Si buscamos la palabra "traspàs" en el DIEC, veremos que tiene dos acepciones. Una de ellas es la clásica definición que a mí me pone algo nervioso: "acción de traspasar". Sin embargo, los ejemplos que acompañan a la definición son muy esclarecedores: "El traspaso de una tienda". La segunda definición que recoge el diccionario nada tiene que ver con la primera, pero si hablamos de Rodalies tiene un aire peligroso: en catalán, "traspàs" también significa "defunción". Y tiene un aire peligroso y muy concreto porque, en estos momentos y tras conocer el acuerdo de la empresa con los trabajadores de Rodalies, creo que al tan anunciado traspaso de Rodalies ya le han rezado el responso y le ha llegado su "traspàs". Amén.
Lo afirmo con toda la convicción y con toda la pena, que conste. Según el acuerdo, la nueva Rodalies será una empresa del grupo Renfe, con mayoría accionarial del Estado y la infraestructura seguirá en manos de Adif. Solo en el consejo de administración de esta filial de Renfe podría haber una mayoría de la Generalitat de Catalunya gracias al voto de calidad del presidente, pero nada más. ¿Es una "empresa 100% catalana", como ERC anunció? No hace falta ni responder a esta pregunta, si miramos el nuevo planteamiento. Ahora se nos dice que esto será un parche transitorio de dos años, pero todo el mundo sabe que tampoco será verdad. "Everybody knows", cantaba Leonard Cohen. Hay todavía dos derivadas muy negativas de ese acuerdo. La primera es el precedente que se crea, por el que la fuerza corporativista y jacobina de un grupo de trabajadores públicos está por encima de la fuerza de la política y el pacto. El interés particular por encima del interés colectivo, con el chantaje como arma y amenaza. La segunda es que Rodalies seguirá en manos de Renfe y Adif y, por lo tanto, continuará mal gestionada, pero la responsabilidad política será de la Generalitat de Catalunya, que se llevará todos los golpes y todas las críticas.
Rodalies seguirá en manos de Renfe y Adif y, por lo tanto, continuará mal gestionada, pero la responsabilidad política será de la Generalitat de Catalunya
El traspaso de Rodalies solo es posible de una única manera, y es la misma forma en la que se hizo el traspaso de la seguridad pública a nuestro país; con la asunción directa de la competencia con una dirección política, un presupuesto y unos funcionarios de la Generalitat de Catalunya. Así es como los Mossos d'Esquadra se desplegaron en las carreteras catalanas mientras la Guardia Civil se marchaba. Por esta razón, en el caso que nos ocupa, el único traspaso real posible es mediante la cesión, línea a línea, a Ferrocarrils de la Generalitat de Catalunya (FGC), una empresa bien gestionada desde hace muchos años. Con este esquema, un día concreto el personal de Renfe debería retirarse y entrar el personal de FGC, con trenes propios y gestión propia. Línea a línea, como se ha hecho con el traspaso de la línea de Lleida a La Pobla de Segur. Se podría empezar ahora por la de Vic y Puigcerdà e ir avanzando.
Uno de los errores persistentes del independentismo, seguramente causado por la competición electoral y la presión mediática, es esa necesidad incomprensible de poner plazos y fechas límite a los acuerdos, sobre todo cuando no dependen exclusivamente de uno mismo. Por ejemplo, ERC prometió que la declaración de la renta relativa al año en curso, que haremos en 2026, ya se hará en la Agència Tributària de Catalunya (ATC). Nadie que tenga dos dedos de frente puede creerse que esto será una realidad. La agencia catalana no tiene ni el personal ni los recursos necesarios para realizar una operación de esta envergadura. Por no hablar del acuerdo concreto, que especifica que la ATC realizará la gestión, la recaudación, la inspección y la liquidación de todos los impuestos generados en Catalunya. De hecho, el desenlace del traspaso fallido de Rodalies marca una hoja de ruta: si yo fuera un trabajador de la Agencia Tributaria del Estado (AEAT) tomaría buena nota y ya sabría, a partir de ahora, cómo dinamitar el acuerdo sobre la financiación: con la amenaza de una huelga (real o encubierta) y enarbolando el convenio laboral. Y hago un vaticinio: el argumento del Govern de Catalunya para no asumir la declaración de la renta de este año será que no se puede fortalecer la ATC sin presupuestos y, por lo tanto, le cargarán el muerto a los partidos que invistieron a Salvador Illa pero que ahora no le aprueban el presupuesto.