"Quiero ajustar cuentas conmigo mismo y renovarme cada día"
Antonio Gramsci
A Junts y al resto les ha salido un duro competidor en la carrera por desmontar a Pedro del burro. Podemos ha comenzado una ofensiva a cara descubierta que difícilmente puede tener como objetivo reeditar ese gobierno de coalición del que se aburrió pronto, sino que constituye la enésima vuelta de una estrategia con la que Iglesias aspira a hacerse con el poder de verdad, con el que sintió que se le escapaba entre las manos cuando ejercía de vice decorativo. Iglesias aspira a reinar en Moncloa para transformar el país a su antojo y, para ello, tiene que acabar primero con Pedro Sánchez. En eso andan.
La jugada, tal y como la cuchichean —o no tanto— algunos, no resulta increíble. A Iglesias le interesa que caiga Sánchez para lograr un gobierno del PP uncido a Vox. Ante ese panorama y con un PSOE descangallado de tanto usarlo, ÉL, el líder, debe pensar que podría catalizar la oposición a la derecha en coalición con la ultraderecha y convertirse en la principal fuerza de oposición. Así que esta vez se embarca en un jaque en varias jugadas, en el que se van a quemar en principio sus principesas, aunque no cabe duda de que si llegara a término, sería ÉL, el líder, el que cosecharía las mieles del poder.
Así que ojito, que si ya se han puesto las pilas preelectorales es a sabiendas de que sus exiguos diputados sirven igual para derribar al gobierno que otros cualesquiera y, además, no tienen nada que conseguir o que pactar. Están limpios de cualquier ambición que no sea la máxima. Cuidado que el riesgo Pablo sigue ahí y cada vez con menos disimulo de su intención real, que no es otra que recalentar los ánimos del 15M para derribar lo que llama el Régimen del 78, es decir, la Constitución democrática que nos ha traído hasta aquí. ¿Para construir qué? Se lo pueden imaginar, no otra democracia liberal al estilo europeo. Eso seguro.
Así que ayer noche presentó lo que ha dado en llamar un "dispositivo ideológico", algo llamado antes libro, y que tampoco ha escrito él sino una periodista llamada Irene Zugasti, que, al modo de la Irene Lozano de Pedro, ha conversado con él para luego pegarse la currada de escribir, que es una actividad muy dura, infinitamente más cansada que darle a la sin hueso. Así que licenciaturas, doctorados y másteres aparte, a Iglesias le ha entrado ya la pereza del poderoso. El dispositivo, antes libro, iba a ser presentado en un emblemático espacio de la clase obrera capitalina, el Pozo del Tío Raimundo, en un centro municipal. Iba, hasta que el concejal del distrito le comunicó que las cosas municipales no son para actos con ánimo de lucro. Solo le faltaba a Almeida ponerle pista al amigo Pablo, por mucho que ahora se meta con Carmena. Ante el escollo, la presentación del dispositivo se ha trasladado a la Taberna Garibaldi, el negociete de botellines y tapas en el que Iglesias se embarcó, no con demasiada fortuna. No debió encontrar nada proletariamente intermedio entre la sala municipal y la taberna en toda la capital del reino.
La intención de Pablo Iglesias no es otra que recalentar los ánimos del 15M para derribar lo que llama el Régimen del 78, es decir, la Constitución democrática que nos ha traído hasta aquí
El dispositivo tiene un título —como resulta preceptivo si se quiere detonarlo— que no puede ser más definitorio del contenido: Enemigos íntimos. Y como él mismo dijo citando a alguien sin citarlo: "Te definen tus enemigos y te define el nivel de los ataques, fundamentalmente. Lo que eres para el enemigo te define, no te define tu programa". No se ha definido nada mal. Ha escogido a los más grandes. Quiere desvelar los entresijos del poder, aunque no dice que lo que es el poder real no le dejó acercarse demasiado a sus cacerolas. El caso es que a Yolanda Díaz la apuñala sin rebozo y la manda ya fuera de la política "a presidir una fundación de CCOO". Le endiña a Carmena, que dice no es de izquierdas, porque todo aquel que tenga un mínimo de institucionalidad no cuenta para la izquierda de Pablo. Y de Pedro, ¡qué no nos descubre de Pedro!, que no es de izquierdas, dice, que se escoró ante la podemización de la izquierda y lo llevaron arrastrado. Algo que no se le escapa a nadie que siguiera el discurso del Sánchez candidato y del Sánchez del primer gobierno y lo enfrente al que advino después necesitado de los pactos. Aun así, es el enemigo más íntimo que le queda por rematar y no cabe duda de que se ha sentado a la puerta a ver si pasa de cuerpo presente.
Las primarias de Podemos ya están en marcha, no con el objetivo de elegir candidato, que eso ya está atado y bien atado, sino con el de tocar a rebato electoral porque si los besos no hacen niños, tocan a vísperas, y eso es exactamente lo que está haciendo Podemos, con la risita sarcástica de fondo de Iglesias. Y vistas las cosas desde esa perspectiva, poco importa lo que pacte su némesis con Junts, con ERC o hasta con Xi Jinping, que a Iglesias le basta con bajar el dedo y dejarlo inaprobado. ¿Cuántos embates de ese tipo resistiría el gobierno? Que una cosa es sobrevivir a las negativas de Puigdemont y otra hacerlo a las de Pablo Iglesias, que ya vislumbra la campaña, con su no a la guerra, sus bases no y su OTAN fuera, con su vivienda o tanques y toda la zarandaja. Esa campaña servida en bandeja para arrastrar a los nostálgicos de una izquierda que no ha salido de la Guerra Fría y que tampoco va a hacer demasiado por intentar comprender la novedad del mundo que nos acecha. ¿Le aprobaría Podemos unos presupuestos a Pedro? Ni en sueños de Los Picapiedra. Ojo, pues, con los cebos de Zapatero, que se pueden quedar en agua de borrajas, como casi siempre.
Esto es un ajuste de cuentas en toda regla, de las pasadas que debe llevar clavadas en el ego, tanto que osa llamar narcisista a Yolanda Díaz y, sobre todo, de las futuras, que son las que le interesan. Que si han resucitado al lobo terrible que llevaba 10.000 años extinto, no faltará ADN para revivir a Pablo. Al tiempo.