El futuro de la traca judicial con la que llega Pedro Sánchez al 41º Congreso Federal es tan impredecible en su alcance como eficaz en ocupar la agenda nacional. El presidente celebra diez años al frente del PSOE y se proclamará este domingo Secretario General por cuarta vez. Un cónclave donde los socialistas tienen que armar una ponencia ideológicamente potente —son prácticamente la excepción europea— y renovar los liderazgos territoriales de cara a las próximas autonómicas. Lo importante será lo de menos. O al menos, de lo que apenas se hablará. El Congreso Federal coincide en el tiempo —o precisamente por ello— con la declaración bomba de Víctor de Aldama, la causa que implica al fiscal general del estado y la derivada del líder en Madrid, Juan Lobato, recién llegado a escena.
La declaración de Aldama que intenta elevar la trama al Gobierno todavía no hace pie. El comisionista tiene la credibilidad de quien ha sido el gran corruptor, según la Guardia Civil, del número dos del PSOE, el exministro José Luis Ábalos, y su asesor, Koldo García. Una pinza que aprieta a Santos Cerdán porque Aldama lo señala, y por haber traído a Koldo de Navarra a Ferraz, antes de recalar en Ábalos. Cerdán asegura que ni lo conoce ni se ha cruzado un mensaje. Ni siquiera habría un selfie. Y Aldama se ha inculpado relativamente. Solo acredita lo que implica a Ábalos. El resto es, de momento, palabrería y amenazas hasta que vuelva a hablar la UCO o enseñe documentos.
La trama de momento lleva el traje de Ábalos y está por ver si ha conseguido la libertad con algo más que señalamientos. Sobre Cerdán, los 15.000 euros en efectivo en un bar son por un supuesto cupo vasco, sin precisar de qué licitación habla o qué consejería del gobierno vasco estaría implicada. Ángel Víctor Torres, de política territorial, supuestamente y según Koldo, pidió 50.000 euros sin llegar a cobrarlo; otros 15.000 euros el jefe de Gabinete de María Jesús Montero por modificar un expediente de Hacienda cuando ni Cristóbal Montoro pudo hacerlo con un gobierno de mayoría absoluta. Cuesta imaginar a Salvador Illa pidiendo una reunión a Aldama con Delcy Rodríguez para comprar la vacuna rusa Sputnik, o que el Ejecutivo organizara la llegada discreta de la vicepresidenta de Venezuela y al tiempo montara una cena con medio gabinete de ministros en un chalet. Por contra, el gran corruptor Aldama se escribía a diario con Koldo García. Sus wasaps serán artillería infinita con o sin pruebas penales más allá del perímetro Ábalos.
Juan Lobato es el menor de los problemas de Pedro Sánchez, salvo porque estalla a las puertas del Congreso en Sevilla. El PP lo intenta vincular al fiscal general del Estado y así escalar hasta la Moncloa
El frente Juan Lobato es el menor de los problemas de Pedro Sánchez, salvo porque estalla a las puertas del Congreso en Sevilla. El PP lo intenta vincular al fiscal general del Estado y así escalar hasta la Moncloa. El embrollo no es fácil de seguir. Por recapitular, la pareja de Ayuso defraudó 370.000 euros en un pelotazo de dos millones de euros en la compra de mascarillas. Varios medios difundieron el bulo de la Fiscalía ofreciendo un pacto. Fue al contrario, lo pidió Alberto González Amador. El Supremo no pudo acusar al fiscal general por la nota de prensa y lo terminó acusando por filtrar los correos. La UCO lo coloca ahora en un papel “preeminente” sin encontrar la pistola humeante, el mensaje incriminatorio.
Sobre estos correos, Juan Lobato hizo una maniobra que le cuesta explicar y lo debilita como líder de Madrid. El ABC reveló que registró ante notario los mensajes de Pilar Sánchez Acera, número dos de Óscar López cuando era jefe de gabinete de Sánchez, con el famoso correo donde la pareja de Ayuso reconoce el fraude fiscal. Lobato registró los mensajes sin decírselo a su compañera de partido para defenderse de Ayuso. En sus entrevistas a medios, reconoce que no se fiaba de la Moncloa. Y el viernes, en lugar de estar en Sevilla, estará en el Supremo explicando la maniobra. Y tendrá que aportar los correos y detallar de quién se fiaba menos. A Sánchez solo lo afectará si Lobato señala a la Moncloa, una apuesta de riesgo de Lobato con la militancia madrileña.
De momento, Álvaro García Ortiz no dimitirá. Juan Lobato, en su enfrentamiento con Ferraz, tendrá que esforzarse por evitar el desgaste. Y ambos acaban en el banquillo —uno imputado, otro testigo— antes que Alberto González Amador. Ese “ciudadano particular” según el PP, al que defiende el Gobierno de Madrid, los jueces del Supremo y el Colegio de Abogados de Madrid de oficio. Ayuso vuelve a ganar, también a Feijóo. Este lunes asistía al Congreso de UGT, el sindicato invitaba por primera vez a un presidente del PP, y Feijóo intentaba destacar un perfil moderado, propositivo. No se lo escuchó, ni salió en los telediarios, porque la guerra judicial lo es todo.