Ione Belarra, tu españolismo es el de Cuca Gamarra. Tejiendo retóricas en las que el racismo o el antirracismo de las competencias migratorias varía en función de quien las ostenta, doblando marcos ideológicos para que cualquier lucha de la que la izquierda hace bandera pueda siempre ser usada en favor de la España cruenta. Los españoles con quienes gobiernas, Ione Belarra, que gamberradas en materia migratoria han hecho muchas, y gordas, no deben de parecerte racistas, gente a quien improperar. Pero con nosotros siempre hay espacio para la ridiculización: siempre hay espacio para la relación de lo más negro, más sucio, más vil y despreciable con nuestra pobre nación caricaturizable. Y ahora sale Pablo Iglesias a asociarlo todo con Vox y PP, y a hablar sin escrúpulos de encerrar y maltratar a inmigrantes. Cuántos golpes en el pecho cuando el sujeto político a batir no es el PSOE, Ione Belarra, y son los catalanes. Estas luchas compartidas, ya lo vemos, sí que hacen fortuna.

Con todo este guirigay, Ione Belarra, con todo este "ball de bastons", se hace difícil no tratar los debates complejos a trompones. Sin el traspaso de ninguna competencia normativa, ejecutando solo la normativa del Estado, ahora tenemos a los convergentes creyéndose que controlaremos las fronteras. Es grave, Ione Belarra: las migajas y el triunfalismo convergente, la gasolina del autonomismo inclemente, siempre brota cuando menos te lo esperas. Pero no tenemos tiempo para rebatirles el argumentario, no hay momentos para desarticularles toda esa retórica de anticuario, porque has decidido, oh, Ione Belarra, convertir el debate de competencias migratorias en la enésima tabarra. Qué cara... ¿Qué haremos con los principios elevados? ¿Cuándo tendremos, por fin, un debate en el que los cínicos y los españolistas de la izquierda simpática seáis desenmascarados? Siempre os excitáis con la España plurinacional y, a la hora de la verdad, vuestro nacionalismo español es de lo más convencional. Menudo carajal. Lo vuestro sí que es jactancia, Ione Belarra.

Los españoles con quienes gobiernas, Ione Belarra, no deben de parecerte racistas, gente a quien improperar

Podríamos hablar de cómo Junts se apropia de los discursos de otros partidos con la intención de rascar algún voto. De cómo, poco a poco, su corpus ideológico se ha ido adelgazando. Ahora les interesa la inmigración porque es un buen chivo expiatorio, pero si no construyen un discurso propio, solo harán que darle la razón a la señora de Ripoll, que parece un tanatorio. Qué ilusorio.

La inmigración, como cualquier otra urgencia nacional, pide atención y cavilación. Con los debates empantanados de españolismo, sin embargo, con cualquier marco sesgado por nuestra condición de nación minorizada, la opción de hablar desde un cierto realismo queda desmenuzada. Recuerdos desde aquí, Ada. Vuestro Estado españoliza a los inmigrantes automáticamente y, mientras tanto, los catalanes tenemos que oírnos decir que afanarse porque la nación perviva solo lo querría un demente. Qué inconveniente.

Intelectualmente eres un poco haragana, Ione Belarra. Quería decírtelo antes de terminar: utilizas los estereotipos y los clichés más clásicos contra la catalanidad para no tener que trabajar. Cúrratelo un poco, diputada. Arriésgate y aventúrate en la novedad. Francamente, el tópico de llamarnos racistas, la abyección de confundir nacionalismo de estado y nacionalismo sin estado, quizás ya está un poco sobado. Han salido tus amigos de El intermedio a hacer el cretino, a reírse de nosotros y a ridiculizarnos para poder justificar su odio viperino. A decir que es antirracismo lo que, en realidad, solo es una rama más de su españolismo. Qué etnicismo.

En fin, esto ya se acaba, Ione Belarra. Solo un apunte final: no nos hagas sentir lástima por Míriam Nogueras y los demás convergentes. No hay derecho. Mira que hay cosas por criticar: que no hicieron la independencia, que a estas alturas todavía nos intentan engatusar. Que son vagos ideológicamente y que, tras su pompa oral, no hay ninguna voluntad real de llevar la liberación nacional hasta el final. Pero con todo lo que se les puede reprochar, con todo lo que han hecho y que ha llevado al traste el país, llamarlos racistas por poner unas pseudocompetencias migratorias en manos de la Generalitat, hace de mal criticar. Ya se sabe, no obstante, que el atajo más rápido es el del prejuicio. Y que, a vuestros ojos, los catalanes siempre somos burgueses, supremacistas y provincianos. Qué artificio.