"El rigor se lo gana aquel que llame a lo injusto por su nombre"
Bertolt Brecht

Por más vueltas que se le dé a la cosa, y se le dan, adrede, para confundir, para que sea difícil tomar una postura que no sea la del clan, la cuestión en liza es meridiana: ¿se utilizó a la Fiscalía General desde Moncloa para perjudicar a un ciudadano, revelando para ello los mensajes reservados entre su abogado y fiscales madrileños? Todo lo demás es hojarasca.

Lo que parecía imposible sucedió. Lo que nadie esperaba está pasando. Nadie pensó que se pudiera investigar la maniobra y es ahora cuando se le ven las orejas al lobo. Acontece que es posible que acabemos sabiendo lo que pasó. La gravedad del asunto no tiene nada que ver con que fuera el novio de Ayuso el contribuyente cuya presunción de inocencia se vio perjudicada; una vez limpio el hueso de despojos, queda clara la madre del cordero: la presumible utilización de los mecanismos del Estado para perjudicar a un rival político. Un poco parecido a lo que el Partido Popular hizo con todo descaro y práctica impunidad contra los catalanes. Habrá quien diga que si los peperos se escabulleron, en parte, de sus maniobras indecentes, ¿qué sentido tiene ahora perseguir las de los buenos contra los malos? Así lo ven muchos, ya les digo que no es mi caso.

Olvídense de la hojarasca y céntrense en un correo remitido por un abogado, más bien torpe, a la Fiscalía de Delitos Económicos de Madrid para intentar un pacto. Ese correo es el importante. El que exhibiera Lobato. Ese correo que contiene una frase aniquiladora para el cliente: "se han cometido en efecto dos delitos fiscales". Esa frase que "cerraba el círculo" y que hacía no perder el relato, dos cosas que le preocupaban mucho al maltrecho fiscal general en aquella aciaga noche, de la que se ha debido arrepentir una y mil veces. ¡Qué necesidad tenía él! Vale que el jefe de gabinete de Ayuso había engañado a la prensa conservadora haciéndoles creer que había sido la Fiscalía la que tomara la iniciativa del acuerdo filtrando un correo que, en realidad, respondía al de marras. A fin de cuentas, de lo suyo gastaba y no revelaba nada. Es esa frase "se han cometido en efecto dos delitos fiscales" la que pone cachondo a alguien cuando lee el correo, aportado a medianoche por fiscales espoleados por la prisa de su jefe. "Se han cometido en efecto dos delitos fiscales", escrito por un abogado, se transforma en la mágica máquina de relatos en "el delincuente confeso" en boca de muchos, incluidos ministros y presidentes de Gobierno.

¿Qué pasó esa noche? ¿Cómo se urdió ese relato que dejaba a los pies de los caballos derechos fundamentales de una persona —por muy mal que nos caiga el novio de Ayuso—, como son el derecho de defensa y la presunción de inocencia? ¿Quién y como cerró el círculo? ¿Quién grito '¡eureka!' con el relato? ¿Cómo se instrumentalizó el Estado para joder al rival? Cada vez estamos más cerca de que la hipótesis FGE, Moncloa, medios se afiance en esa versión, o en la de FGE, medios, FGE, Moncloa y —según acabamos de descubrir ahora— ese Moncloa-Juan Lobato. Vaya noche.

A mí me da igual de repugnancia cualquier corrupción y me estremece de pavor la utilización de cualquier medio del Estado contra adversarios o rivales políticos

Los periodistas de ABC acudieron a confirmar con el secretario general de los socialistas madrileños su información. Lo tienen documentado. "No os voy a decir que sea mentira" es la fórmula por la que recibieron la confirmación. Luego vamos a las presiones y al lío. ¿Qué hizo Lobato y por qué? Según esta versión, que veremos si es la que le repite al magistrado del Tribunal Supremo el viernes, a Lobato le pasan EL correo, o sea, el de "se han cometido..." desde el gabinete del presidente del Gobierno para que se lo refriegue al día siguiente a Díaz Ayuso en la Asamblea. Lobato es técnico de Hacienda en su vida civil y un tipo con principios, hasta donde yo he conversado con él. Los datos que no negó y los hechos dicen que no lo tiene claro. Que se da cuenta de la vulneración del secreto de un obligado tributario a través de su abogado, que se remueve incómodo, y que su comunicante Pilar Sánchez-Acera, a la sazón directora del Gabinete del Presidente que dirige Óscar López, le dice que esté tranquilo, que se lo van a filtrar a unos medios amigos y que así podrá usarlo sin escrúpulo. ¿Se produjo esta conversación? ¿Está en el acta notarial que debe entregarse en el TS? On verra. El caso es que Lobato exhibe un mail en la Asamblea que no muestra ninguna marca de agua de medio alguno. Todo queda ahí, en la machacona repetición por parte de la sincronizada de la frase del "delincuente confeso". Como relato dio mucho de sí, sobre todo entre los que desconocen que en ninguna democracia la mera confesión —de poder considerarse un escrito redactado por tu abogado tal cosa— sirve por sí sola para condenar a nadie.

No es hasta el mes de octubre cuando las orejas del lobo asoman en forma de imputación del fiscal general del Estado y requisa de sus dispositivos, cuando Juan Lobato se dirige a una notaría para formalizar el acta de manifestaciones. ¿Para guardarse respecto a posibles avances penales? ¿Para ponérsela en los morros a Sánchez cuando intentara desbancarle para darle su puesto precisamente a Óscar López? Fuera como fuera, ese lobo va a enseñar no solo las orejas, sino la patita, antes del congreso a la búlgara. ¿Por qué habría de dimitir Lobato? Por traidor, por traidor, por traidor, rugen las huestes oficialistas. Si te mueves un milímetro, ni foto ni honor.

El lobo está que ruge. Mucho enredo también en torno a la iluminada estrategia de defensa exhibida por Choclán en torno a Víctor de Aldama. Las cuestiones para despistar del verdadero sentido de la historia han sido variadas y rocambolescas: que si era raro lo de declarar en una causa y salir por otra, que si el fiscal cuando era joven estuvo con Michavila, que si Choclán solo defiende peperos; vamos, que no le han sacado dos DNI por los pelos. Lo cierto es que con un cliente cuya inocencia es difícil de predicar, la mejor solución es una colaboración con la justicia a ver cuánto puedes rebajar lo que seguro te caerá. Ningún misterio. Que para que la estrategia haya funcionado, a Anticorrupción le ha tenido que engolosinar la oferta, que tontos no son, pero manejados por Álvaro Ortiz tampoco. Fiscal y jefe renombrados ambos recientemente por el Gobierno de Sánchez. Eso siempre se olvidan de decirlo, cachis. La estrategia tampoco funciona ni los fiscales muerden el anzuelo si el justiciable va a declarar para soltar "una inventada". Ni de coña. No solo la credibilidad de lo manifestado no es baja, sino que la colaboración para encontrar en el tera de datos incautados lo que es interesante para la acusación será efectiva.

El lobo tiene muchísimas orejas. No pierdan de vista la mención a los "cupos" territoriales en las mordidas de adjudicación, que suena a 3% y es la explicación que Aldama da sobre los 15.000 € de cohecho que afirma haber entregado a Santos Cerdán. Al parecer, se metió por medio y un contrato de la zona vasca se lo llevó una empresa gallega sin conocimiento del capo de la zona: los 15.000 serían la compensación de la comisión perdida. Al loro, que de eso hemos de hablar mucho. Las orejas de Begoña, porque pronto el IE se verá obligado a contarnos cuanto cobraba de verdad; porque comprenderemos que el imputado Güemes hizo de intermediario, pero que la sombra de Hidalgo hijo, de Air Europa, no planea muy lejos. La incógnita Venezuela y el apartadero de República Dominicana, allí donde los Falcon volaban sin respuestas.

Todo eso y mucho más debería importarnos una higa, parecen decirnos, porque es el pequeño coste por no tener un gobierno de derechas o, peor, con la ultraderecha dentro. Muchos seguidores socialistas lo ven exactamente así. A mí me da igual de repugnancia cualquier corrupción y me estremece de pavor la utilización de cualquier medio del Estado contra adversarios o rivales políticos. A mí el lobo no me da miedo, a otros les hace aullar.