Poner la otra mejilla, que es un célebre llamamiento a la paz de los textos evangélicos, puede llegar a ser un gesto insolente: tú me haces daño, yo te reto a más guerra. Aristóteles distinguía entre los movimientos naturales y los violentos: un trozo del tejado cae al suelo, es natural, una violencia no forzada. Pero intencionadamente tiro piedras o misiles, o palabras envenenadas, y allí sí que ejerzo explícitamente y con voluntad un acto de violencia. Hablábamos con un grupo de personas con quienes compartimos inquietudes intelectuales y pensamientos. Ya hace años que nos encontramos (Teología, literatura y artes, nos decimos). Una conversación trimestral que puede parecer anecdótica, pero que repetida en los años segrega complicidades, y salen reflexiones. El ojo de la violencia fue una, que recogimos en forma de libro. El sabio Daniel Giralt-Miracle defiende la no violencia activa, que existe y es poco mediática. Nombres como Mahatma Gandhi, Abdul Ghaffar Khan, Martin Luther King o Rosa Parks son representantes. Reconocíamos que la violencia ejerce su fascinación, sobre todo en los que razonan en términos de imposición y rehúsan la pluralidad. Hay violencias barnizadas de religión, como la del grupo de terroristas que el 17 de agosto sembraron la muerte en Barcelona y Cambrils. El biblista que ahora vive en Roma Armand Puig lo definía como "una violencia surgida de un abismo de mal, de personas vaciadas de sentimientos y de humanidad, a quien habían convencido de que había que destruir la urbanidad, la convivencia y la paz". No entrar en el ojo de la violencia es una acción que requiere estar siempre atenta.
Reconocíamos que la violencia ejerce su fascinación, sobre todo en los que razonan en términos de imposición y rehúsan la pluralidad. Hay violencias barnizadas de religión
Al mal no se lo corresponde con mal, sino con un acto revolucionario que supera la venganza: amar al enemigo. Esta respuesta golpea y desestabiliza la ley del talión. Invita a soportar el pulso de la paz. El mal, sin embargo, es atronador. El mal se personifica dentro de una prisión asesinando a una cocinera. El mal persiste en destrucciones y ataques a civiles en Gaza. Y podríamos seguir y lo sabemos todos. La traba de las violencias mundiales no provendrá de una nave extraterrestre, ni de un líder carismático votado o impuesto. Vendrá de un cambio de chip.
El Instituto Catalán Internacional por la Paz, cuando el Comité Noruego Nobel otorgó el Premio Nobel de la Paz 2023 al activista, periodista y escritora iraní Narges Mohammadi encarcelada por su lucha contra la opresión de las mujeres en Irán y en favor de los derechos humanos y la libertad, recordó que los derechos humanos y la democracia son condiciones necesarias para la paz. Y el papa Francisco lo remata con una sencilla recomendación: "la paz no es un producto industrial, es un producto artesano. Se construye cada día con nuestro trabajo, nuestra vida, nuestro amor, siendo próximos y amándonos mutuamente. La paz se construye cada día". El ojo de la violencia está siempre atento, y solo puede quedar tuerto si le sabemos desviar la mirada.