Visto desde Catalunya, podemos decir que Pedro Sánchez y su esposa Begoña Gómez están probando su propia medicina. A cinco días de unas elecciones, un juez ha hecho pública su imputación por una causa que ni la Guardia Civil ve. Mejor dicho, están probando una medicina que ellos creían que era la suya. Al ser contra Catalunya. Debido a que la policía era patriótica. No importaba si se vulneraban todas las garantías legales y derechos civiles de un estado democrático. En ese momento, no atinaron a que la llamaban patriótica porque llamarla franquista, que es de lo que realmente se trata, podía resultar excesivo a ojos u oídos de según quién. Franquista, sí, que busca la destrucción total del enemigo, caiga quien caiga. Contra Catalunya podía colar. ¿Pero contra la mujer del presidente del Gobierno? ¿Patriótica? Aún no se atreven a llamarla por su nombre, de momento lo llaman lawfare, es decir, guerra judicial, pero así —en inglés— no parece tan grave.

¿Por qué el Estado que vulneró el Estado de derecho contra los catalanes se siente impune para plantear una guerra judicial a la mujer del presidente del Gobierno, es decir, para plantear una guerra judicial contra el presidente del Gobierno? Por el blanqueo. Porque durante todos los años que el Estado franquista ha estado luchando contra los derechos de los representantes del catalanismo, desde el PSOE lo han blanqueado. Lo han apoyado. Lo han animado. Y se han beneficiado de él todo lo que han podido. Como una herramienta más. No hay que ir muy lejos para demostrarlo. Ayer, sí, ayer, el Tribunal Constitucional decidió anular el voto telemático del diputado electo de Junts Lluís Puig. Toma esta decisión a tan solo cinco días de la constitución de la Mesa del Parlament. ¿Por qué la toma? Porque responde a un recurso de amparo que presentó el PSC el año pasado. Cuando creían que el lawfare, la guerra judicial, era también su medicina, una herramienta más para tratar de destruir el independentismo catalán. Todo valía.

En España, la izquierda es el masovero, el amo es el franquismo

Pero cuando para mantener el cargo de presidente del Gobierno decidieron "hacer de la necesidad virtud", girar el discurso de los últimos años como un calcetín y pactar una ley de amnistía con Carles Puigdemont, apareció el "quien pueda hacer, que haga". Y al parecer, hay muchos con ganas de hacer cosas. Ayer muchos países conmemoraron el día D, en recuerdo del desembarco de Normandía del 6 de junio de 1944, que marcó el inicio de la liberación de la Europa continental ocupada por los nazis. España no estuvo presente en las ceremonias que se realizaron ayer en Normandía, ya que su gobierno en ese momento se posicionó junto a las fuerzas nazis y fascistas. Francisco Franco murió plácidamente en su cama en 1975. En España, la izquierda es el masovero, el amo es el franquismo. Es tan propietario del Estado que puede permitirse, de vez en cuando, no tener la presidencia del Gobierno. Otra cosa es la Corona, el ejército, el poder judicial. Las cloacas.

El acuerdo con el PSOE por la ley de amnistía es bueno, sobre todo porque está débil. Pero hay que tener claro que es táctico. A ver cómo reacciona Sánchez ahora que ha empezado a probar su propia medicina. Sobre todo a partir del lunes, tras las europeas. Y día de constitución del Parlament de Catalunya y elección de la Mesa. Con tres diputados que no se sabe si podrán votar por un recurso del PSC, uno de ellos, el president Puigdemont. Y, de momento, con la ley de amnistía sin publicar en el BOE. Mejor que los partidos independentistas lo tengan presente a la hora de elegir president del Parlament, que no se duerman. Primero, porque tienen un mensaje del electorado: basta de peleas y sectarismo. Segundo, porque quizás nada irá como estaba previsto.