Pescar o no pescar, esa parece ser ahora mismo la cuestión. Al menos para el sector pesquero español. La Unión Europea quería restringir a un máximo de entre 20 y 28 días al año la pesca de arrastre, aunque parece que un acuerdo de última hora rebajaría en parte la medida que afecta drásticamente a Italia, Francia y España. Pero para la mayoría de los países que votan, la medida no comporta ningún sacrificio y esa es la realidad: que ciertos intereses van por barrios y que el hecho de ser la Unión Europea una unión de Estados acaba significando que de vez en cuando son muy Estados y poca Unión.
Pero el tema tiene múltiples derivadas más allá de la pesca, aunque esta sea el caso de actualidad. Porque lo que debe resolverse es el equilibrio entre el hoy y el mañana en el cuidado del medio ambiente y en el de la humanidad: ¿cómo se cuadra el círculo? Hacerlo poco a poco es imposible, porque no puede esperar el paliativo a la disminución que se constata en la biodiversidad marina del Mediterráneo. Pero ir rápido también tiene el coste humano de generar una enorme miseria en amplios sectores laborales, lo que hace comprensible el crecimiento de nacionalismos proteccionistas de todo tipo, que ahora son sobre todo conservadores, en los diversos países afectados por políticas sectoriales europeas donde tienen poco que decir por ser minoría.
La alternativa de no pescar es complicada, porque las personas necesitan alimentarse y el pescado hasta la fecha es considerado una proteína sana e insustituible, aunque veamos como poco a poco se propician, alientan y difunden actitudes veganas y vegetarianas que evitarían el mal ambiental al coste de generar carencias nutricionales o problemas de agotamiento de recursos vegetales; al fin y al cabo, estas mismas personas niegan el uso de pesticidas o la manipulación genética para poder aumentar el volumen y la inmunidad a los parásitos en las diversas variedades. Y así ya van dos círculos por cuadrar.
Lo que debe resolverse es el equilibrio entre el hoy y el mañana en el cuidado del medio ambiente y en el de la humanidad
Si la opción es pescar, la alternativa solo se encontraría en un consumo que ya no sería de proximidad, cuando este es otro de los principios en los que se basa una alimentación a la vez saludable y respetuosa con el medio ambiente. Y aunque además hay que recordar que nadie podría exportar si se asumiera de forma plena y que de lo que careciéramos deberíamos olvidarnos, en todo caso si no tenemos pescado aquí, y lo importásemos de allá, también se generarían en su traslado otros costes medioambientales que parecen poco asumibles, ni siquiera en el corto plazo, al menos a juicio de algunos.
La conclusión a la que parece abocarnos esta encrucijada es que somos demasiados, que la población crece por encima de lo que el planeta puede soportar. Esta nueva versión del maltusianismo hoy parece haber dejado su huella en los ODS de la agenda Europa 2030, que además de hacer brillar por su ausencia la dignidad humana y sus instituciones fundamentales, en el primero de esos objetivos de desarrollo sostenible se propone eliminar el hambre en el mundo, mientras en otro se propone proteger la fauna y flora del mundo subacuático. O la tecnología consigue alimentarnos con otra cosa distinta a las habituales hasta la fecha o aquí sobramos la mitad.
Pero hay otro modo de resolver la ecuación: ya son muchos los países que han incorporado el derecho a abortar (lo llaman interrumpir el embarazo, pero es obvio que es otra cosa, porque, una vez interrumpido, no se puede reanudar). Y también poco a poco se va abriendo camino, en condiciones cada vez más laxas, el suicidio asistido. Baste ver su evolución en Suiza o Países Bajos. Si los nacimientos se reducen y facilitamos que los más dolientes se vayan, quizás resolvamos el problema por la vía más directa de la disminución poblacional. En el Reino Unido, como recogía el Telegraph hace unos días, ya están en pleno debate sobre el tema, aunque ni los laboristas son unánimes, ni parece aún conseguir suficientes adeptos entre los conservadores. En ese país, donde el impuesto sobre la renta está en una amplia franja exento de fiscalidad cuando se hereda una pensión de una persona de menos de 75 años, el suicidio asistido podría inducir a quienes se aproximen a esa edad a hacer un último regalo a los suyos en un momento en el que la sociedad los arrincona, el sistema de pensiones los ubica en las “clases pasivas” y en muchos casos los achaques los convierten, o ellos se pueden ver, como una carga para la familia.
En suma, que la cuestión hamletiana en realidad no es pescar o no pescar. Es, por múltiples razones, y cada vez de forma más descarada, la de pescar (y valga el verbo como metáfora de todo hacer) o morir.