El día siguiente de la Diada, las portadas de los diarios en papel parecía que reflejaban más un deseo que una realidad, más un desánimo que un hecho. Unas, las de los rotativos españoles, se regocijaban en un supuesto naufragio de la movilización. Las otras, las de cabeceras editadas en Catalunya, se fijaban más en la botella medio vacía, pasando por alto que hoy en día en Europa hay muy pocos movimientos sociales —para no decir ninguno— con este poder de convocatoria y capaces de llenar las calles de una manera tan masiva y continuada.
Echamos un vistazo a los titulares de portada del Estado:
EL PAÍS: La Diada certifica la crisis independentista
LA RAZÓN: El independentismo fracasa y moviliza a 70.000 personas
ABC: El secesionismo pierde la calle mientras gana influencia en Madrid
Y ahora un vistazo a los diarios editados en Catalunya:
EL PUNT AVUI: Prou de llepar-nos les ferides
ARA: Menys mobilització
LA VANGUARDIA: Diada més festiva i amb menys mobilització
EL PERIÓDICO: Menys carrers, més institucions
Los tres primeros exponen un deseo, aquello que ellos querrían que fuera, y hablan de crisis, fracaso y pérdida de la calle. De acuerdo, pues: si aceptáramos sus cifras como válidas y si se puede medir la salud del independentismo en función de los asistentes a las manifestaciones, tenemos que suponer entonces que se deberá hacer lo mismo con el españolismo y sus raquíticas concentraciones del 12 de octubre.
Los cuatro segundos exponen un desánimo, centrándose en aquello desfavorable, y la mayoría tienen en común la palabra menos. Solo El Punt intenta, tímidamente, ver la botella medio llena y reproduce la frase que el presidente de la ANC, Lluís Llach, gritó al final del acto del 11 de septiembre en el Paseo Lluís Companys. Una frase que, todo hay que decirlo, aquel día fue seguida de uno significativo ¡Organizaos!, inexistente después a los titulares.
De la misma manera que la mayoría de las encuestas electorales se hacen más para influir en la gente que para reflejar la realidad, también los tratamientos editoriales de según qué medios están más pensados para desactivar que para informar
Es curioso como, para remarcar una supuesta derrota, se vinculan conceptos que no tendrían por qué ser vasos comunicantes: El secesionismo pierde la calle mientras gana influencia en Madrid, decía el ABC. Menos calles, más instituciones, publicaba El Periódico. Como si la fuerza del pueblo en la calle fuera antagónica a la capacidad de influir en un estado, cuando es más bien al contrario. Diada más festiva y con menos movilización, destacaba La Vanguardia. Como si a más asistencia, la Diada fuera menos festiva, como queriendo asociar festivo a pacificado y contraponerlo al concepto de reivindicativo.
De la misma manera que la mayoría de las encuestas electorales se hacen más para influir en la gente que para reflejar la realidad, también los tratamientos editoriales de según qué medios están más pensados para desactivar que al informar. El pseudoperiodismo españolista y sus acólitos políticos y sociales atenúan intencionadamente una manifestación —que, de haberla alcanzado, ellos catalogarían de éxito— para desviar la atención del foco importante: que estamos, que todavía estamos. Que este movimiento es de calidad, no solo de cantidad. Que es una carrera de fondo, no un sprint. Que ellos sueñan que el momento actual sea un punto y final (de aquí las portadas) y nosotros, a pesar de la incertidumbre y la necesaria autocrítica, tenemos que trabajar por un punto y seguido.
Da igual que haya dos millones de votos en las urnas, centenares de miles de personas en la calle o mayoría independentista en el Parlament de Catalunya, que el estado que tenemos en contra siempre enviará porras contra referéndums, minimizará cifras de convocatoria o encarcelará e inhabilitará diputados, consellers y presidentes. Y todo eso lo hará con las cloacas rebosándole y mientras le quiere hacer creer al mundo que él cumple con todos los estándares democráticos. La idea de la independencia, compañeros, tendrá que ir ligada siempre a la desobediencia. Por lo tanto: organicémonos, que resistencia es sinónimo de libertad.