Tres movimientos telúricos para una misma semana. El de la coalición con el choque del sí es sí, un PP al que empuja la calle y la caja de Vox. Era previsible que el PSOE y Podemos se distanciaran en el arranque del nuevo curso, pero no de esta forma. El calendario pasaba por cerrar la agenda legislativa con las leyes estrella antes del mes de febrero. De hecho, en enero se habilitó la cámara para acelerar vivienda, ley mordaza y arrancar la campaña. Hasta que los efectos del sí es sí lo han devorado todo. Hoy, el acuerdo está prácticamente descartado. Podemos e Igualdad reprochan al ejecutivo socialista pedir reuniones que no se concretan; desde el PSOE, señalan que la concreción ya está en la proposición de ley del Congreso y es ahí donde los grupos deben hacer las aportaciones.
Igualdad habla de hasta siete propuestas de reforma. El PSOE insta a Irene Montero a proponerlas e incluirlas en el texto. Ione Belarra asegura que no hacen públicas las propuestas para no llevar la guerra dialéctica a la opinión pública mientras acusa al socio de blando al que le “tiemblan las piernas” con la derecha o critican al ministro Luis Planas por reunirse con los “saqueadores” de los supermercados.
Y mientras, no hay movimientos, Pedro Sánchez está dispuesto a reformar la ley de Montero con los votos del PP, el PNV y quien haga falta. La gran incógnita será la posición del grupo confederal. Qué hará Yolanda Díaz o los comuns, con Ada Colau con elecciones en menos de 100 días. Igualdad quiere anclar en su relato a todo el bloque y el PSOE duda que se vaya a mantener. Es más, el PSOE ya ha soltado la mano de Podemos e internamente no ve un drama una posible salida antes de las generales. Mientras, los morados seguirán generando tres ruidos al socio: el sí es sí, la guerra de Ucrania y las políticas de bajada de precios.
La justicia sólo necesitó el testimonio de un exabogado de Podemos acusando a la formación de desvío de fondos para abrir investigación; en este caso, son tres excargos que señalan que las cuentas de Vox merecen una investigación
Semana nueva, encuesta fresca y triunfal para Alberto Núñez Feijóo. Pero el PP sabe que la foto es dinámica y le puede desplazar la protesta social. De cara a las autonómicas, con 12 comunidades en juego, Feijóo se debate entre la bajada de expectativas y los equilibrismos con Vox y el centro. Tiene sentido, el último CIS superó por primera vez la barrera del 10% de trasferencia de voto a la derecha. Las huelgas de sanidad y las protestas por la gestión en Madrid rebajan las previsiones de revalidar los resultados de 2019, cuando Isabel Díaz Ayuso sumó más que toda la izquierda junta. Tanto es así, que Ayuso ha tenido que frenar la tala de árboles en Madrid Río por la presión vecinal, decisión prácticamente insólita.
La tercera mutación es la de Vox. La percepción de una parte de sus electores ha cambiado y veremos si se abren futuras diligencias de la Fiscalía. La entrevista de Macarena Olona en Salvados no aportó novedades, pero abre de golpe tres frentes. El cuestionamiento del líder, Santiago Abascal tiene limitaciones y está tutelado, dijo; la vinculación directa con sectores nazis, literal; y la caja de Vox. Olona ha destapado la sospecha definitiva sobre esos 4,5 millones de euros que han ido presuntamente de las cuentas del partido a la fundación Disenso de Santiago Abascal. No reveló más detalles, ni menos. Porque no los tiene o porque como abogada del Estado esquiva el encubrimiento. “Yo tengo las preguntas correctas”, dijo la ex secretaria general. ¿Quién ha transferido esos fondos? ¿Dónde han ido? ¿Para qué se han utilizado?
La acusación no es nueva pero sí definitiva. La exdiputada de Vox se une a otros ex altos cargos del partido que salieron de la formación con la misma acusación. La primera fue la exdiputada balear Malena Contestí. Tras la entrevista de Olona ha recordado cómo salió del partido denunciando acusaciones similares y Olona la acusó de “desleal y traidora”. El siguiente ha sido el exdiputado de Vox por Murcia Juan José Liarte, que tras la entrevista ha rematado: “Para el partido lo único que importa es el acceso a dinero público para desviarlo a la Fundación Disenso”. Y un detalle no menor. “Rocío Monasterio plantó cara a Ortega Smith para no ceder el control de las cuentas del grupo parlamentario al partido”. El eurodiputado Jorge Buxadé se ha justificado en rueda de prensa: “Disenso es Vox”. La realidad es que el dinero público del Congreso no puede quedar sin auditar en una fundación.
La justicia sólo necesitó el testimonio de un exabogado de Podemos acusando a la formación de desvío de fondos (causas que después fueron archivadas) para abrir investigación en la Audiencia Nacional y los tribunales ordinarios de Plaza Castilla. En este caso son tres excargos, incluida la ex secretaria general, quien señala que las cuentas de Vox merecen una investigación. Veremos si de las tres mutaciones de campaña de esta semana, la de Vox acaba en los tribunales.