¿Qué lector no ha oído a hablar del PIB como medida del valor de la producción de bienes y servicios de un país? ¿Quién no ha oído infinidad a veces que el PIB crece tal porcentaje con respecto al año anterior y de eso se desprende que la economía evoluciona en positivo? ¿O la economía va mal si cae el PIB? El PIB es la unidad de medida de referencia en cuanto a volumen de la producción de un país. Una aplicación habitual y más concreta de esta medida es la que lo relaciona con el número de habitantes del país: es el PIB por habitante o PIB per cápita, una división simple entre el PIB (en euros, en dólares, en la moneda que sea) y la población. El PIB/h se utiliza como medida del nivel de desarrollo y permite compararse con respecto a otros países. Cuando el PIB/h sube lo asimilamos a más riqueza, prosperidad, desarrollo, etc., y cuando baja lo asimilamos a empobrecimiento, empeoramiento y sinónimos.

Uno de los problemas de la ratio PIB/h es que es una media aritmética. En un país imaginario de 10 habitantes que produzca por valor de 100 unidades monetarias, el PIB/h es de 10 unidades monetarias por persona. Pero podría ser que hubiera algún residente que se quedara el 99 de estas unidades monetarias y que las noventa y nueve personas restantes se estuvieran muriendo de hambre. La ratio PIB/h seguiría siendo de 10. Para evitar eso, los sistemas de información económica de todo el mundo desarrollado elaboran otros indicadores relacionados con la distribución de la riqueza, de modo que permiten una mejor aproximación a otro concepto ampliamente utilizado y más preciso, que es el del nivel de bienestar de la población.

En Catalunya, se pueden citar varias fuentes de información que generan este tipo de datos, que nos permiten aproximarnos bastante bien al grado de progreso y bienestar de la población. Podemos citar el Institut d’Estadística de Catalunya (Idescat), que elabora y hace el seguimiento de lo que llama "Indicadores de bienestar y progreso social", que incluye datos sobre condiciones de vida y trabajo (renta de los hogares, riesgo de pobreza, privación material extrema, etc.), salud (esperanza de vida, obesidad, personas con problemas de depresión o ansiedad, etc.), educación (abandono prematuro de los estudios, población joven que no estudia ni trabaja, etc.), vivienda (qué parte de la renta le dedica la gente, habitaciones por persona, etc.), etcétera. También la Cambra de Comerç de Barcelona recoge con regularidad informaciones de las que comentamos en su publicación "Indicadores de progreso y bienestar". Finalmente, CaixaBank Research, a partir de sus millones de clientes en todo el Estado, genera información por comunidades autónomas sobre la desigualdad (índice de Gini y percentiles de ingresos, distribución de ingresos) o sobre accesibilidad a la vivienda, todo prácticamente en tiempo real desde hace algunos años.

Aparte de los ingresos de los individuos, hay otras cosas que son muy importantes para el bienestar percibido, como el trabajo, las relaciones personales o la salud

En una línea parecida, en las últimas semanas, se han publicado en Catalunya dos trabajos sobre el progreso y el nivel de bienestar de los catalanes, que resultan ser mediciones alternativas al clásico PIB/h. El primero hace referencia a una contribución de un grupo de economistas liderado por Ada Ferrer, relativa a lo que se denomina bienestar subjetivo, que recoge datos sobre satisfacción individual con la propia vida por parte de las personas, y en cierta manera sobre su grado de felicidad. Su trabajo descansa en una encuesta amplia (4.000 residentes) impulsada por la Generalitat. Sobre la base de un trabajo riguroso, evalúa el bienestar tanto con variables objetivas (y medibles) como con variables percibidas, que no son otra cosa que el sentimiento, la percepción que tienen los individuos sobre su propio bienestar.

Los resultados a los que llegan los autores son que, aparte de los ingresos de los individuos, hay otras cosas que son muy importantes para el bienestar percibido: tener trabajo y contar con estabilidad laboral es una de ellas para las personas que se encuentran en una situación económica activa; otra son las relaciones personales (literalmente, tener personas con quien contar y con quien compartir buenos momentos, no sentirse solo y tener tiempo para la familia y para socializar) son claves para el bienestar. La salud física y mental es otro de los grandes determinantes del bienestar percibido por las personas.

El segundo trabajo al que me refería lo firman los economistas Albert Carreras y Albert Busca y hace referencia al Índice de Progreso Social en la Unión Europea, con datos a nivel regional. Se trata de un conjunto de más de cincuenta indicadores que sirven para medir el bienestar de forma alternativa al tradicional PIB/h: tiene en cuenta aspectos nutricionales, vivienda, seguridad personal, acceso a la educación, salud, medio ambiente, derechos individuales, libertad personal, tolerancia e inclusión. Los autores hacen una comparación de la posición de las 240 regiones europeas, entre las que está Catalunya, y no salimos muy bien parados: no nos asimilemos a los más desarrollados de España en términos de PIB/h (Madrid, País Vasco, Navarra y la propia Catalunya), sino que en términos de progreso social formamos parte de las regiones meridionales, como Andalucía, Murcia, Extremadura, el País Valencià, las Illes y Castilla-La Mancha. Los autores lo dejan ahí...

Con el PIB/h quizás vamos relativamente bien. Con el progreso social, parece que no.