Una frase más o menos como esta: "dejarán que el barro se endurezca para plantar árboles encima de los cuerpos de los muertos", le he oído decir a una vecina de Paiporta y me ha parecido de una belleza demoledora. En el caso de València no se sabe por dónde empezar porque la gravedad de los hechos que suceden es mucho peor que este famoso tren de tormentas que anegó la Horta Sud. Hablo de un tren de hace más de un siglo, grande, largo y pesado, desconcertado, farragoso de manejar y de una lentitud impasible que no lleva al frente ningún guía; no ya profesional, sino con un mínimo de sentido común. Sí, sería muy fácil decir la culpa es del clima, más todavía ahora que todo el mundo está al día de dar las culpas de todo al cambio climático. Por desgracia, qué tozuda es la verdad y, a pesar de estar enterrados en el barro, a las y a los valencianos ya no se les escapa que la magnitud de la tragedia no se puede imputar al agua.
Sin ir a buscar hechos pasados que también forman parte de las causas a tener en cuenta, —solo empezando por el martes fatídico de la riuà—, no se pueden recoger más evidencias inequívocas de lo incompetentes, negligentes y soberbios que son los dirigentes del país. Evidentemente, en primer lugar, el president del gobierno valenciano, Carlos Mazón, y sus incongruentes idas y venidas sobre cada uno de los temas con relación a los aguaceros. Tendrían que inhabilitarlo porque es evidente que un grado tan alto de incoherencia no es normal; aunque eso no es lo peor. Lo tendrían que apartar de oficio del cargo solo por el hecho de haber avisado a la ciudadanía cuando esta ya estaba subida a los árboles; si es que lo habían conseguido, para que no se los llevara el agua. Ahora también difícil de olvidar, por inhumanas, las declaraciones con respecto a los familiares de los muertos de Nuria Montes, consellera de Indústria. La lista es interminable.
Y en todo esto no se queda atrás ni el Gobierno ni jefe de Estado. Tengo solo una pregunta a Pedro Sánchez: ¿tan claro que vio que hacía falta un 155 en Catalunya, ahora que es presidente, deja que en este caso la autonomía haga lo que quiera a pesar de las evidencias que se están poniendo más vidas aún en riesgo? ¿Qué pasa, que lo único que importa una y otra vez es la unidad de España, y no los españoles y españolas, y evidentemente sus derechos? El más básico de todos el de ser asistidos, ayudados, por el Estado ante una catástrofe como esta y no desatendidos y obstaculizados por este mismo Estado. Pues eso es lo que está pasando y sigue pasando todavía ahora, una semana después. Todavía ahora hay calles de pueblos de València donde solo se han reunido las y los voluntarios con una pala y una escoba para ayudar, poniendo en riesgo su propia salud, porque de otra manera están completamente solos.
Esto ya no es desfachatez, esto es un completo, total y absoluto desprecio a la vida de las personas, a sus problemas y a sus pérdidas
Eso sí, los dos gobiernos, diligentes y ocupados en dos temas básicos: en disputarse a quién le toca qué y en depurar responsabilidades sobre la violencia que sufrió el séquito de autoridades de este domingo. Cuando les interesa sí que se ponen a ello; es posible que se arremanguen y todo. Una gran lección moral de qué les importa a los dirigentes de este país.
Incluso si los vecinos y vecinas y todas y todos los voluntarios los hubieran recibido con aplausos, mi pregunta sería la misma: ¿qué fueron a hacer allí, si lo único que se necesita allí es ayuda? Pues todo al revés. De hecho, para que ellos pudieran pasear, especialmente el Rey y la reina, y demostrar al mundo su preocupación y misericordia con el pueblo, hacía falta parar los trabajos de desenlodar y buscar víctimas. Esto ya no es desfachatez, esto es un completo, total y absoluto desprecio a la vida de las personas, a sus problemas y a sus pérdidas. ¿Alguien recuerda que hay desaparecidos, más allá de los familiares y amigos que no los encuentran?
De hecho, hay categorías de personas, más todavía en una España feudal, medieval, y caduca que no podía estar mejor representada que paseándose en un pueblo lleno de barro, en el que además apareció la policía montada a caballo. Distorsionaron imágenes y sonido para que no fueran noticia, pero siguen siendo mejor que un cuadro de Goya y, talmente, han dado la vuelta al mundo.
Y ahora un problema añadido para redondear el esperpento. La mayoría de las cadenas españolas, periodistas y tertulianos al mismo tiempo, ya no pueden seguir dando apoyo al pueblo valenciano, porque se ha injuriado al Rey. Por tanto, se dedican o bien a recriminar la violencia, o bien a emplear todos sus esfuerzos en generar un relato inventado para desviar el enfado de la población de la figura del jefe del Estado. No vaya a ser que de aquí salieran más republicanos, después de los grandes gestos de proximidad y solidaridad que hicieron los monarcas. Los enviaría todos a paseo.