Si es que al final los presidentes Sánchez y Macron hablan efectivamente de transporte de hidrógeno verde entre Barcelona y Marsella el próximo día 19 en la sede del MNAC y firman los protocolos que más convienen, no se piensen que han hecho a toda prisa un máster de ingeniería de urgencia sobre el tema y saben cosas que el resto de mortales (president Aragonès incluido) desconocemos. Sus secretarios y subsecretarios ya llevan en la cartera de piel el estudio programado, acordado y bien envuelto por los técnicos de los ministerios correspondientes de los dos estados, además de los CEOs de las multinacionales que se encargarán de la construcción y de hacer negocio, y el beneplácito de los funcionarios que corresponda de la Unión Europea. Anunciar, pues, la cumbre, como un encuentro de trabajo sobre abastecimiento energético entre los dos presidentes como si de ellos dependiera, es engañar al personal. Y la gente hace bien en desconfiar. Lo que queda por hacer es sonreír al hacer la foto y el intercambio de plumas. Y cada uno a lo suyo.
Con la cumbre bilateral Macron puede intentar desviar la atención de los graves problemas sociales que tiene en Francia al intentar aumentar la edad de jubilación. Puede parecerle edificante acercarse a un estado vecino que trata mucho peor a sus pensionistas. Y la prensa amiga siempre puede hacer comparaciones que le resulten favorecedoras... Pero no todo sale siempre bien. El día 19 es probable que Emmanuel Macron se tenga que quedar con las ganas de acercarse a la calle Montcada, como ya ha dicho que querría hacer. Y es que Pedro Sánchez lo tiene muy bien acostumbrado. Primero fue la privilegiada visita al Prado cuando la cumbre de la OTAN, ahora el MNAC por la bilateral y como de vuelta, querría el presidente de Francia pasearse por el museo Picasso. Demasiado complicado (y muy caro) puede ser garantizar su seguridad en unas calles como las de la Barcelona vieja, con un independentismo en avivamiento, y en un lugar tan alejado de las explanadas y el aislamiento de Montjuïc.
Es más, señor Aragonès, si yo soy una a representar, mejor baje con las compañeras y compañeros de la Asamblea, de Òmnium, del Consell per la República, de la Intersindical y de los partidos políticos que, como mínimo, el día 19 entienden dónde tiene que estar
Sánchez, por su parte, pretende que la cumbre convenza a propios y no tanto de que ha sido él y solamente él, siguiendo su manual de resistencia, el campeón de la unidad sagrada del imperio más tronado, y a la vez, un estadista pacificador: de la misma manera que dicen que Sant Jordi mató al dragón, de él dicen sus hombres que ha acabado con el independentismo. Y que incluso puede invitar, magnánimo como es, al presidente de Catalunya a saludar porque sabe que no se apartará ni una migaja del versito de Navidad, versión cimera, que le dejan decir. Una versión que se tendría que acercar al migrado ingenio de Salvador Illa, presidente del "gobierno" que no sale nunca de las sombras, y que entre procés y progreso, gesticula a favor del "progreso" de cambiar La Fuixarda por más cemento, y construir el macrocomplejo del Hard Rock en el Campo de Tarragona, entre Vila-seca y Salou, con nuevas medidas medioambientales y de seguridad, cuando el Departamento de Acción Climática ya había redactado un informe desfavorable.
No es este el progreso que se tiene que imponer a la gente de Catalunya cuando todavía el corredor mediterráneo está por hacer y cuando el déficit fiscal es un espolio creciente. Si se piensa el señor Aragonès que Macron se lo escuchará, que podrá tener una minicumbre ni que sea de tres minutos con el presidente francés, y ni que sea en el pasillo, vale más que deje de creer, usted sí, en la magia. No es haciendo el buen muchacho como muchas queremos ver al president. Es más, señor Aragonès, si yo soy una a representar, mejor baje con las compañeras y compañeros de la Assemblea, de Òmnium, del Consell per la República, de la Intersindical y de los partidos políticos que, como mínimo, el día 19 entienden dónde tiene que estar.
De hecho, la cumbre bilateral excluyente que trata a Catalunya como tierra conquistada ha tenido ya un impacto positivo: ha dado un nuevo impulso a la unidad real, desde abajo, de los que desde el independentismo, la autodeterminación real y la voluntad de ejercer su soberanía, se alzan contra las pretensiones de los colonos. Y el jueves, día 19 de enero, y a una hora de convocatoria difícil por el trabajo, todo hace augurar que podremos demostrar al señor Bolaños que, una vez más, los muertos que vós matáis, gozan de buena salud. O para que Macron lo entienda y tal como escribió en Le Menteur Pierre Corneille, "Les gens que vous tuez se portent assez bien".