Salgo de una conversación con un expolítico del PP, en Madrid, con quien compartimos que detrás de las astracanadas de Trump, se esconde un momento histórico apasionante, que estamos viviendo en directo: la configuración de un nuevo orden mundial con treinta años de retraso respecto a la caída del muro, distinto al que hemos vivido desde la Segunda Guerra Mundial y en el que Europa pinta muy poco.
Caminando por la calle Lasgasca de la capital de España, en un mediodía casi primaveral, Google Maps me lleva a la cafetería donde, aseguran, puedes tomar el mejor café del Reino. Hola Coffee Lagasca, se llama. Uno de los dos locales que Hola Coffe Roasters tiene en Madrid. En la entrada hay dos chicos detrás de sendas cajas para pagar, y pido un espresso. Me dicen que me siente en la mesa, que ya me lo traen. Me siento en una mesa redonda de un pasillo donde hay otra ocupada y que lleva al fondo del local, donde está la sala, que calculo que no puede acoger a más de veinte personas. Está todo ocupado, principalmente por chicas jóvenes consultando su ordenador portátil. Tres minutos después, me llega el café. Sin sobre de azúcar, pero con una cucharilla y un vaso de agua con gas. Me lo tomo en tres tragos pausados. No sé si es el mejor de España. Pero está bueno. He pagado dos euros y medio.
Si ya ni siquiera en la cuestión de los cafés, Europa puede ser la líder, entonces es que, efectivamente, tenemos un problema
Pero salgo preocupado. Europa, efectivamente, está en crisis. Y gorda. He ido a parar al café de la calle Lagasca porque la noche anterior he escuchado en la radio que, bajo el nombre de The World's 100 Best Coffee Shops, se ha presentado el Top 100 mundial de cafeterías, que reconoce las que ofrecen café de gran calidad y, además, apuestan por la innovación y por ofrecer "experiencias" únicas. Se han evaluado 4.000 cafeterías de todo el mundo. Y, sorpresa, el ranking lo encabeza una cafetería australiana y la segunda está en Estados Unidos. Para encontrar la primera cafetería española del listado hay que bajar al puesto 12. Y en el puesto 25 encontramos la primera catalana, Nomad Frutas Selectas, en Barcelona.
¿Y qué drama es este?, diréis. Pues muy grande. Soy muy fan de la descripción que George Steiner hacía de Europa. "Europa está hecha de cafés. Desde el café preferido de Pessoa en Lisboa, hasta los cafés de Odesa frecuentados por los gánsteres de Isaak Bábel. Caben desde los cafés de Copenhague ante los que pasaba Kierkegaard, pensativo durante sus paseos, hasta los mostradores de Palermo. No hay cafés antiguos ni distintivos en Moscú, que es ya un suburbio de Asia. Muy pocos en Inglaterra, después de una breve moda en el siglo XVIII. No hay ninguno en Estados Unidos, excepto el reducto galicano de Nueva Orleans. Dibujad el mapa de los cafés y tendréis uno de los indicadores esenciales de la 'idea de Europa'".
Si ya ni siquiera en la cuestión de los cafés, Europa puede ser la líder. Si Estados Unidos se permite el lujo de estar por delante en el ranking mundial, entonces es que, efectivamente, tenemos un problema.