¿Puede Podemos hacer algo con cuatro escaños? La aritmética les da para ser determinantes y lo van a ejercer. La pregunta es cómo. Tienen números para bloquear cualquier iniciativa, de manera que, en la confrontación contra Yolanda Díaz, desde el Grupo Mixto les queda únicamente la fuerza bruta de los cuatro votos. El ciclo electoral de las gallegas a las catalanas, con parada en las vascas, ha impedido a los morados articular el pretendido eje a la izquierda con ERC y Bildu. Cada uno tiene su lógica electoral, no de gobierno. Y cuando toca negociar leyes, cada formación vasca o catalana pelea por lo suyo.
Midieron mal las fuerzas, las inercias y las claves de esta segunda vuelta. Pero Sumar también midió mal. Contaban con que Podemos no sería crucial para bloquear, y lo son. En el acuerdo de inicio, el PSOE debía negociar con todos y Sumar, con su bloque. Ahora los de Díaz no pueden aportar a la coalición los votos prometidos. Y si la legislatura no ardiera con la amnistía, estaríamos sumidos en estos rifirrafes. Pero arde.
El portavoz natural de Sumar era Íñigo Errejón. Con Podemos dentro de Sumar era inviable. Ahora, el líder de Más País no refuerza especialmente a Yolanda Díaz, pero sí las voces del bloque plurinacional. Salvo Aina Vidal, dentro del Congreso no les sobran perfiles, porque las voces más vibrantes están en el Gobierno. Podemos tiene a Ione Belarra, poco más. Y mientras tanto, tocará ver cómo votan. Algunas veces lo harán por políticas en las que crean y otras para demostración del cabreo. Y en algún momento, la relación Sumar/Podemos tendrá que aclararse, aunque sea para llegar a acuerdos mínimos.
Si Podemos solo piensa en su pataleo y a la interna, el voltaje de la legislatura les barrerá
Las salidas de Juan Carlos Monedero y Lilith Vestrynge han abierto dos fugas definitivas. Es difícil que el boicot dialéctico y en redes dé mucho más de sí. Es fácil que Podemos saque dos asientos en el Europarlamento, lo que salvaría a Irene Montero pero no al partido. Y en las siguientes elecciones no les quedará otra opción que ir solos. Si Podemos no recalcula la hoja de ruta de sus cuatro asientos, están más cerca del ‘tumbaréis (iniciativas), pero no convenceréis’ que de tener un peso influyente en la conversación pública y el impacto en las medidas de coalición.
Si Podemos solo piensa en su pataleo y a la interna, el voltaje de la legislatura les barrerá. El ciclo informativo juega muy arriba para matices a cuatro escaños; para una guerrilla desde el Grupo Mixto contra Sumar. Desde el inicio de la legislatura, los morados solo han sido protagonistas por tumbar el subsidio de desempleo o por las bajas y deserciones del partido. En algún momento tendrán que hacer balance del presente, vender a su electorado algo menos vintage que la herencia de 2011. Sobre todo, porque el resto ha pasado de pantalla y juegan este tiempo y esta agenda.
Solo en las últimas y en las próximas 48 horas, el PP ha sacado a miles de personas a la calle contra el gobierno (no es solo la amnistía), varios jueces, con Manuel García-Castellón a la cabeza, intentan dinamitar la ley al paso del debate parlamentario, la geopolítica sigue en ebullición de Oriente Medio a Estados Unidos y el sí a la amnistía en el Congreso no es garantía de casi nada.
Además del factor Pedro Sánchez. Porque no es fácil colocarse a la izquierda del PSOE cuando el gobierno te planta una amnistía o pone en la palestra a la fachosfera. No es fácil venir de los nuevos partidos y que el centenario sea quien saque del banquillo el punkismo tuitero de Óscar Puente, que lo mismo trolea a Isabel Díaz Ayuso que a Íñigo Errejón. Sumar y Podemos vienen de movimientos que funcionan como cascarones vacíos entre los votos (tres millones Sumar) y el hiperliderazgo. Pablo Iglesias, ya desaparecido; los actuales Íñigo Errejón, Yolanda Díaz… Y luego está Pedro Sánchez, capaz de opacar a todos. Para este aluvión, cuatro escaños solo sirven desde la inteligencia política y no esta versión previsible desde donde últimamente siempre se les ve venir.