La visita del president Illa al acto de promoción del aceite de Jaén que se hizo en Sabadell el pasado fin de semana fue un error político importante. Un error con más derivadas de las que pueda parecer de entrada. Un error que explica cosas. Para mí, la más grave es la inconsciencia de Catalunya como nación por parte del president y de su equipo. Cito al equipo porque, si bien él es el máximo responsable de cualquier decisión, el sottogoverno tiene incidencia y responsabilidad en la agenda.

Volviendo del Circuit, pasar por Sabadell y así promocionar un ayuntamiento metropolitano de los que configuran el granero de votos socialistas puede parecer una buena idea, pero que a nadie de Palau le llamara la atención el aceite de Jaén resulta significativo. Muchos periodistas y tertulianos han intentado defender a Illa. Conscientes de que el error era de bulto, la forma de defenderlo ha sido no criticarlo y tratar de situarlo en el marco de una anécdota. ¿Y saben qué? Decir que esto es una anécdota todavía es peor. Porque nos ha obligado a explicar a la gente que menospreciar las denominaciones de origen catalanas no es una anécdota; que el trabajo de los productores de aceite catalanes no es una anécdota. Que la salud económica de ese mercado no es una anécdota.

Es un error político que se suma a otras acciones del president, para demostrar que lo que realmente tenemos al frente del Govern no es a un buen gestor, sino a un encargado de Madrid. Los buenos gestores tienen claro qué intereses deben defender. Los cien primeros días de este Govern no han sido brillantes. Mucho encuentro con el rey de España, mucha bandera española donde antes no estaba y mucha lengua castellana en los discursos del president. El encargado queriendo agradar, haciendo encargos. Tanto es así, que en el acto que se preparó para hablar de los cien primeros días de gobierno, el titular que generó fue sobre algo que no ha hecho: reunirse con el president Puigdemont. Cuando Madrid se lo encargue, se reunirá.

¿De qué país es usted el presidente? ¿Qué intereses defiende? ¿Ahora tenemos que empatar con todo el mundo para que nadie se enfade?

En ese acto, el president quiso hacer frente a la crisis del aceite que había generado él mismo el día anterior. Esto está bien; siempre que lo hagas bien y no cometas nuevos errores, como hizo él. Unos nuevos errores que, otra vez, explican muchas cosas. Primero, no admitir que fue una equivocación, pero al mismo tiempo explicar la enmienda que llevará a cabo: "ya he hablado con productores y los visitaré y haremos cosas". Si hay que compensar a alguien es que ha existido agravio, no admitirlo denota arrogancia. Segundo, subrayó que envió al conseller del ramo a una feria de aceite denominación de origen catalán como reivindicación de que tiene en cuenta al sector. "Enviaste al conseller, pero tú fuiste a apoyar a la competencia", podemos decir. Tercero, tratar de cerrar el debate con un “no quiero entrar en un conflicto entre territorios”. ¿Perdone? ¿De qué país es usted el presidente? ¿Qué intereses defiende? ¿Ahora tenemos que empatar con todo el mundo para que nadie se enfade? ¿Y si el aceite fuera italiano? Yo le diría exactamente lo mismo. Pero es que si el aceite fuera italiano, seguramente no habría ido usted a promocionarlo. Por muy europeos —tanto como nosotros— que sean los italianos. Por mucho que hubiera venido el cónsul o el embajador de visita.

Defender a los productores y la economía de tu país no es generar un conflicto entre territorios, defender a los productores y la economía de tu país es su trabajo, president. Trabajar para que aquello que gobierna progrese es lo que hace un buen gestor. Cuando el independentismo no era mayoritario en Catalunya, nunca nadie habló de una sociedad dividida. Cuando los independentistas representamos una mayoría democrática en el Parlament, el statu quo reaccionó hablando de conflicto y etcétera. Que ahora gobierne el PSC se debe más a errores partidistas que a un cambio sociológico del país. Esto significa que millones de catalanes defenderán la lengua, las instituciones, la nación y sus productos, entre otros, con conciencia de país. Porque lo somos y lo sentimos. Así ha avanzado Catalunya. Quien pretenda calificar esta actitud exigente y crítica como un elemento de conflicto se equivoca y mucho. Pasa de castaño oscuro.