Cuatro días de parada vacacional no son nada, pero dan para que los partidos se reseteen. Inauguramos cierta tregua, entre bloques, que puede durar hasta junio. El anuncio posvacacional de Alberto Núñez-Feijóo en la Junta Directiva Nacional ha sido hacerse corresponsable de los resultados del 28M ante el reto de ser la fuerza más votada. El compromiso no es baladí. Feijóo llegó a la presidencia del PP para evitar gobiernos con VOX. Las municipales le favorecen en este sentido —al resolverse con la lista más votada— pero las autonómicas pueden complicar la estrategia conservadora hacia las generales. No hay ninguna comunidad de peso donde el PP pueda ganar por mayoría y cualquier opción de gobierno sería bajo el modelo castellanoleonés y la experiencia del desastre de esa coalición con VOX. Solo hay una excepción, Madrid. Isabel Díaz Ayuso está a cuatro escaños de gobernar sin apoyos. Y justo esta mayoría absoluta aumentaría la presión en Génova 13 y el sufrimiento orgánico de Feijóo.
La declaración de expectativas del presidente del PP tiene algo de truco. Feijoó ha prometido “devolver el orgullo al Partido Popular de ser la primera fuerza política de España”. Es muy posible que el PP sea el partido más votado a nivel nacional, pero eso significa que descarta ganar poder autonómico. Según todas las encuestas, los socialistas son quienes más comunidades retienen. En ese contexto, ambos tienen un trofeo de cara a las generales. Por más que las encuestas disparen al PP, la carrera, de nuevo, estaría en tablas.
Pedro Sánchez, ya metido en campaña desde el lunes de Pascua, en un mitin en Segovia de apoyo a la candidata, ha insistido en la estrategia: “Nuestra liga es la gestión”. De ahí no se van a mover. Balance económico y reconocimiento de la crisis con los buenos números de empleo y las medidas sociales antiinflación. Aunque algunos cargos autonómicos señalan off the record la posible fuga de votos a Sumar (ninguna serie de encuestas la recoge), no será el PSOE el que ataque a Yolanda Díaz, ni siquiera a Podemos.
La refriega entre Sumar y Podemos también ha bajado de tono. Lo previsto por todas las partes (y partidos) es entrar en campaña bajando el nivel de enfrentamiento. Sobre todo, porque a nivel territorial, estos son los comicios donde mayor número de acuerdos hay entre Podemos e IU. Van de la mano en 9 comunidades autónomas, con acuerdos en ciudades clave y la paradoja de la integración de IU en Sumar a la espera de Podemos. A día de hoy, van juntos en Madrid, Navarra, Extremadura, Cantabria, Baleares, Murcia, Castilla-La Mancha, Canarias y Valencia. En las municipales, en las comunidades donde no hay cita electoral autonómica, se presentan conjuntamente en Euskadi, Catalunya, Galicia, Andalucía (con acuerdos en Sevilla, Almería, Málaga y Córdoba). Está pendiente La Rioja y solo no hay acuerdo en Aragón y Asturias.
A 47 días del 28M pronto veremos cómo resuelve Sumar la presencia de Yolanda Díaz en los actos de campaña. Este fin de semana lo pedía Ione Belarra desde Podemos, pero también Joan Baldoví desde Compromís y Mónica García desde Más Madrid (hace tiempo que negocia por separado del Más País de Íñigo Errejón). La vicepresidenta segunda no ha dado detalles de a qué formaciones apoyará. Y si hay peticiones expresas y en público, no es fácil permanecer en el banquillo a la espera del post 28M.
De los nuevos escenarios en este arranque sin retorno ni paradas hacia el 28M, la polémica reforma de la ley del solo sí es sí es la más significativa. Podemos, ERC y EH Bildu han presentado un paquete de enmiendas para defender una alternativa distinta a la propuesta del PSOE, apoyada explícitamente por el PP. Los socialistas ya han anunciado que a finales de abril estará aprobada. La portavoz Pilar Alegría ha rechazado de plano las enmiendas. Pero la ministra Margarita Robles ha sido más conciliadora. En una entrevista en el programa En Boca de Todos (Cuatro) ha pedido estudiar las enmiendas y un estudio jurídico. No abre la puerta a una negociación, pero ha bajado el tono y el debate se ha colocado en lo técnico, no en lo político. Ya no es Pedro Sánchez contra Irene Montero, sino un articulado que blinde la ley frente al daño de la rebaja de penas. En la izquierda, esta será la nueva tónica. Diferencias muchas, ataques frontales y descarnados como en las últimas semanas, pocos.