La respuesta al terrible ataque terrorista de Hamás del pasado día 7 de octubre por parte del gobierno de Netanyahu, no puede considerarse una respuesta proporcionada, ni amparada por el Derecho Internacional. Decidir arrasar a una población entera, obligándole a abandonar sus casas, bombardeando a personas inocentes, entre las que hay niños y ancianos, es inadmisible y debe ser condenado sin paliativos. No se trata aquí de posicionamientos políticos, ni de seguir las agendas marcadas por las distintas siglas de organizaciones. Se trata de apelar a la humanidad, a la razón y al sentido común.
Durante estos días hemos podido comprobar cómo gran cantidad de miembros de la comunidad judía están alzando la voz contra el gobierno de Netanyahu. Y es que, el gobierno de Israel no cuenta con un respaldo mayoritario en la sociedad israelí, pero tampoco, y sobre todo, representa a toda la comunidad judía que es diversa y con distinta sensibilidad respecto al conflicto existente.
Es habitual confundir sionismo con judaísmo, y desde el actual gobierno de Israel lo saben bien. Por eso, ante la denuncia de Ione Belarra, que esta semana exigía que Netanyahu fuera condenado por crímenes de guerra ante la Corte Penal Internacional, la respuesta desde la embajada de Israel fue la de advertir del peligro de este tipo de mensajes, por la generación de antisemitismo que puede conllevar. Una manera de confundir a la opinión pública, puesto que la crítica a un gobierno es necesaria en una democracia, y denunciar las decisiones que se están tomando en estos días, contrarias al Derecho Internacional, debería ser obligado para cualquier demócrata. Nada tiene que ver esto con el antisemitismo y no se debería permitir la tergiversación ni el chantaje en semejante asunto tan delicado como ese. No compartir las decisiones del sionismo nada tiene que ver con ser antisemita. Afortunadamente, el judaísmo es muchísimo más que el sionismo y esta semana hemos visto, por ejemplo, intervenciones como la de Amira Hass, que denuncian precisamente esto. Y ella es judía.
La masacre de la población palestina no viene de los terribles atentados del pasado 7 de octubre. Y es fundamental que la opinión pública sea consciente de ello. Por eso, recomiendo ver este documental que nos presenta con toda la crudeza lo que viene sucediendo en la Franja de Gaza durante décadas. Según datos de Naciones Unidas, hasta ahora en la Franja de Gaza se han registrado 3.785 palestinos muertos, entre ellos al menos 1.524 niños. En Cisjordania, 79 muertos, entre ellos 20 niños. En Israel, 1.400 israelíes y extranjeros muertos en los ataques de Hamás, de ellos, 20 niños. Como dice Drexler, "no hay muerto que no me duela" y las vidas de las personas inocentes deberían importarnos a todos. Por eso es imprescindible denunciar lo que está sucediendo y exigir, en nombre de la Humanidad, que paren esta masacre.