"Tenía un instinto periodístico más fuerte que sus prejuicios, cosa que suele acontecer a los periodistas inteligentes"
G.K. Chesterton

Hay que ver lo indignados que están los sanchistas con lo que consideran una conjura judicial contra ellos, en la persona de su líder, y que concretan en todo tipo de agravios, en este momento en el que todo dios sabe de cuestiones jurídicas y cualquiera te despeja una duda de la instrucción con un movimiento displicente de muñeca. Lo cierto es que las causas contra el entorno de Pedro Sánchez avanzan —unas más que otras, ciertamente— y que él no se ha dignado a dar ninguna explicación política alternativa a los problemas legales y éticos que plantean las mismas.

El caso es que el presidente ha debido empezar a decir por aquí y por allí —y así lo refieren y repiten sus fieles— que todo esto es una conjura judicial para acabar imputándole a él. Nunca olviden poner al Rey Sol en el centro de todo universo, así sea el penal. Debe ser que es la única circunstancia en la que le parece que su posición sería desabrida incluso ante el mundo internacional, ese que tanto le calienta últimamente. Así que va poniéndose el parche antes de la herida, porque de producirse la lesión va a hacer falta mucho creyente, mucha fe y mucho empeño para sostener a un presidente del Gobierno imputado por un delito.

Todo el andamiaje de la injusta persecución para lograr imputarle como sea, a él, se desmonta desde el momento en el que la Sala Segunda ha tenido decenas de posibilidades de hacerlo si hubiera querido. Porque, ¿qué necesitan unos jueces prevaricadores o golpistas para hacerte la vida imposible? Poco, como a Begoña o al hermano, o vete tú a saber a cuántos más: una querella hecha con recortes de periódico y una admisión a trámite. No estaría mal visto si no fuera porque hasta el verano, la Sala II había tenido más de medio centenar de ocasiones para haberlo imputado y el temido acto de conjura judicial prevaricadora no se ha llevado a cabo. Ese es más o menos el número de querellas contra él que no han sido admitidas a trámite en el Tribunal Supremo, e incluían todo tipo de supuestos, también los procedentes de la maldita pandemia. ¿Por qué no han oficiado hasta ahora la conjura, los golpistas de la toga, teniendo todas esas oportunidades, que él conoce, y ahora está su entorno haciendo correr la especie de que puede acabar imputado?

Creo que Pedro tiene problemas a la hora de reconocer los delitos. A lo mejor es eso. El hombre que taxativamente afirmaba en 2017: "Creo que clarísimamente ha habido un delito de rebelión", o que añadía: "ha habido un delito de rebelión en España y deberían ser extraditados", es más, que se comprometía a traerlos él casi con sus propias manos, no anda muy espabilado con estas cosas. Entonces no avistaba conjura alguna, el sol calentaba donde calentaba y allí, como le es propio, estaba él. Sin embargo, ahora todo se torna en persecución, y conforme empieza a estar cercado por un entorno imputado —la mujer, el hermano, la Fiscalía que quién la controla y sus fieles del Peugeot— es cuando le ve las orejas al toro y hace repetir a tirios y a troyanos que todo es una conspiración contra su persona. Lo que no sé es cómo llegó a la convicción de que su persona era tan inviolable como la del monarca y de que todo lo que sucediera a su alrededor estaba blindado para el mundo.

No sé cómo llegó Pedro Sánchez a la convicción de que su persona era tan inviolable como la del monarca

Por no hablar de lo del fiscal general, que pinta fatal. No por nada, sino porque cuanto más hurgan, más aspecto cobra todo de lo que parece: una información recabada personalmente con urgencia que llegó a Moncloa para ser utilizada contra el adversario político. A mí me da igual que esto lo haga el PSOE contra Ayuso, como cuando lo hace el PP contra los catalanes usando a la policía. Es un escándalo y no me parece mejor uno que otro. Lo que parece es que este, a diferencia del mencionado, va camino de resolverse rápido, porque la bala trazadora, incluyendo la sorpresa del acta de Lobato, no va a tener que dar demasiadas vueltas.

Mientras siguen confundiendo: todos filtran, todo se filtra, nadie persigue lo que se filtra. No se trata de eso. Se trata exclusivamente de la filtración de una comunicación privada entre un abogado y un fiscal, con afectación del derecho de defensa y la presunción de inocencia, lo que ha llevado a presentar querella al Colegio de Abogados de Madrid. Ojo con los abogados y con sus derechos respecto a los clientes. Una cagada así le costó la carrera a Garzón y parece que no han espabilado. Para confundir más, el fiscal general ha pedido que se llame a declarar como testigo a la bestia parda de Miguel Ángel Rodríguez y así se ha admitido. Nada nuevo que aportar. Los comportamientos no son equiparables jurídicamente. El famoso MAR filtró el segundo de los correos, la respuesta al problemático, y nadie va a dudar de que lo hizo con el permiso del novio justiciable y su abogado. En ese mail no se perjudicaba para nada al novio, que es el sometido a procedimiento, como era de esperar.

La cuestión es que ahora Pedro va diciendo por ahí que cree que le van a imputar. A saber por qué está tan convencido, con la seguridad, además, de que contaría con la doble defensa de sus abogados y de una Fiscalía que ejerce como tal en todos los procedimientos contra su entorno, a veces de forma harto sonrojante. Y menos mal que se les ha puesto coto. En el tema de Koldo, por ejemplo, en el que hubo un intento de que la Fiscalía europea —cuyos fiscales nombra el gobierno— se llevara todo el caso, y gracias a que Ismael Moreno se revolvió y planteó una cuestión de competencias ante el Supremo, vemos ahora como avanza la investigación de tan cutre y repugnante nido de corrupción. De la parte que se quedó la Fiscalía europea, ¿han vuelto ustedes a saber algo? Porque yo no.

A saber por qué se pone Sánchez el parche antes de la herida. Un hombre que tiene hipnotizado a todo un partido y a medio país, que consigue que no se dé un paso sin su aquiescencia, y que de tan ocupado que estaba en ello no pudo fijarse en todos los fregados en los que, pobres, se metían la familia y los amigos. Tanta ocupación no sé si le habrá dejado enterarse de que en caso de que algún día y por algo se le pidiera un suplicatorio, no podría contar con que todo el llamado bloque de investidura se opusiera al mismo. No tengo ni idea de por qué cree que será imputado, pero es harto probable que él sí.