“Vemos las cosas no como son, sino como somos nosotros”.
Immanuel Kant
A la hora justa en que escribo esta columna, podría ver pasar bajo mi ventana a Kant, siempre y cuando estuviera en Königsberg hace unos 250 años. Siempre paseaba de cinco a seis, invariablemente, con lluvia o a pleno sol. Dicen que sus vecinos ponían los relojes en hora al verlo. Yo redacto a salto de mata, unos días a horario kantiano y otros de lechuza aristotélica, es lo que tiene la vida actual. El día antes de Sant Jordi se cumplen tres siglos del nacimiento del filósofo que más profundamente me ha impresionado, no por lo cuadriculado de sus costumbres, sino por haber sido capaz de formular una ética que permite perfectamente a un ateo mantener sus límites morales. Pero ni por el imperativo categórico ni por los paseos lo traigo a colación hoy, sino por el famoso "giro copernicano" que dio a la filosofía.
En efecto, para explicar el novedoso planteamiento del que iba a partir, el vuelco que le iba a dar a la forma de analizar las cosas, Kant planteó su postura en una analogía con la adoptada por Copérnico. Este, nos dice, se dio cuenta de que el movimiento de los astros era inexplicable si se seguía poniendo a la Tierra en el centro, así que hizo un giro y colocó en el centro al Sol y, así sí, las cosas cuadraban. Kant consideraba necesario realizar una revolución similar, asumiendo que no podemos tener un conocimiento de las cosas si el objeto depende del pensamiento para ser conocido y no a la inversa. Así que el giro copernicano se ha consagrado como una forma de cambiar el comportamiento o el pensamiento de forma radical.
Y ahí es donde conectamos con un nuevo giro para introducir en la campaña de las elecciones vascas el comodín de ETA, no por parte de la derecha como era de esperar, sino por parte del partido que gobierna con los votos de Bildu y que ha pactado con ellos en varias ocasiones. Esa decisión tuvo que tomarse al filo del lunes, con las encuestas en la mano, y la opinión sincronizada lo demuestra. La preocupación por una anunciada victoria de Bildu disparó los nervios. Así el mismo lunes varios periodistas progresistas se extrañaban públicamente por el hecho de que el tema ETA no apareciera por ninguna parte en la campaña vasca, mientras que sí lo hace de forma indubitada en las generales, las gallegas o hasta las andaluzas. Al poco, en un debate de un diario vasco, el candidato socialista Eneko Andueza instó al candidato de Bildu a condenar el terrorismo. Era un tema fuera de campaña hasta ese instante. Inmediatamente en la SER le preguntaban a Otxandiano por esa cuestión y el candidato abertzale se limitó a hablar de "banda armada", sin usar el término terrorista. El goteo de tuits y declaraciones en ese sentido para afeárselo se sucedía. "No reconocer que ETA fue una banda terrorista es de cobardes", ha dicho la portavoz del Gobierno tras el Consejo de Ministros. No se extrañen. He visto en el BOE que en Moncloa hay una cosa que se llama Departamento de Discurso y Mensaje, que, por lo visto, funciona mejor de lo que uno podría esperar.
El comodín de ETA en una campaña en la que ha quedado claro que los vascos no van a movilizar las papeletas por esa cuestión
El giro copernicano socialista supone hostigar en el tramo final de la campaña electoral a sus socios de Bildu. Están un poco ojipláticos los abertzales, porque si bien daban por sentado y tenían asumido que un eventual pacto se reeditaría entre los socialistas y el PNV, no contaban con que les tocaran las gónadas. Ese pacto no iba a perturbar su apoyo a Sánchez, pero "criminalizar a Bildu a estas alturas de manera artificial e interesada", es un roce innecesario e inesperado, según mis fuentes abertzales. Lo cierto es que los votantes vascos no esperaban ese debate electoral ni es factible que se muevan por él. Los vascos quieren hablar de mejorar Osakidetza, del acceso a la vivienda, de la precarización, de la educación y sus tipos, y de eso se estaba debatiendo hasta justo el lunes, en el que apareció el comodín de la condena del terrorismo. Obviamente esto sorprende a los abertzales, que se consideran socios de los socialistas en Madrid y en Navarra, aunque, como saben, no deberían hacerlo. A los catalanes les podían preguntar por los giros copernicanos que dio y dará el ciudadano Sánchez. Lo achacan al vértigo que les produce que Bildu gane aunque no gobierne y a ese 5% de voto socialista que se fuga a Bildu, según las encuestas.
Es el giro lo que quiero destacar. Un partido que ha defendido a capa y espada la normalidad de aceptar los votos de Bildu, de darles el Ayuntamiento de Pamplona o la Federación Navarra de Municipios, emprende ahora una campaña exprés para dejar claro que son unos cobardes y unos indignos por no ser capaces de articular las palabras "banda terrorista". Ese PSOE que oyó decir a Patxi López cuando las listas electorales con exetarras: "No nos van a enredar en ese juego en el que el PP nos quiere meter a todos (...) usan el terrorismo porque no tienen propuestas" o bien a Óscar Puente cuando la alcaldía de Iruña: "Habrá una alcaldía más progresista y una menos de derechas", resulta que se enreda ahora con esa cuestión. Hasta el punto de que Andueza, que no había tocado el tema hasta el lunes, ha afirmado taxativamente: “Deben condenar el terrorismo de ETA y asumir su responsabilidad”.
Segundo comodín de ETA en una campaña en la que ha quedado claro que los vascos no van a movilizar las papeletas por esa cuestión. Es verdad que el PNV le está cogiendo susto al crecimiento que auguran las encuestas de su oponente, pero si ustedes hacen cuentas, entre ambos partidos soberanistas, suman un porcentaje apabullante del voto de los vascos. Y estos han decidido salir adelante como mejor les ha parecido. Hasta ahora el fin del terrorismo les ha permitido mirar otras cosas y eso es lo que quieren hacer, para bien o para mal, tirar para adelante. A lo mejor es así como se sale de los conflictos, organizándose para seguir y relegando la memoria histórica para tiempos venideros en los que no escueza. Tal vez así se siguió la vida tras la Guerra Civil o en la Alemania o la Francia de los cuarenta, donde una vez purgados los evidentes, la vida siguió integrando a los que miraron para otro lado.
Con este nuevo giro queda claro que el PSOE no quiere ni pensar en que Bildu gane por delante del PNV, aunque dudo que un movimiento propagandístico de este tenor pueda hacer mella en el voto vasco. Entiendan que allí, los que migran de Podemos o Sumar a Bildu —un éxodo mayoritario que va a hacer estragos— o los poquísimos que se vayan del PSE saben mejor que nadie cuál es la posición de cada uno. No van a ser los equipos de opinión los que les descubran ahora hasta dónde ha ido Bildu y dónde no va a ir. Lo lamentable es pensar que se puede decir una cosa y la contraria, hoy y mañana, aquí y allá.
No va a suceder que PNV y Bildu se entiendan. Compiten por un espacio nacionalista en el eje ideológico: derecha soberanista, izquierda independentista. Eso que se vio alterado en Catalunya y que en Euskadi no sucederá. Parecía que las elecciones vascas no tenían la repercusión nacional de las catalanas y es de esperar que los ataques de esta semana no caldeen mucho a los abertzales. A fin de cuentas, debería saber Sánchez, son vascos y aunque resistentes, no son amigos de los que son poco formales y dan giros inesperados.