Que la propuesta estrella del primer Debate de Política General de Salvador Illa como president de la Generalitat sea idéntica a la que hizo el president Montilla hace 17 años, demuestra lo flojos que estamos en el campo de las ideas. Y en el de la vivienda. Si una medida se puede anunciar de la misma forma al cabo de 17 años, significa que lo prometido no se ha cumplido. Si no has cumplido lo que en 2007 ya era un problema —por eso hicieron un anuncio—, ahora tienes un gran problema. Y demuestra, también, lo flojos que estamos en la rendición de cuentas de los políticos. 50.000 pisos públicos no debería ser un compromiso menor del que puedas desentenderte o que puedas incumplir fácilmente. ¿Esta vez va en serio? Ojalá. Lo veremos. Este anuncio de Illa plantea dos problemas. El primero es el incumplimiento, puesto que es la evidencia de que el PSC —el mismo partido que ahora vuelve a hacer la propuesta— no cumplió su promesa. El segundo, para mí más inquietante, es de aridez mental. Que la receta para hacer frente al problema del precio de la vivienda sea exactamente la misma que hace 17 años, es un problema grave. Seguro que existe un plan que implica más medidas, porque un tema así necesita de muchos enfoques. Pero el anuncio es el que es.

Ninguna idea nueva sobre una cuestión que se identifica desde hace al menos 17 años, que es un problema social de primer orden. No es el objetivo de este artículo hacer propuestas en este ámbito, pero así de entrada hay que tener en cuenta que entre 2007 y 2024 en España ha habido un rescate financiero a la banca de más de 64.000 millones de euros. Y que pisos vacíos propiedad de los bancos hay unos cuantos. Por ejemplo. Que a raíz de esto, subió el IVA, se eliminaron las deducciones por la compra de vivienda y se redujo la duración de la prestación por desempleo. Por ejemplo. Y de lo que Luis de Guindos no quiso denominar rescate, sino “préstamo en condiciones muy favorables”, el Estado no ha recuperado ni el 10%. Parece que vivienda pública, si se entiende pública por lo que ha pagado el Estado, en el Estado español y en Catalunya hay mucha. Otra cosa es que quien gobierna se atreva a decírselo a los poderosos o prefiera construir de nuevo pagando todos otra vez. ¡Oh! Que durante estos años no solo han gobernado los socialistas, que por el Govern de la Generalitat han pasado otros gobiernos que tampoco han hecho estos deberes. Muy bien, ¿y qué? Ahora están los que están y estos son los que deben dar respuestas.

Se necesitan ideas adaptadas a las necesidades de los nuevos tiempos

Segundo caso de la semana. Me encuentro a un conocido y le felicito por su tercer hijo. Hechas las bromas habituales y la explicación de los nuevos hábitos que implica tener un tercer hijo, sale en la conversación que le parece que no tendrá acceso a ninguna de las ayudas por tercer hijo. Si no todas, casi todas, van vinculadas al nivel de renta, y no le corresponden. No es rico. Ambos trabajan. Seguramente tienen buenos sueldos. Pero tienen que trabajar. No son ricos. ¿Hay gente más pobre? Seguro. ¿Es justo el criterio de que primero deben recibir las ayudas quienes más lo necesitan? Sí. Para mí, sin lugar a dudas. En el caso del tercer hijo, ¿para un país con una natalidad tan baja y una población envejecida como Catalunya debe ser el único criterio? Claramente no. Tampoco es el objetivo de este artículo dar soluciones en ese ámbito. Pero si no hay dinero suficiente para dar ayudas universales al nacimiento de hijos, quizás se podría mirar que quienes no entran por renta puedan tener, al menos, descuentos. Se necesitan ideas adaptadas a las necesidades de los nuevos tiempos. Ahora que justo en la valoración de la Copa América —justita, siendo amables— suenan los tambores de organizar unos Juegos Olímpicos otra vez, hay que recordar que lo que funcionó una vez puede no ser lo que haga falta ahora. Faltan ideas. Sobre todo una clara idea de país.