El Papa tiene muchas potestades, pero no puede delegar el gobierno a quien quiera. Aunque esté enfermo, sigue gobernando. Desde las estancias del policlínico Gemelli, a las afueras de Roma, la administración vaticana funciona en remoto: ya está firmando nombramientos y cartas firmadas desde el hospital, acepta renuncias de obispos, instituye comisiones e incluso ha convocado un consistorio, una reunión de cardenales, para unas beatificaciones. Telefonea también al padre Gabriel Romanelli, el rector de la parroquia de la Sagrada Familia en Gaza. Y ha dejado un audio para que la gente lo oiga, enfermo, con voz lenta y cansada, pero reconocible y donde, como siempre, agradece y pide plegarias, por si alguien se olvida de que el Papa ejerce una función espiritual y no solo politicoburocrática.
Durante su hospitalización en el Hospital Gemelli de Roma el 14 de febrero, el Papa ha recibido pocas visitas. La primera ministra italiana, Giorgia Meloni, se acercó 20 minutos al inicio de la hospitalización. El Gemelli recibía el nombre de "Vaticano 3" por parte de Juan Pablo II, ya que pasaba mucho tiempo después del Vaticano y de Castel Gandolfo (el papa Francisco ya dejó de ir a pasar el verano en Castel Gandolfo y no se suele mover de Roma). Aparte de esta visita, el Papa, que el mes de diciembre cumplirá 89 años, ha sido acompañado principalmente por sus secretarios personales y de los médicos y enfermeros, sin recibir otras visitas. Dos personas, el secretario de Estado y el sustituto, sí que han estado con él.
Peña y Parolin son los más altos representantes de la diplomacia pontificia y sobre quienes recae hacer gestionar la maquinaria ordinaria de la Santa Sede mientras el Papa continúe hospitalizado
El secretario de Estado, Pietro Parolin, es ciertamente el hombre sobre quien recae más responsabilidad en estos momentos, y el "sostituto", su número tres, también lleva su yugo. Se trata de Edgar Peña Parra y su cargo es "sustituto para los asuntos generales de la Secretaría de Estado". Él y Parolin juntos hablan doce idiomas y son los más altos representantes de la diplomacia pontificia y sobre quienes recae hacer gestionar la maquinaria ordinaria de la Santa Sede mientras el Papa continúe hospitalizado. Gestionan asuntos internos y externos, correspondencia, nóminas y resoluciones. Sobre la correspondencia se ha establecido una novedad con Francisco, y es que quien la recibe y la gestiona no puede durar en el cargo más de cinco años, para evitar manipulaciones o exceso de poder. Mientras tanto, en el Vaticano propiamente dicho, la rutina del Jubileo continúa engrasada: los peregrinos llegan, atraviesan la puerta santa de la basílica vaticana, las plegarias de la noche por el Papa se multiplican. Un Jubileo sin la presencia del Papa es raro, pero no imposible, y el papa Francisco, desde su frágil condición hospitalaria, no se olvida de hacerse presente. Pregunto a los periodistas televisivos que hace horas que están en la plaza qué piensan y con escepticismo responden: "De esta puede salir adelante, pero ya nada será lo mismo".