Este va a ser el gobierno de coalición del último minuto, con negociaciones de madrugada, por videoconferencia, a varias bandas, dentro y fuera de España y donde veremos cómo se buscará cada voto incluso en pleno fragor de votaciones parlamentarias. Lo que no será es tiempo de reales decretos. Los tres paquetes legislativos que lleva el Gobierno al Consejo de Ministros son cruciales para la economía. Tres decretos donde se juegan ayudas a sectores, a familias, a pymes y gran empresa; la revalorización de pensiones, impuestos extraordinarios, inyecciones millonarias a comunidades autónomas y un centenar —o más— de medidas. Son de tal magnitud que el llamado ómnibus —por todo lo que contiene—, el escudo anticrisis y el subsidio de paro permiten encauzar un arranque de curso hasta los próximos presupuestos generales.
Las negociaciones sobre el fondo —no las hay de calado— han chocado frontalmente con la forma. Los decretos-ley salieron del Consejo de Ministros y pusieron el contador en marcha para el sí de Junts, el plan B del PP y el desmarque de última hora de Podemos. Y en el choque, hay más de política que de políticas. La cuestión prejudicial europea que inquieta a Junts como atajo para frenar la aplicación de la ley de amnistía, aunque se eliminara, el derecho europeo manda. Lo que hace el decreto, insisten desde el PSOE y más de un jurista, es poner negro sobre blanco algo que ya ocurre, una homologación del derecho nacional al europeo sobre una praxis ya implantada. Otra cosa es la petición de tumbar los decretos y llevar al ejecutivo a rehacerlos de cara a los próximos Consejos de Ministros. Empezar de cero, en definitiva, con todo el impacto legislativo que arrastra.
El PSOE no vive el posible fracaso como un drama y mira hacia el horizonte de una legislatura que acaba de empezar con años por delante; confían en que la votación de los tres decretos retrate a sus socios
Podemos ha olido la debilidad y se ha descolgado con peticiones de última hora. La reforma del subsidio para mayores de 52 años pudo plantearlo durante la negociación y no a dos días de la votación; el tope del 2% de beneficios para grandes superficies, medida sin encaje legal, surgió este lunes. Al salir al Grupo Mixto para marcar paso propio y presionar a Yolanda Díaz, la pregunta fue cuántas veces puede votar Podemos con el PP y Vox. Esta puede ser la primera.
El PP pretende votar en contra porque ha ganado el relato político y el específico. Es su demostración de un “gobierno ingobernable”, donde lo primero que tiene que aprobar Pedro Sánchez decae en las Cortes. Félix Bolaños se encargó de llamar a Cuca Gamarra, Yolanda Díaz hizo lo propio con Borja Semper. Cada uno ha defendido lo suyo, Trabajo el subsidio y La Moncloa los dos macrodecretos. Pero de las tres medidas que propone el PP (deflactar el IRPF, el IVA de la carne y pescado sumado al IVA reducido de la luz y el gas), no se acepta ninguna. La vicepresidenta y ministra de Hacienda, María Jesús Montero, asegura que contravienen la fiscalidad europea. Y al no comprarles nada, no les pone en aprietos.
Así que el PP, aún atrapado en la línea dura de Vox, no tendrá que dar cuenta de dejar caer a Sánchez. Un marco perfecto, porque la realidad es Isabel Díaz Ayuso marcando el camino del “al Gobierno ni agua”. El mismo día de la votación, Feijóo defenderá la disolución de partidos independentistas en su enmienda de totalidad a la amnistía, un debate incompatible con sacar adelante el paquete anticrisis frente a Abascal señalando al PP desde la tribuna.
El PSOE no vive el posible fracaso como un drama y mira hacia el horizonte de una legislatura que acaba de empezar con años por delante. Confían en que la votación de los tres decretos retrate a sus socios. Si no apoyan el triple paquete progresista, volverán a empezar. Es posible que decaigan. Que la política partidista se lleve por delante las ayudas de muchos. Y que la vía del decreto tan criticada en la anterior legislatura por PNV, ERC o el PP sea la más rápida para cualquier naufragio parlamentario. Se aprueben o decaigan, asegurar las negociaciones antes de pasar por el Consejo de Ministros es la lección de los primeros decretos del gobierno. Y más cuando esto acaba de empezar.