¿Os estáis planteando adoptar un gato? Si es así, os aconsejo que, antes de tiraros a la piscina, leáis este artículo detenidamente (aún estáis a tiempo de echaros atrás). Lo primero que tenéis que saber es que esta decisión os puede cambiar la vida completamente; así que es muy importante que no la toméis con el gato delante, porque hará las caras más graciosas y los movimientos más cuquis para que caigas rendido a sus pies y lo adoptes. Lo segundo que debéis saber es que tener un gato significa pasar de la libertad y la riqueza a la esclavitud y la pobreza. No bromeo, esa es la pura realidad; os lo digo por experiencia.
La tercera cosa que debéis saber es que, cuando adoptas un gato, estás obligado a firmar un contrato ante un notario, una de cuyas cláusulas dice que aceptas cederle el alma y todos tus derechos y bienes desde del momento que ponga su patita preciosa dentro de tu casa. Una vez firmado el contrato, se acabó lo que se daba: el gato manda y tú obedeces. Un gato es un maestro de la manipulación, hará de ti lo que quiera; solo le hace falta abrir sus ojos redondos, estirar la patita y enseñarte las esponjitas que tiene debajo de la planta del pie para que hagas todo lo que él quiere. Un gato es también un aristócrata, no se conforma con un pienso de supermercado cualquiera, quiere caviar iraní. Mientras intentas satisfacer sus caprichos, tu cuenta corriente quedará en números rojos. Te pasarás el día comprándole golosinas, juguetes, mantitas suaves de cachemira, cepillos, y pagando facturas astronómicas del veterinario. ¿Y crees que tu gato te lo agradecerá saliendo a recibirte con una sonrisa en la cara cuando llegues a casa después de trabajar todo el día para él? ¡No! Cuando llegues a casa, después de diez horas trabajando sin parar para pagar sus antojos, te lo encontrarás acurrucado en la cama, durmiendo plácidamente con la calefacción puesta (ni se te ocurra irte de casa y apagar la calefacción y que el gato pase frío, lo pagarías muy caro).
Los gatos son vengativos: si tú haces algo que no le gusta (como ponerle la comida demasiado tarde; ponerle una comida de una categoría inferior; no acariciarle cuando quiere; comprarle un juguete que no le gusta...), el gato te lo hará pagar cuando menos te lo esperes
Otra cosa que es importante que sepas es que a un gato solo lo acaricias cuando a él le apetece (no cuando tú necesitas amor); y, cuando le apetece, tienes que hacerlo, estés haciendo lo que estés haciendo en ese momento, y debes hacerlo tanto tiempo como él quiera. Si paras antes de tiempo o no lo haces cuando te lo pide, lo habrás perdido para siempre; nunca te lo perdonará. Un error como este puede costarte la salud mental. Porque, no sé si lo sabes, pero los gatos son vengativos: si tú haces algo que no le gusta (como ponerle la comida demasiado tarde; ponerle una comida de una categoría inferior; no acariciarle cuando quiere; comprarle un juguete que no le gusta...), el gato te lo hará pagar cuando menos te lo esperes. Hay diferentes niveles de venganza según la intensidad de la cagada que hayas hecho: morderte o arañarte cuando menos te lo esperes, destrozarte el sofá o los zapatos, arrancarte las plantas de las macetas, abrir la nevera y comerse tu almuerzo, mear sobre tu jersey preferido, desenrollar todo el papel de váter y esparcirlo por toda la casa...
Hace poco supe que están empezando a aparecer asociaciones de gente que se han quedado en la ruina y con trastornos mentales severos, y que se han abierto crowdfundings para ayudarles a pagar las facturas del veterinario y empezar una nueva vida lejos de los gatos.
Por cierto, lo olvidaba, no os creáis que por las noches podréis descansar. Por las noches es cuando menos descansan y más ganas tienen de estar contigo: querrán jugar, hacer la cucharilla contigo dentro de la cama, se te comerán el pelo, te arañarán la cara para que les dejes meterse dentro de la cama para no pasar frío, empezarán a correr de un lado a otro de la casa como si la casa estuviera en llamas, se te quedarán mirando fijamente hasta que abras los ojos... Así que nada de dormir. Y al día siguiente a trabajar como si nada hubiera pasado. Me hace gracia la gente que tiene hijos y se queja de que no puede dormir, se nota que nunca han tenido gatos.
Llegados aquí, supongo que os estaréis preguntando por qué carajo tengo tres gatos, ¿verdad? Pues es muy sencillo, firmé el contrato ante el notario porque me miraron con unos ojos brillantes preciosos y no puedo echarme atrás.
Y ahora os dejo un vídeo que he grabado, sin que se dieran cuenta, para mostraros lo dura que es mi vida desde que tengo gatos.
¡Todavía estáis a tiempo!
Hasta el próximo jueves.