"No habría proyecto posible si no se pudiese calcular de antemano las acciones de los hombres"
G.K. Chesterton

Puede resultar sorprendente, pero en Madrid había bastante gente poniéndole velas a Puigdemont. Como el que va supersticiosamente a la iglesia y enciende una, por si pudiera concederte el milagro que pides. Gentes diversas, algunos hasta en su día debieron salir a colgar banderas de España en sus balcones, pero ahora, haciendo de tripas corazón, han llegado a la para ellos dolorosa conclusión de que el único que le puede parar los pies a Sánchez es el de Waterloo. Otros simples observadores de la deriva de los tiempos.

Han tenido sus días de alegría y pensaban que la vela había surtido efecto. Los decretos tumbados, los decretos troceados, los revolcones en el Congreso, aunque, a estas alturas, se han empezado a dar cuenta de que en el fondo lleva razón el Gobierno, que no le dejarán caer, que habrá sus más y sus menos sin que llegue a peligrar en ningún momento la Moncloa para Sánchez, sin moción de censura y sin que se convoquen elecciones anticipadas. Su gozo en un pozo. Ya no creen en el poder milagroso de las velas y en vez de encendérselas al de Junts, ahora las compran aromáticas y las ponen en el salón.

La actitud de los juntaires ha propiciado tal cambio. Al final, siempre hay una rodilla doblada por parte del Gobierno y un volverse a hablar y una camiseta que de tan sudada hiede, pero los trastos, el de Moncloa los va salvando. Muchas cenas y muchos reservados y mucha gente que se pregunta si se podrá contar con Junts al menos para que algunos de los anteproyectos que pretenden reformar de arriba a abajo y con retranca, temas de gran importancia para el Estado, como la Justicia, no salgan adelante. Unos se responden que a Junts el Estado español le importa una higa y que cuanto peor mejor, y otros creen, con esperanza, que mientras las cosas sigan como están, el deterioro de la calidad democrática también perjudicaría a los catalanes. Pueden volver las velas y los velorios a ver si proyectos con un trasfondo tan peligroso como la anulación de la acusación popular o la ingeniería para alterar la composición de la carrera judicial al gusto del que lo propone, no logran el respaldo de sus ahora decisivos votos.

A Sánchez no le dejarán caer. Habrá sus más y sus menos sin que llegue a peligrar en ningún momento la Moncloa para él

Parece bastante claro que la reducción de la jornada laboral, el clavo ardiendo de Yolanda Díaz, no llegará lejos. El peso de la opinión de las pequeñas y medianas empresas, que constituyen gran parte del tejido productivo de Catalunya, tendrá su peso a la hora de convertir en difícilmente consensuable este aspecto. Por mucho que la ministra vaya diciendo que ya está negociando ella el apoyo, las noticias que llegan de Bélgica se aproximan más a que se le haya indicado que lo que se negocie se hará con los socialistas y no a múltiples bandas. ¿Y lo demás? ¿Van a apoyar una inutilización total de la acusación popular hecha ahora con intención y con una cláusula retroactiva pensada precisamente para dejar decaer causas como las que afectan a la familia del presidente? A muchos demócratas les gustaría pensar que no. Como sucede con la pretensión de introducir por la puerta de atrás a los sustitutos en la carrera judicial, como si crear jueces con mucha menos exigencia que los actuales fuera a traernos nada bueno visto lo visto. ¿Querrá Junts una vuelta de tuerca para lograr una carrera judicial más de izquierdas y más próxima a los socialistas y comunistas? Hay quien, a la vista del desparpajo con el que el Gobierno pretende cambiar las reglas de juego, estas solo como ejemplo, ha salido corriendo a por más cirios que encender.

Y es que con el PNV, el otro partido conservador con acento europeo, no se puede esperar nada en estas lides. El hecho de que su gobierno en Euskadi dependa de los socialistas y de que Bildu esté al acecho por ver si rompen por cualquier cosa y les cae a ellos, les impide hacer grandes movimientos. Los partidos de izquierda no van a dar la oportunidad de que el PP y Vox lleguen al Gobierno ni de que se dejen de hacer reformas que ellos propugnan para evolucionar la actual Constitución del 78 hacia algo que no nos terminan de confesar, pero que no huele a democracia liberal europea.

El debate sobre la PNL, de llegar a producirse —porque andan rumoreando por la capital que Junts la retirará antes—, será muy significativo. Una cosa es no censurar al presidente del Gobierno o no apoyar una moción de censura con según que compañías, y otra muy diferente clamar en la tribuna que le tienes toda la confianza del mundo a Sánchez. Eso me temo que no se lo puede decir a pleno pulmón casi nadie, ni siquiera los que comparten Consejo de Ministros ahora mismo. Ese es el debate que con tanto denuedo han querido evitar los socialistas. Esa "tontería absurda" que te dicen que es la propuesta de Junts, para al día siguiente salir a forzar lo que sea para evitarlo. Solo un ultimátum tan grave como el del decreto ómnibus se lo ha arrancado. Ese debate al que los más próximos al gobierno quieren quitarle fuerza —"si se produce, no tendrá ninguna relevancia"— lo temen en realidad como a un nublado, por lo que pueda decirse y por lo que pueda votarse. Me dirán que no habló nada de ERC y les diré que en Madrid no se habla nada de ERC últimamente. Qué le vamos a hacer.

En todo caso, con velas o a oscuras, lo cierto es que no solo los presupuestos o la legislatura penden ahora mismo de Catalunya, sino que incluso ponerle coto a los desmanes de deterioro democrático solo puede venir de esa vía. A Feijóo tampoco se le espera mucho. Su mandato gallego, subiendo y bajando a la vez, tiene despistado a todo el mundo. Dicen que crece en escaños y en los mentideros se rumorea que a lo mejor podría haber otra vía, la de crear un partido de derecha entre el PP y Vox, sin las veleidades trumpistas y orbanistas de este, para hacer caer en las provincias el número de diputados de los de Abascal y reducir su peso, de modo que los populares pudieran prescindir de ellos en las próximas elecciones y gobernar entonces con el apoyo de PNV y Junts.

No vamos a ganar para cera... si es que no nos la reparte Trump.