"Los gobiernos que no logran eliminar a los jueces independientes pueden sortearlos plagando los tribunales de afines"
Levitsky y Ziblatt. Cómo mueren las democracias
El gobierno más débil de la historia de la democracia española ha decidido revolucionar las leyes y la judicatura, darles la vuelta, reformarlas sin ningún concurso de la oposición parlamentaria o sin debate del propio mundo jurídico. Félix Bolaños no es que aspire a ser el Alonso Martínez de este siglo, sino el ingeniero social de los jueces y fiscales del siglo XXI. Es de esperar que el PSOE aspire a gobernar como el PRI, al menos 70 años, porque como la ultraderecha herede el panorama que dibujan, vamos aviados.
El nuevo proyecto de ley del gobierno significa una revolución en el acceso a la carrera judicial y fiscal "para democratizarlas". Sospechen siempre de ese término, que suele querer decir siempre otra cosa. No contempla la democratización de las notarías o los registradores —carreras jurídicas eminentemente clasistas y con una remuneración muchísimo más alta— sino exclusivamente de la judicial y del acceso a la misma, que es el sustancialmente alterado en la norma. La sugestión del sector comunista del gobierno y los socios es claramente apreciable en la redacción y la intención de realizar una ingeniería social que permita acceder a la función de juzgar a quienes el poder prefiere también. Obviamente, se trata de un plan Renove de la plantilla de jueces que permite no solo variar el acceso, sino añadir flujos externos a la oposición fácilmente controlables desde el gobierno de turno. El de turno, que, a priori, puede ser cualquiera, excepto que Bolaños y Sánchez nos digan otra cosa.
Esta sustitución controlada, mediante cambio de las reglas de juego sin pacto ni diálogo con otras fuerzas políticas o con los interesados, nos aproxima a la evolución de las reformas en Hungría, Polonia u otros países. No les engaño si les digo que el anteproyecto presentado ayer incluye todas las fantasías húmedas de la izquierda para obtener un escalafón a su antojo.
Todo. Empezando por voluntad de introducir desde fuera un 25% de la carrera judicial mediante el acceso a juristas por el cuarto turno, el que hasta ahora ha sido un coladero de los recomendados; ese cuarto turno por el que accedió ese Peinado, al que consideran lo peor de lo peor en materia técnica. Además, les permitirán moverse de la especialidad por la que entraron —antes, el jurista que accedía así a la judicatura, si era penalista, no podía irse a lo social, por ejemplo, o a la inversa— de manera que puedan optar a presidencias discrecionales nombradas por el CGPJ, que ahora les estaban vedadas. Meto a una cuarta parte a mi gusto y luego que los nombren para jefes mis vocales afines. Todo un planazo. El mismo que reconocer cinco años de antigüedad como jueces a los que lleguen de la Escuela con el nuevo sistema de acceso, lo que permitirá que los encumbren en diez años más a los puestos de mayor responsabilidad, con el dedazo del CGPJ. Como verán, la reforma no paliaría la politización, simplemente permitiría que la politización fuera más del gusto del que manda.
Luego viene el oé, o sea, cuando van a por los jueces. Les van al bolsillo, que es lo que duele. Estas novedades no las veo mal. Los preparadores de opositores tendrán que estar registrados y las asociaciones judiciales no podrán recibir ayuda de empresas privadas. Lo de impedir los ingresos en negro de los jueces y fiscales que preparan no lo veo mal, y tampoco lo de que el Banco de Santander no financie a la asociación conservadora, pero no dejo de ver que lo hacen para meterle el dedo en el ojo a cierto sector de la judicatura.
Este es, en efecto, un proyecto de reforma de la judicatura hecho a la medida del PSOE y de la izquierda radical
Cambian también el sistema de oposición porque "no se trata de conocer la ley, sino el Derecho". Una de las ventajas que jueces y fiscales llevan sobre otros operadores es tener la ley grabada a fuego, y eso les permite interconectarla y manejarla de forma instantánea. Bueno, vale. Cambiar la oposición porque es un sistema memorístico, bueno, vale. ¿Por qué solo estas oposiciones? ¿Es mejor el sistema memorístico para los diplomáticos, los técnicos comerciales, los abogados del Estado que para los jueces? Ay, es que a los otros no hace falta hacerles una purga. Dice el anteproyecto que cinco años preparando es mucho, y que eso solo pueden hacerlo los ricos. Sería más fácil reducir el número de convocatorias a las que se puede acceder y el que no apruebe en dos años, que se dedique a otra cosa, ¿no? A fin de cuentas, sobran candidatos y faltan plazas.
Y un poco de purga hay. Se tocan cosas curiosas e intencionadas. Por ejemplo, que los presidentes en funciones de las salas de Tribunal Supremo —en funciones, o sea, mientras se elige a otros— no sean ya los más antiguos sino los que elija el CGPJ (que, al parecer, si tiene problemas para elegir al titular, no los tendrá para el que esté en funciones) y, además, que no podrán presentarse al cargo los que tengan una edad que no permita cumplir el mandato antes de jubilarse. Fuera los viejos, vivan los míos. Y cosas como meter a miembros de la Comisión de Ética Judicial catedráticos o profesores nombrados por las Cortes, o sea, politizados.
También van a colar por la puerta de atrás a los llamados sustitutos, normalmente elegidos por entrevista del presidente del TSJ entre juristas, premiándose, hasta ahora, a los que se habían presentado a juez y no habían logrado aprobar. Ahora se les meterá con la excusa de consolidar trabajo temporal. Otro aluvión a dedo en la carrera. También se cambia el sistema de votación de miembros de las salas de Gobierno —no jurisdiccionales—, una reivindicación de la izquierda judicial, dado que hasta el momento siempre los conservadores sacaban muchas más plazas en ellas. El voto único y telemático no lo veo mal, eso no empece para que se haga con la intención de desbancar a la APM. A lo mejor se siguen sorprendiendo con los resultados y les entran los vitorinos y no los que desean.
Todo ello lo hacen porque "transcurridos 40 años, surgen nuevas necesidades que es necesario atender para adecuar la estructura y el trabajo de los miembros del Poder Judicial a la realidad del Estado social y democrático de Derecho". Que no sabemos qué necesidades son, pero que pasan por los criterios de selección que los ajusten a "tener capacidad crítica y un conocimiento de la sensibilidad social". ¿Qué sensibilidad, la de quién, la de la izquierda, la de la derecha, la de los nacionalistas, todas, la del que mande, solo alguna? Sometidos solo al imperio de la ley, hay que recordarlo. La ley la hacen los representantes de la sensibilidad del pueblo. No hay más tu tía.
Es, en efecto, un proyecto de reforma de la judicatura hecho a la medida del PSOE y de la izquierda radical. Pero, como todas las reformas, es un instrumento a medida del poder que podrán utilizar otros si llegan a detentarlo. Si Bolaños piensa colar un 25% de jueces a su gusto, más los que entren por la nueva oposición y se críen y preparen en una institución que depende de él, debería de ser consciente de que en un futuro y con su misma norma las fuerzas ultras podrían hacer lo mismo o peor. La denostada oposición es el sistema menos maleable de los posibles, así lo pensaron ya en la dinastía Ming al establecer un durísimo examen de ingreso para los funcionarios. ¡Pero si hay oposiciones hasta a conserje!
De una tacada y sin mayoría real. "Problema resuelto, los árbitros terminaron situándose del bando del Gobierno y proporcionando al beneficiado un escudo", escriben Levitsky y Ziblatt sobre los procesos polacos o venezolanos. La propuesta que se trae con aires de aumento de la democracia es una propuesta intervencionista que pretende, claramente, incrementar el volumen de jueces afines al gobierno socialista en los próximos años. Visto cómo funcionan las adscripciones acríticas en los últimos tiempos, miedo da.
Una reforma de tal calado no se puede hacer sin consensuar, incluso con la derecha, dado que debe ser pensada para perdurar y no para ser una reforma partidista. Son pasos cruciales con difícil contestación. Hay que estar muy dentro o conocer muy bien el sistema para reparar en dónde quedan las grietas que permitirán la ingeniería ideológica que se pretende. Fíjense si es peligroso, que ni suponiendo que se comparta la ideología, puede asumirse íntegramente lo que se plantea.
Y todo ahora. La anulación de la acusación popular, ahora. La ingeniería para tener más jueces afines, ahora. No en 2017, por ejemplo, sino ahora. La debilitación o anulación de contrapesos democráticos, ahora. Justo, ahora. Echen cuentas. Van a por los jueces, justo ahora, oé.