El papa Francisco vuela a Lisboa el miércoles y vuelve a embarcarse en un avión en septiembre dirección a Marsella, en Francia. Todos son países vecinos del Estado español. Pero España no es una de sus prioridades. La esquiva. Lo ha demostrado en su pontificado. Ha flirteado con la idea del "ya veremos","quizás en el futuro", pero el hecho es que no ha venido ni vendrá a corto plazo. Han habido ocasiones, desde el Jubileo en Santiago de Compostela a los 500 años de san Ignacio de Loyola o efemérides de santa Teresa de Ávila. Pero a él le interesan otras agendas. El Papa hace como un directivo de alto nivel con su gente de confianza: no va a comidas con su gabinete, no prioriza a las personas de confianza, no tiene predilecciones por los suyos. Por una parte, ve España sin urgencias que reclamen su presencia, y por la otra no se siente cómodo con la situación política y no quiere ser instrumentalizado. Al contrario, es el Papa de la oveja perdida.
El Papa hace como un directivo de alto nivel con su gente de confianza: no va a comidas con su gabinete, no prioriza a las personas de confianza, no tiene predilecciones por los suyos. Por una parte, ve España sin urgencias que reclamen su presencia, y por la otra no se siente cómodo con la situación política y no quiere ser instrumentalizado
En el caso de Portugal, no es porque considere que el país en sí es minoritario (un territorio todavía muy católico en su humus cultural), sino que se desplaza porque centenares de miles de jóvenes de todo el mundo van para encontrarse precisamente con él en uno de estos macroencuentros católicos llamado Jornada Mundial de la Juventud. Días de no dormir, o de dormir en un saco, un polideportivo, o en casa de alguna familia de acogida en el que el Papa cargará pilas viendo el efervescente entusiasmo de la gente joven, que se pasará los días rezando, cantando y bailando. A Marsella irá para un encuentro interreligioso. Pero España no es un destino papal. Debemos tener en cuenta que de los 256 papas que ha habido en la historia, solo Juan Pablo II (5 veces) y Benedicto XVI (3 veces) la han visitado. Y Catalunya siempre ha sido una de las etapas escogidas. El no del Papa se puede interpretar de varias maneras, y él ayuda con sus palabras: "La Iglesia es católica, no es ni española ni europea, y hay más hermanos que están más necesitados y son más invisibles". También lo ha aducido a la polarización política y al escándalo de los abusos.
Francisco, en cambio, tiene intereses, algunos lejanos, como Vietnam. Estos días ha recibido Vo Van Thuong, el presidente, y por primera vez el nuncio apostólico podrá vivir en Hanoi, un gran éxito diplomático. El Gobierno de la República Socialista de Vietnam ha aceptado que el representante de la Santa Sede tenga residencia en el país, y no en Singapur, como pasaba hasta ahora. Desde España hay incomodidad por estos supuestos desaires del Papa, pero desde una perspectiva geopolítica mundial, la hoja de ruta del Papa tiene sentido.