La catedral de Notre-Dame de París ha reabierto las puertas con humildad contenida, pero sin negar la grandeza de un acontecimiento simbólico. Notre-Dame es un símbolo mundial que se quemó y se ha repuesto en cinco años. No pudo ser inaugurada en verano durante los Juegos Olímpicos de París, porque los tiempos de la reconstrucción no lo han permitido. El redactor jefe del diario La Croix, Christophe Ploquin, contrapone así la paradoja francesa: por una parte, la Asamblea Nacional sembrando división, y por la otra Notre-Dame reencontrando su esplendor gracias a la conjugación de múltiples talentos. Cortoplacismo político contra largoplacismo artístico y espiritual. Mientras el desgobierno campa por el país de los galos, con el voto de la moción de censura contra el primer ministro de Francia, Michel Barnier, cinco años después del fuego devastador de aquel 15 de abril de 2019, la catedral europea mundialmente famosa vuelve a estar operativa.
No son solo piedras, ha recordado el papa Francisco, a quien el presidente de la República Francesa, Emmanuel Macron, invitó para que estuviera también en París en la inauguración. Pero el Papa declinó asistir. El "no" del Papa puede tener varias interpretaciones. La práctica: el 8 de diciembre, la Purísima, es un día importante en Roma y este año además crea cardenales nuevos, además de continuar con la tradicional bendición de la Virgen en la Piazza Spagna de Roma. La razón logística: la semana siguiente ya viaja a Francia, concretamente a Córcega. Y el análisis político nos podría indicar un tercer motivo para su ausencia: que no quiere ser el centro de atención en un acto político, institucional y de promoción de la grandeza de Francia. El Papa huye de lugares como París, Nueva York o Londres. Se siente más cómodo en ciudades de segunda, tercera o cuarta fila.
Notre-Dame es hoy un guiño a una Europa que no quiere ser un reducto medieval, sino que se está construyendo y lo quiere hacer con vigor
En la Francia laica, la reapertura de una catedral, en pleno Adviento, a las vísperas de la Purísima, es un golpe de gracia que no pasa desapercibido. No ha sido una inauguración con los parroquianos de la zona o amantes del patrimonio y la historia del arte. Están ahí reunidos numerosos jefes de Estado, porque Notre-Dame, que quiere decir Nuestra Señora, es hoy un guiño a una Europa que no quiere ser un reducto medieval, sino que se está construyendo y lo quiere hacer con vigor. Hay catedrales impresionantes por Europa, pero la de París es un símbolo universal. La inauguración se ha hecho con unas vísperas, y el nuevo altar se consagra el 8 de diciembre, coincidiendo con la primera misa después de la restauración, y las fiestas continuarán con celebraciones cada día. El presidente Macron habría querido inaugurar la catedral desde fuera, para evidenciar la separación Iglesia-Estado, pero finalmente el acto se ha desarrollado dentro del templo.
El Collège des Bernardins, centro cultural de excelencia de París, ha programado conciertos. La ciudad ofrece exposiciones, muestras fotográficas y escultóricas. En el barrio de la Défense se puede entrar en una experiencia inmersiva (Eternelle Notre-Dame). Aunque la inauguración permite ya una vida litúrgica, y visitas culturales, las obras no se han acabado. La proyección es que ahora se haga la restauración del ábside y la sacristía y se pongan vitrales —contemporáneos— durante 2026. La fachada también necesita restauración y la explanada con 150 árboles nuevos se completará en 2026. Europa continúa construyendo templos (la previsión de la finalización de la Sagrada Familia también coincide en un arco temporal parecido). Mientras la arquitectura y el arte van haciendo su camino, esta semana una petición para proteger al cristianismo en Europa ha llegado a las mesas de los actores políticos que tienen que velar por la Europa de los derechos. Alessandro Calcagno, consultor de derechos fundamentales en la COMECE (Comisión de Obispos en la Unión Europea) ha lanzado la propuesta en la Comisión Europea de fichar a un coordinador para combatir el odio anticristiano. "Consideramos que los tiempos son maduros para este paso, que sin cuestionar la especificidad de las comunidades judías y musulmanas, que ya están cubiertas con coordinadores similares, nos iguale en el acceso a herramientas de protección".