Dentro del grupo ingente de mujeres interesantes que la historia no ha puesto en el lugar que corresponde, destaca Lavinia Fontana (1552-1614) una fiera pictórica que llama la atención por su fuerza y talento despampanantes. Me habría sentado con mucho gusto a entrevistar a esta pintora italiana del Renacimiento, cuya destreza y fama fueron destacables. La Iglesia le comisionó muchos cuadros con escenas bíblicas y retratos. Su Noli me tangere (No me toques) es una de las mejores versiones de Jesucristo resucitado, mirando como María Magdalena se le acerca para tocarlo y él le pide que no lo haga. Derrida interpretaba el Noli me tangere no tanto como "no me toques" en latín, sino más bien como "no te me aferres, no me cojas". Jesús le hace saber que todavía no ha terminado su misión y no quiere ser entretenido. Este motivo de interacción poco después de la Resurrección entre Jesucristo y María Magdalena ha inspirado a muchos pintores célebres, como Giotto o Correggio.
Lavinia fue una mujer que triunfó porque principalmente la Iglesia y la nobleza romanas fueron sus mecenas principales. Tantos talentos han necesitado un mecenazgo por poder ser. Gaudí no existiría sin sus mecenas. El padre de Lavinia, Prospero Fontana, de la Escuela de Bolonia, también la inspiró y le enseñó cómo moverse en el terreno del arte (y del arte para vivir).
Bolonia era un territorio fecundo para las mujeres, una ciudad universitaria que promovía la cultura, no solo para los hombres. Desde allí conoció al Veronés y recibió influencia de Sofonisba Anguissola, una célebre pintora de la ciudad de Cremona. Hizo fortuna aquí, y cuando se traslada a Roma, ya con 50 años y con reticencias y dudas, su excepcional calidad pictórica le proporciona el título de pintora pontificia. No solo se dedicaba al arte. Lavinia fue madre de once hijos, pero solo tres de ellos sobrevivieron. Su marido, Gian Paolo Zappi, los cuidó a todos y fue él quien insistió en que se trasladaran a Roma, consciente de la valía de su mujer.
Lavinia fue una mujer que triunfó porque principalmente la Iglesia y la nobleza romanas fueron sus mecenas principales
Cuando la invitan a Roma, se está celebrando el Jubileo de 1600. Ahí hizo retratos, obra religiosa y también pinturas mitológicas de personas desnudas, hombres y mujeres. Huelga decir que era totalmente inusual que una mujer pintara desnudos, y, además, desnudos de hombres. De 130 obras conocidas, solo quedan una treintena.
En Roma, ahora en 2025, vuelve a celebrarse el Jubileo, como cada 25 años. Sería interesante saber si la curia romana (y la nobleza, que todavía existe) siguen apostando por apoyar a pintoras e invitarlas con encargos. Lo que sabemos es que, por primera vez en 500 años, se ha aceptado que mujeres artistas trabajen dentro de la basílica vaticana. Se trata de Lisa y Miriana, dos chicas jóvenes con formación artística que han entrado a formar parte de los "sanpietrini", la plantilla habitual que se encarga del mantenimiento a la basílica vaticana.
En el Renacimiento hubo un repunte de libertad, que ha sido aplastado durante demasiado tiempo, para las mujeres, y para el talento, que necesita libertad, pero también recursos y apoyo institucional. El arte no se puede dejar solo para el tiempo libre, los privilegiados o el voluntarismo. Apostar por él es hacer política. Y la naturalidad de integrar a mujeres en equipos, como el de mantenimiento de la basílica vaticana, son obviedades que han tardado demasiado en llegar.