La coalición no está por romper, pero acumula cada vez más tensión. A estas alturas, los socios deberían estar cerrando las últimas leyes estrella del acuerdo de gobierno, a un paso de finiquitar el ciclo y encaminarse hacia la campaña electoral. Vender gestión, preparar la presidencia del Consejo Europeo y el sprint final a las generales. Ese era el plan. La realidad es la presentación en el Congreso de la iniciativa del PSOE a la reforma del solo sí es sí sin Podemos y un choque cuya onda expansiva altera todo lo demás.
La propuesta llega sin acuerdo y el PSOE no tiene intención de ceder. Y no ceder significa estar dispuesto a sacar la reforma con el Partido Popular. El anuncio del portavoz socialista Patxi López de arrinconar a los populares y no negociar las enmiendas con ellos pasa más por atraer a los socios que por expulsar de la ecuación a los populares. Llegada la hora, si el PP y el PNV votan a favor, si suman a algún grupo más, Podemos se quedaría solo en medio de la polémica, según la lógica interna en Ferraz. Como los efectos de la ley se juegan en la opinión pública, el PSOE está convencido de la necesidad de enmendarla. Ante las revisiones de penas irrevocables y la alarma por un efecto no esperado, la reforma es al menos un intento para evitar en lo posible interpretaciones que dañan a las víctimas. Además de la necesidad de bajar el ruido del contador de las rebajas de condenas a agresores sexuales aprovechado por la derecha.
Por parte de Unidas Podemos tampoco se prevé ninguna cesión. La propuesta de la ministra de Justicia Pilar Llop se lee como una declaración de guerra. Se han enterado del registro de la proposición por la prensa y mantienen que vuelve a la ley anterior. A una vuelta al “Código Penal de La Manada con los votos del PP", ha dicho la secretaria de Acción Institucional María Teresa Pérez en sede parlamentaria.
Los partidos de izquierdas del bloque de investidura entienden el texto del PSOE como un retroceso en el consentimiento como eje central del 'solo sí es sí'
El hasta aquí hemos llegado del PSOE se trasladará también a la votación el próximo jueves de la ley de protección animal y la discutida enmienda de los perros de caza. Salió adelante con los votos de Vox y el PP, que votaron en contra del dictamen. Con ERC, Bildu y Podemos en contra, los partidos con más sensibilidad animalista esperaban ganar tiempo hasta el día del pleno. Del centenar de enmiendas, la mitad son de Esquerra. El PSOE no está dispuesto a tocarla. Defienden que la ley paraguas es un salto adelante en la protección de los animales y entienden que sean las comunidades autónomas las que limiten el maltrato a los perros de caza fuera de su actividad cinegética. Con 800.000 licencias de caza en toda España, no se la quieren jugar en Castilla-La Mancha, Andalucía o Extremadura. Porque si a unos les votan en Malasaña, sinónimo de lo urbano, el PSOE necesita el campo y lo rural en los comicios de mayo.
Para Podemos, son dos ejemplos de cómo el PSOE modifica dos leyes salidas del Consejo de Ministros pactando con la derecha. La confrontación está servida. Y la reacción es defensiva. La ministra Irene Montero no admite que su ley estrella tenga una grieta. Y menos las acusaciones de incompetencia legislativa cuando fue el Ministerio de Justicia, con Juan Carlos Campo al frente, quien dio el visto bueno sin alertar de las posibles revisiones. El enfrentamiento muestra también otras fisuras. Yolanda Díaz ha manifestado el apoyo sin ambages a Irene Montero. Pero está por el acuerdo y no veremos a la vicepresidenta haciendo suya la pelea por el texto de Igualdad. En esto Díaz coincide con las portavoces socialistas cuando dicen que no toca el consentimiento o el Convenio de Estambul. No ha atacado la proposición de ley por la subida de las penas basado en la violencia o intimidación, pero tampoco apoya al PSOE. Como Izquierda Unida, cree que hay margen para el pacto. La portavoz federal de IU ha sido más dura y cree que el PSOE cede “al marco punitivista de la derecha”, coincidiendo con ERC y Bildu.
El choque es nuclear y no tiene matices. De momento los partidos de izquierdas del bloque de investidura entienden el texto del PSOE como un retroceso en el consentimiento como eje central del solo sí es sí. Si los socialistas sacan la proposición de ley con la derecha, frenará los ataques mediáticos y del PP. Lo que puede ser bueno para Pedro Sánchez, será mortal para la coalición. Y dejaría abierta la puerta a que, en el próximo chispazo, Podemos salte del Gobierno. La tentación de alivio de los socialistas, de desprenderse de la tensión de su socio, dejaría tocado el bloque para las generales. No es fácil que el PSOE maneje todos los frentes y, al mismo tiempo, no tiene otra opción.