Un rey llamó a sus dos hijos y le dijo al primero: "Pídeme lo que quieras, pero ten en cuenta que a tu hermano le daré el doble", y el hijo envidioso respondió: "Sácame un ojo".
De confirmarse, las contrapartidas que Junts per Catalunya ha obtenido a cambio de no impedir la convalidación de los decretos del gobierno español, supondrían en cuanto al autogobierno el mayor salto cualitativo desde el pacto del Majestic. No es mala noticia que vuelva la política y más ahora que resulta tan emocionante como suelen ser las votaciones in extremis en el Senado de Estados Unidos.
La incógnita del acuerdo es que todo son promesas y aunque el PSOE las ha asumido públicamente y por escrito oficioso, habrá que ver cómo se implementan. Y esto es lo que ha dado pie a las disquisiciones partidistas y mezquinas de la habitual mediocridad política catalana.
Se ha querido minimizar el compromiso de delegar al Govern de Catalunya las competencias en inmigración mediante una ley orgánica a partir del artículo 150.2 de la Constitución, cuando es el único camino para que la Generalitat asuma competencias que la Constitución atribuye exclusivamente al Estado. Fue por esa vía que los Mossos se convirtieron en policía integral, sustituyendo a la Guardia Civil y los llamados maderos.
La delegación de competencias estatales vía el artículo 150.2 era el argumento desarrollado por Enric Argullol y defendido por Jordi Pujol para aumentar el autogobierno, conscientes de que una reforma del Estatut no podía incorporar competencias reservadas al Estado, requería mayorías más calificadas y era muy arriesgada dada la evolución política española, tal y como se ha demostrado después.
Interesante es también la referencia a los derechos históricos de Catalunya, que el PSOE asume por escrito en su comunicado oficioso, la única vía para ganar espacios de bilateralidad. Los derechos históricos son la referencia de Catalunya como sujeto político preexistente a la Constitución de 1978.
Junts pretende blindar la amnistía y toda precisión es poca, así que no está de más suprimir el artículo 43 bis de la ley de enjuiciamiento civil, pero en este terreno el camino será largo y tortuoso porque no cabe duda de que los jueces españoles y todos los aparatos del Estado utilizarán cualquier instrumento a su alcance para dificultar la aplicación de la ley.
Junts tiene la obsesión de demostrar que es más valiente y más capaz que ERC y los republicanos intentan demostrar lo contrario, cuando tratándose de fuerzas soberanistas todo lo que no sea sumar esfuerzos es debilitarse mutuamente y de rebote debilitar al país
En cuanto a la reversión del decreto que promovió el Gobierno del PP para facilitar la fuga de empresas catalanas en el momento álgido del proceso sobiranista, difícilmente contribuirá al regreso de las corporaciones, sobre todo si se han instalado donde se pagan menos impuestos que en Catalunya, pero a partir de ahora quizás vuelva la normalidad, es decir, que las sociedades de capital fijarán su domicilio dentro del territorio español en el lugar donde se encuentra "el centro de su efectiva administración y dirección, o donde radique su principal establecimiento o explotación". Y bueno, la revocación no deja de ser un reconocimiento de la maldad que guió el comportamiento del Gobierno Rajoy y de otras instituciones del Estado contra la sociedad catalana en su conjunto, no solo a los independentistas.
Si además habrá más dinero para la digitalización de la justicia y no se pagará IVA por el aceite, que ya ha subido demasiado de precio, el acuerdo de Junts con el PSOE comparado con lo que habría supuesto el no acuerdo, se puede "valorar positivamente", que es lo que solía decirse cuando Miquel Roca negociaba el peix y Jordi Pujol preparaba el cove.
Ahora bien, políticamente, lo más trascendente de lo ocurrido esta semana no es el contenido del acuerdo, no es el peix ni el cove. Lo trascendente, lo más importante, lo grave es que se ha puesto en evidencia que la política catalana seguirá siendo el principal obstáculo para el progreso del país, sometido como está a la estulticia de sus gobernantes y algunos representantes.
Es evidente que Carles Puigdemont se apuntó un éxito siquiera mediático cuando todas las portadas y los informativos lo señalaban como el rey del mambo de la política española y los artículos más pensados trataban a Jordi Turull como el gran negociador. Todo es interesadamente muy exagerado. Al PP y a su aparato mediático le interesa decir que Sánchez es un títere de Puigdemont y al PSOE relativizar las concesiones que ha hecho.
La ecuación estúpida es la catalana. Junts tiene la obsesión de demostrar que es más valiente y más capaz que ERC y los republicanos intentan demostrar lo contrario, cuando tratándose de fuerzas soberanistas todo lo que no sea sumar esfuerzos es debilitarse mutuamente y, de rebote, debilitar al país.
Mientras la política catalana continúe atrapada en la absurda competencia electoral de Esquerra y Junts, disputándose la autonomía en nombre de la independencia, la progresiva decadencia del país, de su prestigio, de la autoestima de sus ciudadanos no se detendrá hasta el punto de que los catalanes acabarán avergonzándose
Ahora, poco o mucho, Junts ha negociado con el PSOE más poder para Catalunya, y el Govern de Catalunya, en vez de alegrarse, hacerse suyas las contrapartidas dado que en tanto que Govern es quien debería trabajarlas, liderarlas y acabarlas aplicando, reacciona con una ridícula escena de ataque de cuernos. Las declaraciones de Oriol Junqueras y la entrevista que le hizo Jordi Basté a la consellera Laura Vilagrà han hecho reír por no llorar, porque se les nota el rencor, pero llevan a la patética conclusión de que el Govern de Esquerra Republicana no negociará y evitará cualquier aumento de competencias si deben suponer un éxito de Junts per Catalunya. Y el uno por el otro, el país al desastre.
Con este nivel de inteligencia política, nada hay que esperar de las comisiones y mesas de diálogo y de negociación que ERC y Junts pactaron a cambio de la investidura. Cinco comisiones distintas todas para pactar con un único PSOE, pero ERC por un lado y Junts por otro. Es ridículo sobre todo porque la prioridad no será quién saca más, sino procurar que el otro saque menos. Ya no puede descartarse que la principal contrapartida que exigirán al PSOE será que no ceda nada al adversario. No sería la primera vez que ocurre, como recordarán Puigcercós y Duran Lleida. Rubalcaba todavía se ríe desde el cielo.
Sabe mal tener que insistir, pero mientras la política catalana siga atrapada en esta absurda competencia electoral de Esquerra y Junts, disputándose la autonomía en nombre de la independencia, pero impidiendo una mayoría gubernamental estable, la progresiva decadencia del país, de su prestigio, de la autoestima de sus ciudadanos no se detendrá, hasta el punto de que los catalanes acabarán avergonzándose.