nada. No solo los presupuestos, que claro, sino incluso los decretos ley que es preciso convalidar. Nada. El vacío legislativo y presupuestario, junto con todo lo demás. Entonces, se preguntarán, ¿cómo es que se empeñan en cegar una vía que les permitiera al menos tener abiertas las expectativas con los juntaires? Porque es una trampa mortal, ya les digo. Si esa PNL se llegara a debatir, el Congreso viviría una auténtica sesión de censura, porque, ¿qué grupos, además del socialista, saldrían a cantar las glorias de Sánchez y a decir que confían en él? ¿Qué no se diría y se reprocharía en esa tribuna? Es que eso ni Sumar puede afirmarlo. No, el ego político del presidente del Gobierno no puede pasar por ese trago y menos ahora, en un momento tan delicado en el que todo pende de unas togas.

En Madrid hay un poco de lío. Según leas un diario u otro, la postura de los juntaires parece ser diferente o, al menos, con matices tornasolados. No desestimo el poder del canto de las sirenas de la M-30 ni la existencia de nuevos Ulises, aunque sí sé que tales encantamentos no llegan hasta Bélgica, lugar en el que, dada su extravagancia, como mucho tienen un Manneken Pis. Por eso, tras el momento delicado del jueves en el Congreso, vendrá el momento delicado del viernes, en la reunión del núcleo de Junts en Bruselas, porque, ¿qué van a hacer después de haber dado un ultimátum? ¿Qué van a hacer con la impudicia de las leyes ad hoc para lo que consideran lawfare propio, después de haber mirado hacia el banquillo cuando eran otros? Un zapatazo es un zapatazo. Hay mucha gente, más de la que imaginan, mirando a ver si lo dan. Hasta los más insospechados, hasta los más indeseados. Quedarse en una regañina haría perder mucho fuelle a la sensación de poder que emana ahora mismo del único grupo capaz de hacer tambalearse al Gobierno.

Si la PNL se llegara a debatir, el Congreso viviría una auténtica sesión de censura

Delicada cuestión. Abandonar o no abandonar. Seguir o no seguir. Aguantar o no aguantar. Apoyar o no apoyar. Me temo que de gran parte de las cosas solo vamos a tener idea cuando sucedan, y que en la superficie obrará la ceremonia de la confusión. Que Feijóo, si considera que la deriva de Sánchez es muy preocupante, tendrá que dejar de pitufar y lanzarse al agua fría de una moción de censura para convocar elecciones, que a ver quién se la vota y quién no, con los argumentos que para la ocasión cada uno engarce. Lo que no empece para las conversaciones reservadas y las tomas de contacto, pero amarrado, amarrado, nunca se tiene nada en esta vida, al menos a las claras, y menos una cosa como esa.

Hurtado sigue hacia adelante. Creo que yerran los que piensan que intentará cerrar la instrucción llamando al "equipo Moncloa" que apareció en las conversaciones con el ex secretario de los socialistas madrileños, Juan Lobato. No le hace falta. En cuanto tome declaración a Álvaro Ortiz y a Diego Villafañe, le quedará por oír a Almudena Lastra —la fiscal jefe de Madrid que no quiso pasar la nota informativa por su contenido—, al fiscal de delitos económicos, Julián Salto, y esperar el informe final de la UCO, con el listado de llamadas y el de wasaps si es posible, aunque sea sin conocerse el contenido. Con esas diligencias terminadas, es previsible que Hurtado dicte ya auto de transformación en procedimiento abreviado (equiparable al procesamiento). Los expertos, y los imputados lo son, saben que la condena por prueba indiciaria es perfectamente posible (STS 834/2024, entre las últimas) y que un indicio no es una mera conjetura, sino que son hechos plenamente probados, pero que no acreditan directamente los elementos del delito, sino que prueban otros elementos circundantes a partir de los cuales se puede inferir, razonablemente, la comisión del delito. Todos los días se dictan sentencias así. Se acercan, en esta fase, momentos extra delicados para el fiscal general, rebautizado por el Gobierno como "su" fiscal general. La cosa está delicada. En los mentideros se habla de cierta desesperación, aunque no hay que hacer caso de ellos.  

No menos delicada es la deliberación de la Sala III del TS el próximo día 28, en la que tendrá que decidir si anula el nombramiento de Álvaro García Ortiz como fiscal general del Estado, a petición de dos asociaciones fiscales. Pueden suceder tres cosas ese día: que no se anule, que se anule o que no sepamos tan pronto el resultado. En cualquier caso, el aforamiento de García Ortiz al TS se mantendría, puesto que, aunque dejara de ser fiscal general del Estado, él es de por sí fiscal de Sala, por lo que seguiría aforado. Extremadamente delicado el devenir de esta causa, en la que Sánchez ha puesto varias veces la mano en el fuego.

Tan delicado está todo, que hay gente dentro del PSOE que intenta apostarse con el de al lado que este extraño año será electoral también en España. No sé si por convicción o porque tienen ganas de comer gratis. Vivimos un momento complejo, inestable y tremendamente delicado y, en gran parte, su hálito de vida depende de las formaciones independentistas catalanas. O sea, como hasta ahora. Delicado pero no nuevo. Extremadamente conocido, pero más peligroso.