En un tiempo en el que parece que resurgen ideas racistas que ya creíamos olvidadas y obsoletas, es necesario recordar que no somos una especie pura. No lo hemos sido nunca, ni con respecto a la información genética, ni con respecto al conocimiento cultural. Somos una especie híbrida, una especie que nos hemos cruzado una y otra vez con otros homininos y nosotros somos sus descendientes. Aunque este es un tema del que he hablado en otras ocasiones —quizás la más reciente cuando le concedieron el Premio Nobel de Medicina y Fisiología en el año 2022 a Svante Pääbo, el padre de la secuenciación del DNA antiguo—, van saliendo nuevos artículos científicos que, de forma detallada, nos aportan nuevos datos. En este caso, dos artículos publicados en la misma semana en Nature y Science nos dan una visión complementaria sobre nuestros ancestros lejanos y próximos, para comprender mejor cómo se ha producido la evolución de los humanos durante los últimos 50.000 años, poniendo fecha al periodo en el que nos cruzamos con neandertales y analizando cómo la selección natural ha ido conformando nuestro genoma actual. Todos los humanos que no somos africanos tenemos DNA de neandertal en distinta proporción, entre un 1-3% en todo el mundo (en Europa puede llegar hasta el 8%, en algunas regiones). Considerando que los neandertales vivían en poblaciones pequeñas distribuidas entre Europa y Asia (llegaron hasta Siberia hace unos 60.000 años) y que, en el mundo, los humanos no africanos somos muchos millones de personas, podríamos calcular que actualmente hay más DNA de neandertal que nunca en la historia de los humanos. Pero, ¿conocemos nuestra historia?
Un primer artículo (liderado por científicos del Instituto Max Planck de Antropología Evolutiva) propone averiguar cuándo se produjo el cruce entre neandertal y humanos modernos, y analizar si hubo varios cruces con descendencia fértil en momentos distintos. Hay que recordar que se calcula que los neandertales se extinguieron hace unos 40.000 años, y se calcula que los humanos modernos dejaron África y migraron por Euroasia hace unos 50.000 años, por lo tanto, presumiblemente, todo cruce debería haber ocurrido en este periodo de tiempo intermedio. Para los análisis del DNA, seleccionan los restos de humanos modernos más antiguos, de hace 42.000-49.000 años, de dos yacimientos separados por 230 kilómetros, en Ranies (Alemania) y de una cueva en Zlatý kůň (Chequia).
Los restos humanos de Rani corresponderían a seis individuos, entre los cuales habría dos niños, hombres y mujeres. El DNA de los restos estaba muy degradado en algunos casos, y contaminado por el DNA de las personas actuales que los habrían encontrado y manipulado (eso se puede saber porque, aunque el DNA es una molécula bastante estable, el DNA antiguo presenta características muy específicas debido al paso del tiempo). Sin embargo, pueden concluir que existe relación genética entre todos los restos, incluso hay una madre y una hija, y también consiguen extraer DNA de suficiente calidad para analizar el genoma de uno de los restos de Rani y de la muestra de una mujer de la cueva de Chequia. Comparando estos dos genomas, los investigadores determinan que las dos poblaciones estaban relacionadas, y que las dos personas analizadas tenían el color oscuro de pelo, ojos y piel correspondiente con el poco tiempo de su migración desde África. Comparados con el genoma de humanos modernos del tiempo presente, no parece que hayan dejado descendencia que haya sobrevivido, pero, en cambio, comparando con el DNA de neandertal, detectan que comparten DNA de una primera época de cruce, que ocurrió hace unos 45.000-49.000 años, aproximadamente, más pronto de lo que se calculaba. De hecho, calculando cuántos fragmentos de cromosomas y de qué longitud comparten con los neandertales secuenciados, pueden fechar que este cruce había sucedido aproximadamente entre 80 y 90 generaciones antes. El dato más curioso e importante de este trabajo es que las regiones cromosómicas compartidas con los neandertales son también las mismas que hoy compartimos todos los humanos no africanos de todo el mundo, lo que significa que este periodo de cruce entre humanos modernos y neandertales hace unos 45.000-49.000 años no solo dio descendientes fértiles, sino que todos los humanos actuales no africanos somos descendientes de esta progenie híbrida. Por lo tanto, aunque ocurrieron otros cruces, estas otras ramas no han dejado descendientes que vivan en la actualidad.
Dos estudios concluyen que el período de cruce entre humanos modernos y neandertales se produjo hace entre 40.000 y 50.000 años
El otro artículo propone determinar cuáles son las regiones de DNA de neandertal que han perdurado en el genoma humano actual, y cómo se han seleccionado. Para ello, comparan el DNA que hay en los bancos de datos: DNA de neandertales, DNA de denisovanos y el DNA de 50 restos de humanos modernos antiguos (antigüedad de hace 45.000 a 2.200 años) y de 275 de distintas poblaciones humanas actuales. Los resultados son muy interesantes y complementan los anteriores y confirman la fecha del cruce principal, hace unos 50.000 años, durante un periodo de unos 7.000 años. Incluso determinan que el cruce con denisovanos fue posterior y se produjo sobre humanos modernos híbridos que contenían DNA de neandertal.
Finalmente, demuestran que el flujo del DNA de neandertal fue "seleccionado" muy rápidamente, en menos de 20.000 años, ya que el DNA de los humanos antiguos contiene básicamente las mismas regiones cromosómicas que los humanos actuales (mirad la figura que os adjunto). Hay cromosomas que son "desiertos" de DNA de neandertal (lo que indicaría que los genes de neandertal se seleccionaron muy rápidamente en contra, como sucede en el cromosoma X) y otras regiones cromosómicas que se encuentran en muchos de los humanos actuales, lo que indicaría que los genes de estas regiones han sido seleccionados positivamente porque han conferido alguna ventaja muy clara... Y ahora os preguntaréis, ¿y qué genes hay en las regiones que hemos conservado los humanos modernos no africanos? Pues bien, la selección positiva se dio sobre aquellos genes que ya se habían seleccionado en el genoma de neandertal, los cuales llevaban decenas de miles de años viviendo en Euroasia, en condiciones climáticas y de recursos alimentarios duros y diferentes, genes que podían conferir una ventaja de mejor adaptación y supervivencia a los humanos modernos migrantes recién llegados: genes que regulan el color de la piel, el metabolismo y la respuesta del sistema inmunitario a varios patógenos. De hecho, no es sorprendente que la selección positiva actuara en un periodo tan corto de tiempo.
Sea como fuere, la comparación de genomas antiguos y modernos demuestra que no todas las ramas humanas que migraron desde África sobrevivieron y dejaron descendientes hasta la actualidad, pero sí que interaccionarían entre ellas si coincidieron en el tiempo y, además de intercambiar DNA, también intercambiarían conocimientos, como comenta María Martinón (directora del CENIEH). Biología y cultura, ¡nuestra herencia del pasado!