"La crítica a nuestra clase dirigente es, sencillamente, que cuando legisla para todos, siempre se omite a sí misma"
G.K. Chesterton
Estén en la playa o no, les veo sumergidos en un curso sobre derecho procesal de lo asombroso; es más divertido que el consuetudinario. A cada golpe de efecto, otro en respuesta. ¿Así hasta dónde? Torrente Ballester les diría que hasta que un viento nos lleve al infinito. Yo soy más modesta, creo que el viento nos lleva a elecciones generales antes de que lleguemos a mayores y antes de fin de año. Por hacer porra que no quede. El presidente del Gobierno ha ordenado a la Abogacía del Estado que se querelle en su nombre contra un juez. Ni visto ni imaginado. ¿Y qué va a pasar? Les ruego que no saquen de la ecuación a Catalunya, aunque sé que no lo hacen nunca.
De todas las cosas "insufriblemente injustas" que ha hecho el juez Peinado contra Begoña Gómez "para derribar un gobierno", de las que los socialistas, los voceros y los representantes legales nos han informado con todo detalle, Sánchez ha elegido para querellarse el insufrible hecho de que el petimetre del juez instructor se le haya plantado en su despacho para preguntarle. O sea, que ni por investigación prospectiva ni por todo eso que han considerado un cúmulo de irregularidades y una terrible indefensión contra Begoña Gómez han dado este paso —que permitiría además de fructificar apartar al juez, que es el efecto buscado— sino que lo hacen por el hecho de si la declaración de Pedro Sánchez debió hacerse por escrito o como Su Señoría decidió. Yo veo un mucho de ego herido. De todo lo gravísimo que refieren que ha pasado, el propio ministro de Justicia lo ha recopilado, no sería lo más injusto a sabiendas acudir al despacho de Sánchez. El relato, ¡ay el relato! La propia querella habla por boca del abogado del Estado de lo que el juez pueda o no hacer con la grabación. ¿Por qué la Abogacía del Estado y no Camacho? Habrá quien diga que es dinero público para un problema privado, lo veremos. Además, esa querella dice que el presidente del Gobierno y Pedro Sánchez son inescindibles, o sea, cualquier intervención o facilitación o simpatía con los trabajos de su mujer se habría producido como presidente. Una movida. Pareciera que van improvisando sobre la marcha sin observar el panorama conjunto.
La madeja se embrolla. Tomen apuntes. La Audiencia Provincial de Madrid no verá los recursos de Begoña Gómez hasta el 30 de septiembre; puedo asegurarles que el TSJM no deliberará la admisión de la querella del presidente hasta septiembre —¿al principio, al final? Chi lo sa?— y el juez Peinado mientras bien puede seguir actuando. Me choca que Moncloa anduviera en días pasados susurrando al oído de los periodistas que se temían que el juez Peinado fuera a pedirle al Supremo que imputara a Sánchez y que ahora llegue la querella. El caso es que Peinado puede continuar su instrucción y hacer esa exposición razonada, ¿a primeros de septiembre? En ese caso, daría igual si se admitiera la querella o lo que dijera la Audiencia, puesto que la pelota estaría en manos de Marchena y su Sala. Y en Moncloa deberían confiar, hasta el momento la Sala II ha inadmitido a trámite más de 55 querellas contra Sánchez y alguna contra Bolaños.
De producirse la investidura el día 7 de agosto, es casi seguro que la cosa se pondría calentita
Si quieren mi apuesta, ahora que se llevan tanto las porras, yo no preveo ni que la Sala Civil-Penal del TSJM admita esa querella por prevaricación contra el juez Peinado —iría contra todos los usos y costumbres jurisprudenciales— ni tampoco que la Audiencia Provincial, si llega el caso, le ordene sobreseer toda la causa y cesar en las investigaciones. Esta vez no nos movemos en el eje Audiencia Nacional-Tribunal Supremo, sino en el de la justicia común de Madrid. Esto que les digo no tiene que ver con ningún golpe de togas, sino por lo que hay encima de la mesa y, precisamente, porque ese circuito está mucho más alejado de la razón de Estado, las presiones y esas zarandajas de las que tanto hemos hablado. No mencionaremos ya lo sencillo que hubiera resultado dar una rueda de prensa desde el momento uno para "acabar con los bulos", con preguntas, como se hace en las democracias, ni tampoco ese desmedido afán de colaborar con la justicia si te preguntan por escrito pero no en persona.
Les decía que no olviden Catalunya, y es que el tablero es mucho más complejo que las fechas procesales que les he dado. Veremos qué hacen las bases de ERC, con ese acuerdo melifluo, pero de producirse la investidura el día 7 de agosto, es casi seguro que la cosa se pondría calentita. Y si viene Puigdemont y lo detienen mucho más. Así que sumen y sigan: los votos de Junts perdidos, sin presupuestos, con el fiscal general próximo a la imputación, con la posibilidad de una exposición razonada, ¿qué opción queda? ¿La cada vez menos sorpresiva huida hacia adelante? No descartemos que una nueva elección plebiscitaria se nos cruce en el camino. Sí, con Sumar hecha una braga, con la posibilidad de que algún partido catalán baje de escaños, con la incertidumbre de si sumaría de nuevo, pero eso podría estar en sus manos —hay relato, hay partido—, mientras que el panorama anterior se les escapa entre los dedos. No hay buena solución en ningún caso.
Paso a paso. A cada acción su reacción. Vivir al día. Eso es lo que toca. Así se fraguan algunas estrategias políticas y así tendremos que ir adecuando nuestra opinión. Pintar bien, no pinta. Ni con Illa investido y el relato de haber logrado la pacificación de Catalunya. Veremos. No dejen por ello de tomarse un merecido descanso. En este país del no parar, tenemos que aprender a hacerlo.