Hablo de la "Barcelona Wine Week", pero se podría extrapolar a las demás ferias. ¿Recuerdas el mítico pantano de The NeverEnding Story? El pantano de la tristeza es una imagen muy potente, donde se hunde el caballo de Atreiu. En este caso, no es por tristeza, sino por la energía de gente que conoces del sector. Hay un imán secreto que hace que cueste avanzar por la moqueta. Saludar a personas con su energía, la positiva y la negativa, con el agobio de que no llegas on time. Individuos que con solo verlos se te sube el ánimo, y otros que te chupan la energía como si te hubiera pasado un tractor por encima. A veces me gusta obviar la respuesta al "cómo estás" y no devolverla a modo de boomerang para ir al grano. Porque si dices "mal", tiñe de mal humor la conversación de trabajo. Y si contestas que muy bien, suena a falso y no mola hacer business con alguien que crees que está mintiendo.
Es rara la sensación de vacío tras unos días de agenda repleta. Primero de todo, repleta de información, de las cosas pendientes que no has hecho para acudir a la feria y de los reencuentros que quedan aplazados. Se trata de un agotamiento físico, como si caminar por las alfombras del Palau Firal de Montjuïc equivaliera a todas las clases de crossfit del mundo. "Visualízate el día que termine y vayamos al fisio", le digo a mi socia de Dones del Vi, Josephine Cannan, que después de tres días de feria todavía prepara una cata con más de 45 elaboradoras en el Palau de Pedralbes. Desvirtualizarnos es importante, pues el tono de la conversación mirándote a los ojos es comunicación pura y más provechosa que mil e-mails. Sin embargo, es difícil tener una conversación algo profunda en un estand con mil interrupciones. Esta sensación es un coitus interruptus, porque a pesar de haber exprimido todos los minutos, siempre tienes la sensación de que te has perdido cosas. Madurar significa aprender a no salir por las noches y no quedarte afónica el primer día. ¿Por qué antes hacía las ferias con tacones si con zapatillas deportivas ya estoy que no me aguanto? No, la respuesta no es porque fuera más joven, es porque solitas aún nos lo poníamos más difícil. Ferran Centelles dio una fiesta en Queviures Serra con todos sus amigos del vino: masters of wine de todo el mundo, bodegueros de la Península y sumilleres europeos. Es lo que pasa cuando eres anfitrión, como sucede con la fascinante fiesta oficial de la "Barcelona Wine Week" en el Hotel Palace, donde también había tiempo entre besos o dar la mano de seguir catando. Una feria, en el mundo del vino, es bastante impepinable, porque los vinos hay que catarlos, no se puede degustar —de momento— en línea. Después de la Covid, parecía que se podría vivir sin tantas ferias, pero si intentas coger un taxi estos días en Barcelona, notas que la ciudad está en ebullición. Ha habido un 30% más de expositores que el año pasado. Se han probado más 360.000 copas, sin contar todas las actividades que se han hecho alrededor del evento.
Una feria, en el mundo del vino, es bastante impepinable, porque los vinos hay que catarlos, no se puede degustar —de momento— en línea
Como tu winehunter particular, debo explicarte una tendencia que se ha visto más que en ninguna otra edición. De los vinos sin alcohol pasamos a los que tienen baja graduación. Sí, lo has leído bien, los "vinos" desalcoholizados son distintos a los que tienen un 8% de alcohol. Como me explica el enólogo de Raimat: es un mix del mismo vino con y sin alcohol. Las denominaciones de origen todavía no se han puesto las pilas para regularlo y es el futuro. La verdad es que, gustativamente, su suavidad recuerda más a un 0,0% que a un vino normal. Estamos tan acostumbrados a que con el cambio climático los vinos tengan más del 13%, que cualquier cosa que tenga menos nos parece ligera.
Cato con Empar Moliner, haciendo el programa Tast vertical, un parellada que de forma natural tiene un 9%. Por cierto, hay que felicitarla porque esta escritora, que siempre ha tenido una máxima debilidad por el mundo vinícola, ha ganado el "Millor Comunicadora de l’Any" según la Associació Catalana de Sommeliers. Como casi todos los años, el "Concurs Millor Sommelier de Catalunya" lo ha ganado alguien de la cantera del Celler de Can Roca, Cyril Vermeulen. Pero quiero destacar el gran trabajo de Anna Casabona, porque llegar seis veces al segundo puesto y seguir intentándolo es el triunfo de la perseverancia y va contra el edadismo de las mujeres. "Hice un break mientras mis hijos eran pequeños, y cuando crecieron, volví". Candidata a los premios "Mijares Dones del Vi", es la vencedora sentimental y la sumiller catalana que más brilla. Aunque el galardón de esta edición haya recaído en Audrey Doré por VII Girona, otra de las discípulas de Josep Roca. Por cierto, Pitu Roca, we love you. Tim Adkin ha galardonado a los mejores enólogos de este año y del año pasado y son mujeres. En 2024, Marta Casas, de Parés Baltà, en el Penedès, y este año el premio ha recaído en Anna Espelt, de l'Empordà. Tenemos la suerte de que ambas, junto con 45 compañeras, han podido compartirlo con los más de los 700 winelovers. ¿Sabéis qué es más pesado que recorrer un salón de cata? Ser el que repite constantemente el cupaje de un vino que acumula tantas tarjetas como horas de pie. Estas mujeres del vino se merecen descansar, al menos, este fin de semana, aunque será difícil, ya que la casa sigue siendo el trabajo más pesado.