Una vez más coinciden en el tiempo dos casos con ciertas semejanzas socio-legales que me confirman en la conclusión de que nada es del todo blanco ni negro.
Primer caso, el del accidente de Susqueda. Un Opel Vectra de cinco plazas, pero con 7 personas a bordo, cae por un barranco. Muere una mujer de 31 años, embarazada, una niña de un año que llevaba en el regazo y una mujer de 51 años, abuela del bebé y madre de la mujer. Quedan heridos de diversa consideración otros tres hermanos de 3, 8 y 10 años. Ninguno de los menores llevaba las medidas de sujeción obligatorias. El padre, que conducía, resulta ileso. Dependiendo de cómo apliquen la ley, este hombre podría pasar unos cuantos años en prisión acusado de una grave imprudencia con un resultado de tres muertos.
Segundo caso, el padre que, aprovechando la enfermedad de su hija, se dedicaba a estafar al por mayor. Dicen que en total consiguió levantar 918 mil euros. El caso se destapó el fin de semana pasado. El personaje dijo que el miércoles daría explicaciones. Los Mossos acabaron deteniéndolo. Y también a su mujer. A ella, al final la dejaron libre para poder cuidar de la niña, que realmente está enferma, pero no con el grado que el padre explicaba para justificar los donativos de la gente estafada.
En los dos casos la ley dice que los padres tienen que pagar sus actuaciones con la prisión. Pero quiero compartir con usted algunas reflexiones.
En el caso del presunto megaestafador reincidente, poca defensa hay. Al menos socialmente. Usar la enfermedad de tu hija para dar pena y abusar de la buena fe de la gente para obtener dinero es una de las cosas más rastreras que pueden hacerse. Creo que estaremos bastante de acuerdo en que la comunidad tiene que proteger a esta niña de su padre. Sobre todo de él, pero también de su madre que lo ha consentido. Quizás con motivos de peso, pero lo ha permitido. Alegar que no sabía nada es poco creíble.
Però la niña, pobre, que no tiene ninguna culpa de nada, corre el riesgo de tener que criarse sin sus padres. Doble castigo, pues: tener un padre así y dejar de tenerlo durante una etapa importante de su vida porque se la pasará en la prisión. Y ahora vienen las preguntas: ¿para una niña enferma, mejor sin los padres biológicos que con estos padres? Unos padres que no te han considerado una hija sino la excusa para engañar a todo el mundo. Pero claro, por otra parte, tampoco han puesto en riesgo la vida de la niña. Han exagerado la enfermedad, sí, pero parece que a la niña no le ha faltado de nada. ¿Es demasiado castigo para una niña enferma, además, tener sus padres en la prisión? Ojo, no exculpo ni afirmo, pienso en voz alta (o en letra escrita)
En el caso del padre del accidente, su imprudencia ha causado 3 muertes y la pérdida de un feto. De la familia más próxima a los niños que han sobrevivido sólo queda vivo precisamente él para poder hacerse cargo. Y ahora las preguntas, como unas líneas más arriba con el otro caso: ¿mejor sin el padre biológico que con este padre que es culpable de una tragedia que quizás se podría haber evitado si hubiera usado los medios de sujeción a que obliga la ley? O bien, teniendo en cuenta la tragedia, ¿no sería mejor para estos tres niños aplicarle un atenuante a la ley y que se críen con su padre? ¿Mejor superar juntos este terrible momento? Sobre todo considerando que este hombre ya ha pagado bastante penitencia. ¿Qué ganamos metiendo en la prisión a quien toda su vida tendrá un brutal cargo de conciencia? ¿Alguien puede creer que no está arrepentido? ¿Si la prisión sirve para rehabilitar, qué rehabilitación aplicaremos a un hombre con la vida destrozada? ¿De qué servirá? Doble castigo para él y para los tres hijos vivos que han perdido a la madre, la abuela, una hermana, un hermano que estaba en camino y ahora perderán la presencia del padre.
Pero, por otra parte, ¿esta irresponsabilidad que causó la tragedia tiene que quedar impune? Tampoco afirmo. Pregunto en voz alta. Y no tengo la respuesta.
Compadezco a los jueces que tengan que interpretar la ley en estos dos casos. Y espero que acierten.