Recuerdo como si fuera ahora aquella tarde del sábado. Cuando todos nos pensábamos que dos días después se convocarían unas nuevas elecciones, llegó el paso al lado de Artur Mas. Y todo lo que vino después.
El desbloqueo de la situación quedó sujeto a una serie de acuerdos que fueron explicados por el president dimitido en una comparecencia en Palau y quedaron escritos en un documento. Ahora que estamos en aquello del balance de los cien días de gobierno, cada vez tengo más claro que no entendí aquel documento. Y el tiempo no me ha aclarado las dudas.
Recuerdo que en su explicación, y sobre el tema CUP, Artur Mas dijo que la formación asumiría públicamente sus errores, pero a mí lo que me viene a la cabeza es aquello de la papelera de la historia. Seguramente porque no debo tener claro qué significa “asumir públicamente los errores”.
También recuerdo que se nos dijo que algunos diputados de aquel momento serían sustituidos por otros, partidarios del acuerdo, y que se nos insistió en que “tendrá que haber nuevos, y nuevas”. Y todos (y todas) entendimos a qué diputada se refería este “nuevas”. Pues no, aquella diputada continúa en su escaño. Y miro el texto del acuerdo y el punto 5 dice: “La CUP-CC pone a disposición del acuerdo el compromiso de renovar, tanto como sea necesario, el propio grupo parlamentario con el objetivo de visualizar un cambio de etapa y asumir implícitamente la parte de autocrítica que le corresponde en la gestión del proceso negociador”. Al final renunciaron Antonio Baños, Julià de Jòdar y Josep Manel Busqueta. ¿Están seguros de que ellos tres eran la visualización del cambio de etapa? Al menos en dos de los casos, me temo que hablamos de dos personas no muy desfavorables al acuerdo y que resulta que, a pesar de serlo, fueron sustituidas. No entiendo nada.
Me pasa lo mismo con el punto 1: “No votar en ningún caso en el mismo sentido que los grupos parlamentarios contrarios al procés y/o al derecho de decidir cuándo peligre la mencionada estabilidad”. Y en 100 días, la CUP ha votado diferente que Junts pel Sí en dos ocasiones. La primera sirvió para que su enemigo irreconciliable, Xavier García Albiol, fuera elegido senador autonómico en detrimento de la plaza que habría correspondido al grupo mayoritario. La segunda fue por la gestión de Aigües Ter Llobregat. El vicepresident Junqueras (que en su día estuvo en contra de la privatización) explicó en los pasillos del Parlament, varias veces y a todo el mundo que se encontró, que el resultado de la votación significaba un coste de 1.200 millones de euros que tendrían que salir de algún lado. El diputado de la CUP Benet Salellas argumentó que votaron con la oposición porque era “una oportunidad para hablar del modelo de gestión del agua”. Total, que la CUP votó con “los grupos parlamentarios contrarios al procés”.
Con respecto al punto 2, aquel que decía que dos diputados de la CUP se incorporarían “a la dinámica del grupo parlamentario de Junts pel Sí, de manera estable. Participarán en todas las deliberaciones y actuarán conjuntamente en las tomas de posición del grupo con el fin de dar cumplimiento a aquello que establece el punto 1”... pues mire, ¿qué quiere que le diga? ¿Usted ha oído hablar de este tema?
Teniendo en cuenta que el punto 3 era evidente porque decía que se investiría al nuevo presidente en primera votación (sí, claro, sin eso no habría habido acuerdo) y que el punto 4 es de una literatura tan barroca como dispersa que hay que leerlo tres veces para entender que caramba quiere decir y qué pretende, sinceramente, cada día entiendo menos los términos de aquel acuerdo (por cierto, el punto 4 dice: CUP-CC asume que la defensa en los términos políticos del procés tal como lo entiende la CUP-CC puede haber puesto en riesgo el impulso y el voto mayoritario de la población y el electorado a favor del proceso hacia la independencia, en una negociación que ha desgastado a ambas partes y la base social y popular del independentismo. Se deben reconocer errores en la beligerancia expresada hacia Junts pel Sí, sobre todo en todo aquello relativo a la voluntad inequívoca de avanzar en el proceso de independencia y en el proceso constituyente que comporta, único escenario de construcción de estructuras y marcos de soberanía que nos puede permitir, como sociedad, avistar otras cuotas de justicia social y participación democrática. Por todo eso, la CUP-CC se compromete a reconstruir, a todos los efectos, la potencia discursiva y movilizadora de la etapa política que se empieza con este acuerdo, incluyendo la defensa activa de todos los agentes que lo hacen posible).
O sea, lo que a un servidor le queda de todo aquello es que Artur Mas se fue por unos puntos pactados que, o bien no se han cumplido o bien eran aire, y que a quien echaron fue a Baños y a Julià de Jòdar.
Pero no me haga mucho caso, seguro de que esta primavera tan primaveral me ha nublado el entendimiento.